sábado, 02-11-2024
Inflación e incertidumbre: ¿una reforma económica integral?
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PANELISTAS:
Aldo Álvarez: Jurista de formación y socio principal de la empresa Mercatoria.
Carlos Lage Codorniú: Economista, y actualmente funcionario del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba.
Rafael Montejo: Profesor de la Facultad de Economía. Director de Política fiscal del Ministerio de Finanzas y Precios.
Rafael Hernández (moderador): Politólogo. Director de la revista Temas.
Rafael Hernández: Nuestro panel hoy está dedicado a “Inflación e incertidumbre”. Aunque no es el primero dedicado a las manifestaciones de la crisis, queremos colocarnos de entrada más allá de nuestro contexto. Se trata de fenómenos que también les pasan a otros países, pues no somos marcianos, vivimos en un mundo conectado, y no solo conectado por las redes y los aviones, sino por los problemas. Pero tendemos a pensarlos como si tuvieran raíces, factores, condiciones, y maneras de entenderse diferentes.
Para hacer este debate sobre inflación e incertidumbre y los problemas que plantea para una reforma económica integral, hemos invitado a cuatro panelistas que nos acompañan aquí hoy.
A mi derecha está Aldo Álvarez, jurista de formación y socio principal de la empresa Mercatoria, o sea, es un empresario. A su lado, Carlos Lage Cordorniú, economista, y actualmente funcionario del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aquí en Cuba. Nos acompaña, creo que por primera vez en esta sala y también en el panel, Rafael Montejo, que ha sido profesor en la Facultad de Economía, pero que en este mismo momento es el director de Política fiscal del Ministerio de Finanzas y Precios. Queremos agradecerle a Rafael, igual que a los demás compañeros que están aquí, pero también al Ministerio de Finanzas y Precios, cuyo ministro actual en otro momento estuvo sentado aquí en un panel de Temas, y le agradecemos mucho por facilitar la presencia de un especialista de su Ministerio.
Quiero reiterar una idea que preside estos paneles: nadie está hablando a nombre ni es el portavoz de ninguna institución, todas las intervenciones son a título personal, y en esas condiciones ellos han aceptado la invitación a estar aquí con nosotros.
También hemos invitado a Aizel Llanes, que es la directora del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas. Ella me había dicho que las actividades de la Asamblea Nacional en este momento la podían afectar y lamentablemente parece que así ha ocurrido. En cualquier caso, si pudiera venir le tenemos reservado un asiento.
La primera pregunta: ¿qué factores contribuyen a provocar y mantener la inflación, no solo en la cubana, sino en cualquiera?
Foto: Revista Temas.
Carlos Lage Codorniu: Muchas gracias. En esta primera pregunta sobre las causas reconocidas internacionalmente de la inflación, voy a parecer reiterativo quizás para varios profes de economía que hay aquí sentados, pero para el público en general comento.
En general, tanto la experiencia internacional como la literatura reconocen una especie de consenso en tres causas fundamentales de la inflación: problemas de demanda, por presiones de costo, y por presiones de expectativas.
Los problemas de demanda se refieren básicamente a mucho dinero para la misma cantidad de productos en la economía. Existe muchísima experiencia internacional, en América Latina en los años 70 y 80, asociada más a déficits fiscales elevados. Es el caso de la Alemania de posguerra, una de las primeras experiencias inflacionarias, a partir del exceso de liquidez en circulación.
La segunda causa, el incremento de los costos, viene por el lado de la oferta. Cuando se incrementan sus costos, los empresarios están en la disyuntiva de incrementar el precio o renunciar al margen de beneficio. Esta presión inflacionaria tiene un impacto, no solo en empresas particulares cuando son costos transversales, que afectan a toda la economía, por ejemplo, el precio del petróleo, de la gasolina, del dólar en economías dolarizadas con alto componente importado. Esas son generalmente las presiones de costo.
Hay que aclarar en qué condiciones las presiones de costo tienen posibilidades de generar presiones inflacionarias. Los empresarios en su mayoría pueden trasladar ese incremento a los precios, y no ceder margen de beneficio generalmente cuando los mercados son menos sofisticados, cuando hay poca competencia, cuando no están lo suficientemente regulados, cuando hay problemas de información y también cuando hay problemas de oferta.
Si hay problemas de oferta y de información, no hay mucha competencia, evidentemente el productor o el comercializador están como empoderados, pues tienen mucha más capacidad de trasladar el incremento de los costos al de los precios, y eso generará inflación en la economía.
La tercera causa es lo que le llaman la inflación de expectativas, que tiene que ver con que los agentes en una economía, los productores en general, pero también los consumidores, sienten que existen condiciones para que los precios crezcan en el futuro, y tienden a adelantarse para protegerse de ese escenario. Eso tiene que ver muchísimo con la incertidumbre del contexto económico en general, con lo que se cree que va a pasar, con desconfianza sobre el curso de las políticas económicas. Eso puede afectar la inflación incluso si no hubiera las condiciones. Aquí está el cuento que muchos conocen de las profecías autocumplidas: aun cuando no haya condiciones para que haya más inflación, si los agentes económicos creen que puede haber, y todos influyen en que crezcan los precios, estos crecen.
