El discurso de la modernidad sobre el desarrollo es una verdadera falacia y, por tanto, (re)pensar el desarrollo desde el sur y desde lo rural impone una deconstrucción sobre las ideas eurocéntricas, para ubicarnos desde otras epistemologías y prácticas, incluida la fractura que coloca una lectura feminista, que permiten la re-configuración de cómo pensamos el desarrollo rural y las ruralidades fuera de los márgenes del legado de la Revolución Verde.