Solo llamo la atención sobre estas tres causas: demanda, costo y expectativa; son las más conocidas. Pero como en economía y en todas las ciencias, hay mucha heterodoxia, hay muchas más cosas discutidas. Una muy interesante para nosotros en la región es la teoría sobre la inflación estructural, de la CEPAL. Dice que la inflación no solo se refiere a shocks, o sea, un golpe de efecto hacia un suceso determinado, sino también a condiciones estructurales de la economía que hacen que la oferta de bienes y servicios sea rígida, con poca capacidad de crecer, si crece la demanda: la estructura del agro, la dependencia de las importaciones, la relación del empleo entre el campo y la ciudad, muchísimas cuestiones que son muy comunes en nuestra región.
Para cerrar esta primera pregunta, llamo la atención de que en Cuba aplican todas. La primera discusión es que la inflación, al menos en este momento, porque nosotros hemos tenido varios momentos, es multicausal y que responde tanto a fenómenos coyunturales como a distorsiones estructurales acumuladas en la economía.
Foto: Pedro Pablo Chaviano/Revista Temas.
Rafael Montejo: Buenas tardes. Primero quiero agradecer a Rafael, a mi tocayo, y al resto de las personas, los profes de la universidad, que nos conocemos, y también colegas de trabajo que están aquí. Es cierto que esta es mi primera oportunidad de participar en este espacio, y espero que no sea la última.
Respondiendo concretamente, para poder ordenar el pensamiento, me voy a apoyar en varios momentos de esta primera pregunta sobre los factores que contribuyen a mantener la inflación en cualquier economía.
Decir de entrada que la inflación tiene también la característica de que las comparaciones entre países siempre tienen limitaciones, porque se manifiesta como un fenómeno muy nacional y particular, aún cuando sus causas puedan ser comunes, como lo acaba de comentar Carlos.
Quiero comenzar por comentar en qué escenario estamos, donde se dan estos fenómenos inflacionarios que en los últimos años no han sido solo de Cuba. Hay que situarlo también en las llamadas crisis periódicas de superproducción que tiene el capitalismo, y que no son más que aquella sustitución masiva del capital orgánico, es decir, del capital por otros medios de producción de manera masiva, y el surgimiento constante de otros sectores de la economía. Eso genera un movimiento interesante, un dominio y una preponderancia extraordinaria del capital financiero especulativo a nivel internacional que juega con todo esto. Hay una profunda interrelación entre las economías, de manera tal que siempre cualquier desequilibrio en unas economías generan o pueden generar en otras determinados efectos.
El mundo se sigue repartiendo económica, física y geográficamente, y el sonido de fondo es la guerra. Se trata de un escenario real, no ficticio, con guerras regionales, repartición del mundo, lucha entre monedas, entre bloques, ese es el escenario en el cual ocurren estos fenómenos, y no podemos dejar de considerarlo.
Coincido en que esas crisis, que son multivalentes, energéticas, ambientales, etcétera, nos influyen tremendamente a nosotros.
En un segundo momento, quería muy brevemente referirme a [Juan F.] Noyola, uno de los economistas de la CEPAL que pasaron por Cuba, mexicano y cubano ya por adopción oficial, de los primeros que estudió los temas de la inflación en América Latina, y en Cuba también en algún momento cuando entró en la JUCEPLAN y comenzó a trabajar aquí. Hay una distinción también de cómo se enfoca el fenómeno en el mundo, porque, aunque puede parecer muy teórico, también en el orden práctico hay una corriente de pensamiento que analiza la inflación desde el punto de vista estructuralista, como Carlos mencionaba, y otra desde el punto de vista monetarista, es decir, Milton Friedman, que no afirman lo mismo sobre las causas de la inflación.
Cuando hablamos de estructura, nos referimos a los fundamentos de la economía, es decir, a cómo se mueven. Para los estructuralistas, ahí radican las causas profundas de la inflación, que tiene que ver con la producción, con la oferta, y que no se arreglan tan fácilmente ni en el corto plazo, sino con mucho más largo plazo, y ahí también hay soluciones.
Noyola decía que aun cuando las causas profundas de la inflación están en la estructura, y en estos sectores, y en el movimiento productivo, también hay factores que son de propagación de la inflación, donde entran a jugar un papel mayor los temas monetarios, es decir, la cantidad de dinero en circulación, el déficit fiscal, los precios, es decir, otros elementos que él llama propagadores. Esos enfoques tienen bastante vigencia, incluso para nosotros, sobre todo cuando debemos pensar en las posibles soluciones, algo que más tarde vamos a abordar. Hay algunas causas que son inmediatas, coyunturales, como las llamaba Carlos, y otras más profundas, que están en los fundamentos de la economía.
Esto es para los países en general, como causas comunes, pero también tenemos que hablar de nosotros, aunque sea un pedacito.
Dentro de esos elementos estructurales están la producción de alimentos y la agricultura, que son fundamentales, y que si no se modifican, va a ser muy difícil en el mediano y largo plazo influir en los elementos causantes de inflación.
Y están otros elementos, como el déficit que se ha ido acumulando. Mirando a los últimos veinte o veinticinco años hacia acá, toda la evolución de nuestros datos, sobre todo presupuestarios, ya venían acumulándose antes de esta crisis una serie de señales que apuntaban a que en algún momento se manifestaría la inflación. La nuestra estuvo, digamos, bastante reprimida, porque los salarios estaban restringidos, había un congelamiento de muchos factores que con el ordenamiento monetario salieron a la luz. Los datos desde 2008, 2009, 2010, comenzaban a apuntar a que el déficit fiscal y los temas inflacionarios comenzaban a pesar en la economía cubana, desde el punto de vista de la estructura de los sectores de nuestra economía, que aun cuando se modifican, y puedan ser modificados, ocurre de manera mucho más lenta.
No voy a abundar en las causas generales que Carlos mencionó, aplicadas al caso cubano.
Foto: Revista Temas/Pedro Pablo Chaviano.
El otro tema estructural para nosotros es el comercio exterior, que es decisivo por las características de nuestra economía y porque además tenemos niveles altos de endeudamiento externo y también interno. Y ahí lo dejo en cuanto a las causas que están gravitando, junto con el déficit fiscal, en nuestro fenómeno inflacionario y en la incertidumbre que usted mencionaba en el título general de este panel.
Rafael Hernández: Gracias. Nosotros hicimos una encuesta, que contestaron ochenta y una personas. No es representativa, pero es una encuesta acerca de cuáles son las percepciones prevalecientes en relación con las principales causas de la inflación. 90% de los encuestados dijeron que era el déficit en la producción de bienes y servicios; lo que acaba de apuntar Montejo; 40% dijo que es la tasa de cambio informal; 38% dijo que era el bloqueo; 25% opina que era la tasa de cambio oficial; 24%, que eran los precios en las tiendas estatales (se ve que no leyeron a Omar Everleny, o no le hicieron caso, o discrepaban de él); y 13%, que eran las mipymes propiamente hablando. O sea, entre el mercado informal y las mipymes se reparten una buena responsabilidad de la inflación de acuerdo con las respuestas de estos encuestados. Las últimas causas que se reconocen, en menos medida, son la política salarial y las remesas.
Mi segunda pregunta al panel: ¿cuáles son las diferencias, en el caso de la economía cubana, en cuanto a factores externos e internos que condicionan el control de la inflación? ¿Qué factores internos y externos diferentes concurren a la hora de controlar la inflación?
Aldo Álvarez: Buenas tardes. Voy a aprovechar que comparto el panel con dos grandes economistas para hacerlo desde donde más útil puedo ser, es decir, mi propia experiencia; primero, como consultor de negocios para empresas extranjeras que operan en el mercado cubano, durante varios años; y ahora como empresario. Les pido a ambos que, en la experiencia que yo vaya trasladando, ustedes puedan contribuir con criterios más técnicos, más enfocados en una visión más general. Yo voy a intentar ir a cosas más concretas y hacer también una especie de preguntas retóricas, en las que quizás todos podamos llegar a determinadas respuestas.
En el actuar habitual de una empresa que participa como actor en el mercado cubano, ya sea una empresa extranjera, como socio comercial, proveedor, o como una empresa que haya invertido en Cuba, o una empresa estatal, o un actor privado, hay fenómenos similares, a los que uno se enfrenta de manera habitual una y otra vez, y que confluyen en ir caracterizando lo que podría calificarse como limitaciones que tiene el mercado cubano y que inciden en el problema inflacionario.
Nosotros operamos en este mercado con disímiles tipos de cambio, con varias monedas, con diferentes soluciones financieras para establecer los pagos. Como limitación externa, es imposible negar el impacto tremendo de las sanciones financieras que existen contra Cuba. Ahí está el número que se aportó hace varios días, de más de noventa instituciones financieras que abandonaron el país en los últimos años. Estamos hablando también de los altos importes de impago a proveedores y socios comerciales que durante años operaron en este país. Podemos hablar también del impago que hay dentro de la economía nacional a empresas estatales.
Usando como referencia esa encuesta, coincido en que hay una percepción por parte de una buena parte de la población, de que es un fenómeno también relacionado con el actuar del sector privado y su relación con el mercado informal. En mi opinión personal, el mercado informal está reflejando una tensión real en la economía, la de un sector que está intentando no caer en los impagos, o sea, está intentando defenderse, evitar perder dinero por cuestiones de tipos de cambio, por cuestiones inflacionarias, y que está intentando tener cierta disciplina financiera que le permita seguir operando, teniendo en cuenta que se opera también en una inexistencia de créditos bancarios, en una inexistencia de apoyo financiero internacional, y de que en el momento en que tu rueda financiera, en el momento en que tu capacidad de pago sea afectada, tienes que quebrar, tienes que cerrar, no hay segundas oportunidades.
También el mercado informal crece en función de las necesidades de trasladar valor desde otros sistemas financieros bancarios al sistema financiero bancario cubano. Considerando todas estas sanciones, esta inexistencia de operadores financieros, y todas las problemáticas, es difícil encontrar un empresario que en los últimos años esté relacionado con Cuba y que no haya sufrido el cierre de su cuenta bancaria en bancos extranjeros, que no haya sufrido algún tipo de persecución financiera. Estamos hablando de más riesgos, de más incertidumbre a la hora de establecer planes incluso a medio plazo, pues son características que no digo que no existan en otros países, pero que no son condiciones normales, no es la condición habitual en la que un actor económico debería operar en determinado mercado.
Las limitaciones principales en lo interno se refieren a reglas que se van transformando habitualmente, no hay unas reglas claras, estables; existe una disimilitud de monedas, de tipos de cambio, de formas de pago, de círculos de financiamiento cerrados, abiertos, con una incapacidad del sistema bancario, por varias razones, de poder procesar los pagos, con intermediarios financieros, y con soluciones arriesgadas y complejas para problemas simples. Muchas veces uno comparte con empresarios de otras latitudes y puede entender cuántos problemas nosotros podemos solucionar antes de pensar en lo que es el negocio en sí mismo, en lo que es el objeto social del negocio, y muchas veces nos descubrimos como empresarios dedicando una gran parte de nuestro tiempo en lo que no es disfrutando nuestra operación, sino resolviendo estos problemas.
Desde el punto de vista de limitación interna, hay una situación bien compleja: todo ese efectivo que está operando en la economía, con unas reglas y dinámicas propias, que no voy a decir que sean mejores o peores, lo que sí puedo decir es que en los últimos tres años se ha logrado una confianza en el mercado por parte de proveedores, socios comerciales, etc., y se ha logrado una operatividad que al menos ha sobrevivido. Se trata de un escenario que no es sostenible al largo plazo, que son soluciones que se establecen para determinados momentos, pero definitivamente es algo que ha permitido que el mercado siga existiendo y que nos ha traído hasta aquí.
Carlos Lage Codorniú: Voy a centrarme en el tema del manejo de la inflación, o sea, las condiciones para poder controlar la inflación, digamos, las herramientas. Cuando uno mira la experiencia internacional, el primer punto tiene que ver con algo que comentaba Aldo. La política monetaria es hija de los procesos de financiarización de la economía internacional. O sea, hay política monetaria porque hay mercados financieros mucho más desarrollados. La política monetaria ocurre a través de los mercados financieros fundamentalmente. Cuando se dice en las noticias internacionales “el banco central mueve la tasa de interés” se refiere a que los bancos centrales en las economías modernas no actúan directamente sobre la inflación, sino sobre variables que pueden controlar, como la tasa de interés a muy corto plazo, aspirando a que una variable influya en otra, y esa en otra, y esa en el objetivo final. Es lo que llaman mecanismo de transmisión, y funciona como un juego de dominó: cuando uno pone las fichitas y le da a la primera, y esa le da a la otra, a la otra, hasta que da en el objetivo final.
Para hacer política monetaria, las herramientas que conoce la experiencia internacional es que, por ejemplo, necesito un grado importante de financiarización en la economía. No lo estoy viendo desde el lado peyorativo de la financiarización, sino de la profundidad del sistema financiero en las actividades económicas del país, cosa que en Cuba no ocurre, y que no es lo mismo que bancarización, que tampoco está presente en Cuba.
Otra cosa que en Cuba limita este mecanismo de transmisión –siguiendo con la fichita de dominó– es que el efecto dominó se queda en el medio. Digamos, por ejemplo, la segmentación de mercado; esa manera diferente en que operan el sector estatal y el sector de la población en la inconvertibilidad de la moneda. Tanto en el sector estatal como en el de la población, aunque por motivos no exactamente iguales, tener pesos no es sinónimo de tener dólares, y eso por supuesto trunca los mecanismos de transmisión. En Cuba, históricamente, no se puede hacer política monetaria como se hace en el mundo. Necesitamos un desarrollo de los mercados en general y los mercados financieros en particular, para aspirar a tener ese tipo de herramientas.
Desde finales de los 90 hasta 2019, hubo lo que se le pudiera llamar herramientas pasivas que mantenían anclada precisamente la inflación, algo que apuntaba Montejo. Cuba tenía precios altos para el nivel de salario, pero la inflación era muy bajita; durante veinte años tuvimos un nivel de inflación que promedió 3% anual.
Había al menos tres anclas que contribuían a eso. La primera, los déficits eran de 3% anual, que según el Tratado de Maastricht en la Unión Europea, serían modélicos. Aunque si uno analiza las políticas internas, puede encontrar otros factores, había estabilidad en el déficit, por lo tanto, menos emisión monetaria.
La segunda, había un mercado cambiario formal sostenible, el de CADECA. Con sostenible quiero decir que asimilaba toda la demanda de divisas de la población y el turismo. Ibas y cambiabas, con todas las regulaciones que había sobre la cantidad, etc.
La tercera, el Estado preservaba el monopolio del comercio interior, con precios muy estables, algunos que no variaron en años. Eso ejercía un ancla sobre los precios del sector privado, que cuando es minoritario en el comercio minorista no puede poner precios muy diferentes a los que ponía el sector estatal.
Hoy por hoy, tampoco tenemos esas anclas. Ni el déficit fiscal controlado, ni mercado cambiario oficial sostenible, y el Estado ha tenido, por los efectos de la crisis, que retirarse del monopolio del comercio interior, que hoy se comparte en gran medida con el sector privado.
Lo que quiero es llamar la atención acerca de que, en términos de política monetaria, Cuba no tiene herramientas para gestionar la política monetaria en corto plazo con la agilidad de otros países, y las pocas que tuvo tampoco las tiene en este minuto.
Mi segunda observación es que quien lleva la política monetaria en el mundo entero es el Banco Central. En Cuba, no está muy claro quién es la autoridad monetaria, porque aunque en los papeles, en las regulaciones, el Decreto Ley constitutivo del Banco Central dice que es responsable por la preservación del poder adquisitivo de la moneda, en la práctica, no es por eso por lo que fundamentalmente se le exige. Y no hay mecanismos claros de rendición de cuentas por el resultado de la inflación. Por lo tanto, el Banco Central no tiene ni claridad del mandato ni las herramientas.
Entonces vamos a los problemas estructurales que mencionaba Montejo. Hay muchos temas de fondo que limitan, algunos externos, como el bloqueo. Pero hay otros internos. Ahí cierro con un punto, solo para ilustrar algunas de las cuestiones. Cuando uno mira los déficits fiscales, que efectivamente no son recientes, empiezan a crecer a mediados de la década pasada, se pueden estudiar como tres grandes olas, todas responden esencialmente a problemas cambiarios. En Cuba hay muchas cosas que se pueden hacer, pero prácticamente es muy difícil resolver el descalce fiscal sin resolver antes el descalce cambiario. Eso da para otro Último Jueves, pero lo dejo ahí.
Rafael Hernández: Mi tercera pregunta era si la política monetaria sola podía controlar algo la inflación o no. De cierta manera, la ha empezado a contestar Carlos, y la veo de cierta manera implícita en muchos de los comentarios que se han hecho ya.
Mi última pregunta, antes de darle la palabra al público: ¿qué peso tienen los actores privados en mantener la inflación y cómo pueden contribuir a controlarla?
Rafael Montejo: Mi comentario encaja mucho con lo que decía Aldo de su experiencia y cómo él lo veía desde su función empresarial. En vez de formas estatales y no estatales yo prefiero hablar de empresas, sean de propiedad estatal, pública, privadas, o el sector cooperativo.
La finalidad de una empresa siempre es satisfacer determinadas necesidades. Si usted tiene un negocio, necesita, en primer lugar, que se visualice satisfaciendo necesidades que pueden ser expresadas directamente a través del mercado u otro mecanismo de pedido de lo que usted produce. Entre esas finalidades tiene que cumplirse un principio, en general, y es que ese organismo social, tecnológico, productivo, humano, se autofinancie, pueda autorreproducirse. Todo el que está emprendiendo un negocio está atrapado en esa lógica; por lo tanto, cualquiera que sea el ambiente económico en el que está, va a hacer un intento por sobrevivir en esas condiciones. Esas condiciones pueden ser mucho más difícil para unos que para otros. Carlos lo apuntaba también, desde su punto de vista: tenemos una institucionalidad dispersa; lo que reglamentamos para unos no es exactamente lo que reglamentamos para otros. Por lo tanto, esa información que se necesita para que usted pueda tener determinadas estrategias parte de información distinta, y también pueden partir de reglas distintas.
Uno de los grandes retos, cualquiera que sea la solución, no solo en este tema de crisis que se manifiesta en la inflación, en el déficit, etc., tiene que ser la tendencia a unificar las reglas de comportamiento en la economía. Esas reglas deben ser pocas, claras, y ese andamiaje, tengo que decirlo, no es fácil de recorrer, porque también hay múltiples intereses.
Atribuir a un actor en específico un comportamiento de variables macroeconómicas es un desacierto. Hay que seguir buscando en esas causas profundas de la inflación, los mecanismos de propagación, los mecanismos con los que se puede contener, desde la política monetaria, y aquí con tu permiso lo voy a abordar.
Hay un viejo adagio del deporte, sobre todo del baloncesto, que dice: “no perder primero, ganar después”. En términos inflacionarios, de déficit fiscal, lo primero que hay que hay que hacer es tratar de contener el gasto y la subida de precios. Sabemos que hay muchas discrepancias sobre los topes de precios, y demás; toda una polémica no cubana, que vienen desde Marshall, desde el siglo xix, sobre topar o no topar precios; una abundante literatura sobre los casos de éxito y los desastrosos, sobre todo en los Estados Unidos hasta el día de hoy. Lo que él mencionaba de la FED, en cuanto a poner un precio a algo. A partir de ahí, viene el efecto dominó, pero así con mucho, no solo con eso, topan casi todo. Por distintas vías, que no solo directas, muchas veces son indirectas. Y se mantiene una amplia polémica.
Para el caso nuestro, como no tenemos esos mecanismos de política monetaria que pueden ocurrir en el mundo, hay que recurrir a medidas más administrativas, como contener el gasto, incrementar los ingresos.
Les adelanto que, para este año, la meta es reducir en 25 mil millones el déficit fiscal. Es una cifra bastante dura de alcanzar, pero se está en camino, por una serie de medidas que se han venido implementando desde inicios de años y todavía están en marcha, y algunas otras, pero hay un efecto ya, que comienza a verse, de contención. Ahí volvemos a los efectos de la economía: no van a tener algún efecto si, en paralelo, no se fomenta la producción, la oferta, los alimentos, etc., si no tenemos éxito en ese campo.
Rafael Hernández: Lo que tú has empezado a abordar era la madre de todas las preguntas: cómo resolver el problema.
Aldo Álvarez: En relación con qué peso tienen los actores privados en mantener la inflación y cómo pueden contribuir a controlarla, yo quiero referirme a dos cosas que han dicho los otros ponentes.
Primero, el tema de fichas de dominó y el tema de reglas claras similares. El empresario busca las soluciones dentro del ecosistema en que se desarrolla. Hay un ecosistema actual, reconocido, en el que lamentablemente no hay manera de cerrar los ciclos de importación de materia prima, de productos para comercializar. Todo lo que tenga una relación con el acceso a divisas, a pagos en el exterior, es bien problemático.
Hay una tasa que opera de manera real, a la que se le puede llamar de cualquier manera, pero que es la real del mercado, que fluctúa, es variable, y puede ser manipulada, tener un impacto, etc. Pero nosotros como empresarios nos tenemos que levantar todos los días y revisar esa tasa para saber qué está pasando. No solo revisamos una, sino varias, otros indicadores y señales, para entender las tendencias hacia dónde van. Lamentablemente, eso es así.
Somos también víctimas de ese ecosistema, en el sentido de que cuando esa tasa sube, hay una crisis de consumo, porque, por falta de capacidad adquisitiva de una buena parte de la masa de clientes, hay una ralentización en cuanto a la comercialización de bienes, de productos, de servicios, y cuando la tasa baja pues ocurre lo contrario. Pueden mejorar los indicadores de comercialización, de producción, etc., y estamos muy pendientes en todo momento de eso; porque esa es la solución que existe, ojalá hubiera otras, un mercado cambiario formal, otras soluciones a las que pudiéramos mirar que fueran sostenibles, funcionales, operativas, y se entiende por una buena parte del empresariado este fenómeno.
En cuanto a cómo los actores privados pueden tener un peso o no, esa respuesta está dada. Pedirles a actores específicos que solucionen temas macro es algo bastante difícil de conseguir. La respuesta no creo que esté ahí. Los actores somos consecuencia de cómo estén diseñadas esas estructuras, normativas, reglas. Esas soluciones que deben aplicar para el mercado ojalá puedan facilitar que germinen, que se fomenten todas estas iniciativas empresariales, por supuesto, empezando por la producción agrícola y de alimentos, pero terminando en otro tipo de productos y servicios de todo tipo, y que puedan influir positivamente en la recuperación económica del país.
Rafael Hernández: Muchas gracias, Aldo y Rafael. La palabra la tiene le respetable público. ¿Quién quiere preguntar o hacer algún comentario?
Omar Everleny: Felicito al panel porque ha hecho una verdadera exposición de la inflación en Cuba. A mí me gustaría montarme en lo último que dijo Montejo en cuanto a los problemas estructurales, el principal de los cuales es la producción. Si la Asamblea Nacional del Poder Popular no toca ese tema de la baja producción, y no hay ninguna medida concreta que haya visto hasta el día de hoy para incentivar la oferta, que es una de las causas principales del problema, podemos seguir debatiendo, pero al final la inflación y los temas monetarios son resultado de la esfera productiva. Si se sigue hablando de una empresa estatal socialista, la misma de sesenta y cinco años atrás, vamos a estar igual. Si se hablara de otra empresa estatal socialista, yo estaría de acuerdo. Pero si seguimos diciendo que la empresa estatal socialista es fundamental y las otras son complementarias; si seguimos con esas diferencias entre lo estatal y no estatal, entonces no es la mipyme ni la estatal, sino el sistema. Y mientras haya distorsiones y desequilibrios estructurales, como decía Carlitos, déficit fiscal, de balanza de pagos, todos los déficits –tenemos déficits en todo, no tenemos superávit en nada–, si no resolvemos esos problemas estructurales, la inflación va a seguir el año que viene, el otro y el otro, a los montos que tiene.
Tania García Lorenzo: Para mí es un placer extraordinario estar aquí porque no siempre tengo esa posibilidad. En primer lugar, yo quisiera que no nos cuidaran tanto. Hace falta información estadística de lo que está sucediendo en la economía cubana. Fue casi una exageración darnos un número y seis adjetivos calificativos. Todos los demás fueron adjetivos y no fueron datos. La economía es una ciencia social, pero es una ciencia que se basa en información, que tiene que demostrar las tendencias que se quieren. Por lo tanto, yo creo que sería bueno que nos cuidaran menos y nos ayudaran más.
Mientras no le entremos a los factores internos que determinan la crisis económica del país no podremos darles solución a los problemas, porque es una multicrisis, y las reglas no se pueden trazar cuando no se reconocen las causas del diagnóstico. Esas causas se expresan en el campo monetario, pero están desde la esfera de la producción. Mientras no entremos ahí, no hay posibilidades de que podamos ponernos de acuerdo. Los riesgos que tenemos que afrontar y que estamos afrontando son sumamente fuertes.
Ya pagamos las consecuencias de un programa en 2021, que ahora se reconoció que fue mal diseñado, que no fue completamente ejecutado. Muchos dijimos que iba a destaparse un proceso inflacionario. ¿A quién se le ocurre multiplicar precios desconectados de la estructura de costos? La Resolución decía: “Multiplíquese por dos, por tres, por cuatro”, y yo decía: “¿Y esto qué cosa es?”. Cuando todos estos problemas ya los hemos vivido y hemos pagado las consecuencias.
Tenemos que pensar en los riesgos que representa no atender las regularidades de la economía, que es una ciencia social, con regularidades implacables, tanto es así que el gremio le llama “leyes económicas”, porque son regularidades que se mantienen y que se cumplen. Por eso me parece muy importante el propósito de reducir el déficit. Aunque no es lo mismo reducir el déficit por no gastar, que reducir el déficit por crecer la economía. Se trata de un proceso diferente del mismo efecto. Así que el problema es plantearnos qué se va a hacer para promover la economía.
Yo creo que un programa regresivo y rentista es sumamente peligroso para la sociedad cubana, porque en Cuba no hay exceso de demanda. En Cuba hay demanda insatisfecha, que son categorías económicas diferentes. Tenemos que plantearnos el sistema categorial acorde con el diagnóstico de lo que pasa en el país.
Yo le comentaba a Everleny, porque a él se lo preguntaron en una entrevista: ¿Qué significa que la empresa estatal socialista sea el actor fundamental? Cuando se dice eso, yo no sé por qué sospecho que todos no estamos pensando en lo mismo. Igual con la empresa privada, el sector privado como complementario, ¿a qué le llaman complementario y a qué le llaman fundamental?
Un artículo publicado en el periódico Granma donde dice la cantidad de tierras que hay en Cuba, disponibles o utilizables: ¿qué cantidad está bajo administración estatal –el Estado no es propietario, sino administra en nombre de la sociedad– y cuánta en el sector privado? ¿Y cuál es la que produce la comida que nos comemos? Esa pequeña comparación a mí me parece que nos pone en jaque respecto a cuál es el actor fundamental de la economía y cuál es el complementario, lo que para mí todavía está en una gran nebulosa. Gracias.
Manuel David Orrio: Aquí tengo tres preguntas: 1) En el ámbito del redimensionamiento del mercado cambiario, el premier Marrero Cruz mencionó el mercado ilegal de divisas y recordó que en la pasada sesión del Parlamento “nos referimos a que tenemos que ponerle fin a que desde un país en el extranjero y desde una computadora se proyecte cuál es la tasa de cambio que debe regir en el país”. ¿Qué rigor científico tienen estas palabras? 2) ¿Es aplicable a Cuba el concepto de economía de guerra? 3) Muchos economistas llaman a la formalización del mercado cambiario informal. Se alega que no se hace por falta de divisas del Estado, lo cual en principio sería objetable, pero si lo aceptamos como supuesto, ¿sería correcto legalizar las casas de cambio privadas que de hecho ya existen?
Fidel Vascós: (Sociedad Económica de Amigos del País). La pregunta que tú hacías, Rafael, de que si las mipymes, el sector no estatal podría influir en la tasa de inflación, yo digo que no. Porque en el caso de Cuba la dirección y planificación de la economía está dirigida por el Estado en un altísimo por ciento. En cuanto a solucionar la inflación, es el Estado el que tiene que resolverla. ¿Cómo? Mi propuesta es, en el mediano plazo, eliminar ese total factor decisivo del Estado en la economía y ampliar la regulación del mercado. Ampliar el mercado es la solución, en mi opinión, a mediano y largo plazo, de la inflación y de muchos otros problemas que tenemos.
En la planificación central, lo que tenemos aquí es lo que aprendimos a hacer en el CAME, todavía estamos bajo su influencia, con los balances materiales y todo eso. Ese es el elemento principal, en mi opinión, que hay que modificar en el mediano y largo plazo. Eliminar o reducir significativamente los balances materiales de productos y financieros; y ampliar las posibilidades del mercado para que principalmente regule la economía.
Hay quien me ha dicho: “Pero es capitalismo”. No, eso es una forma de socialismo nuevo, donde el Estado y el Partido, utilizando los recursos del mercado, deben dirigir en función de sus objetivos principales, que son la justicia social, la elevación del nivel de vida del país, la solidaridad internacional antimperialista, todos esos principios nuestros, para ejercerlos en las nuevas condiciones, utilizando las reglas del mercado por el Estado. Ese es mi criterio.
Puesto que eso no se puede hacer de inmediato, lo que toca hacer ahora mismo para enfrentar la inflación es lo que se ha dado en llamar “un golpe de oferta”. Inundar la demanda con oferta, abriendo las posibilidades de la importación, eliminando las trabas dentro de las posibilidades para que la producción nacional estatal participe también en esa oferta. Con ese golpe pudiéramos bajar la inflación, como tú preguntas. Esas son las dos consideraciones que quería aportar.
Oscar Fernández: (Economista). Voy a decir dos cosas muy breves. Primero, hay un factor trascendental, que ha cambiado en los últimos años, y explica, a mi juicio, el desate de la inflación en los últimos dos o tres años: cambió la estructura del comercio interior. Eso es lo más importante. Segundo, el papel regulador del Estado en los precios, que ejercía a través de la determinación de los precios minoristas, perdió peso en el comercio interior porque delegó la facultad de determinar esos precios a las cadenas, con lo cual se quitó de arriba la política de regulación de precios de la economía y se la trasladó a las cadenas minoristas. A mi juicio, ese es uno de los principales errores cometidos previos a este escenario.
Como justamente el comercio interior cambió, hay un peso mayor de ese comercio que se forma bajo condiciones de mercado. Lo que están haciendo las pymes es importando y desplegando en la economía condiciones de mercado, que consideran la tasa de cambio a la que tienen acceso, los precios internacionales de las materias primas, de los productos terminados que compran, los fletes, los impuestos, todo un conjunto de relaciones económicas que terminan en un precio de mercado. No necesariamente es un precio extraordinario en términos de tasas de rentabilidad. No tiene que serlo para ser un precio alto, con tasas de rentabilidad menores de 20%. Hay un montón de precios que no hay forma de bajarlos, ese es un hecho.
Lo que ha pasado aquí es que la economía protegida que teníamos, para ponerlo en términos sencillos, aunque fuera criticable, estaba basada en un sistema de salarios a unos niveles que, en teoría, se deberían corresponder con unos precios regulados. Esa primera economía protegida (ya sabemos que eso no alcanzaba tampoco y que ahí hay mucho que discutir, pero funcionaba así), al perder peso el Estado en cuanto a la oferta y aparecer los privados trayendo, importando y generalizando condiciones de mercado, los salarios no podían alcanzar. Ahí hay una contradicción que no tiene absolutamente nada que ver con la mala intención de ningún actor en específico. Fíjense ahora cómo sale la comparación de los precios de las cadenas de tiendas en MLC con las pymes, como mínimo similares, y muchos de ellos más abajo. No estoy discutiendo la justeza o no, sino que esas son las condiciones reales que se enfrentan.
Cuando la empresa estatal que importaba harina, recibía una asignación de divisas, y se la vendía a la panadería, la panadería registraba un costo de veinticuatro pesos por cada dólar que compraba en harina, y esos veinticuatro pesos formaban la ficha de costo del precio del pan. Cuando esta empresa estatal dejó de recibir divisas para comprar harina, porque las fuentes de divisa del Estado cayeron por distintos motivos, ¿qué les dijeron a las panaderías? “Búsquense la harina”. Los privados tienen autorización para importar harina, y muchas veces les cuesta más cara, porque importan menos cantidades. Pero supongamos que les cueste lo mismo: ¿qué tasa de cambio es la que trasladan a la hora de vender esa harina en pesos a la panadería? La del dólar en el mercado, que obviamente no es veinticuatro. La panadería compra esa harina a trecientos pesos el kilogramo, o sea, un dólar, y esa ficha de costo se dispara, de manera que el precio del pan también. La población protesta: “¿Y qué pasó aquí, si esto es estatal?” Y la respuesta de las panaderías es: “Le estamos comprando la harina a una mipyme”. Así que la interpretación popular es que las mypimes son las que están robándose el dinero del pueblo.
Esa matriz de opinión se entiende perfectamente que es infundada. Lo que ha faltado aquí es una política de comunicación clara para defender coherencia en la política económica, llena de incoherencias constantes. Y así no hay forma de avanzar.
Por último, retomo lo que han dicho aquí otros compañeros. La política que ha caracterizado los últimos meses, lo que ha sido anunciado, no tiene nada que ver con el fomento, no aparece por ningún lugar el incentivo a la oferta; por el contrario, es una política regresiva, lo único que va a lograr es que haya menos oferta, y por tanto la crisis se va a agravar. Si me preguntaran, en este momento en Cuba, socialismo habría que identificarlo con una sola palabra: oferta. Todo lo que potencialmente pueda afectar la oferta hay que evitarlo por completo. Las consecuencias van a ser desastrosas.
Hay mucha incertidumbre. Muchas veces nos acusan a los economistas de ser falsos profetas. El asunto es que hay un conjunto de relaciones que se pueden avizorar, a partir de que se están moviendo variables, que van a tener un resultado clásico, muy fácil de adelantar. Y la historia reciente lo ha demostrado una, y otra, y otra vez. Topar precios no tiene absolutamente nada que ver con generar incentivos o utilizar instrumentos indirectos para estimular ciertas producciones, que es lo que se hace en los Estados Unidos y en muchos lugares del mundo: topar precios al final. Casos muy contados a determinadas condiciones, nada que ver con la economía cubana.
Si la política económica quiere resolver los problemas de este país habría que concentrarse en tres cosas: más pymes, más negocios extranjeros, y más empresas estatales eficientes, con lo cual tiene que haber menos empresas estatales.
Douglas Tamayo: (Economista). Asombra que la Ley de Empresas y la Ley de Inversión Extranjera están planificadas para 2025. Sueño que por lo menos las analicen ahora y empiecen el día primero. Los que hemos trabajado muchos años en el sector externo, hemos sufrido la “antiley” de inversión extranjera, de desestímulo a la inversión extranjera. Los que tenemos por desgracia mucha edad, hemos presenciado que no ha habido nunca un sistema de estímulo a la inversión extranjera. Porque no es ahora que afectamos a las que se fueron, es que no hay. El 59-41, estudio de factibilidad, nos pone en una situación muy complicada. Esa inversión sería una fuente muy importante, pues muchos quisieran invertir en Cuba.
Luisa Íñiguez: (FLACSO, Universidad de La Habana). Desde que veo el tema, “Inflación e incertidumbre”, pensé que estamos trabajando en las incertidumbres del sistema alimentario cubano, no en la producción, porque nos quedamos en la producción y todo el mundo habla de aumentar la producción. Entre la producción y el consumo, la dieta y los efectos sobre la salud social, mental y física, hay un camino de flujos, de los que nadie habla. Como la economía es una ciencia social, la inflación tiene mucho que ver con el sistema alimentario, con los flujos alimentarios y con la salud de la población. Y si nos seguimos demorando, se irá marcando una generación por esa alimentación que están teniendo hoy, sobre todo los niños de 0 a 1 y de 1 a 5 años. Lo estamos siguiendo de alguna manera en algunos territorios que son muy diferentes. Hay que tener en cuenta que esto podrá pasar ahora, más rápido, no a mediano plazo; lo que estamos viendo es el corto plazo, urgentísimo, porque no es lo mismo demorarse para tener algo, o arreglar el carro o la casa, que darle comida y meriendas todos los días a los niños, que es urgentísimo. Tanto, que ya se habla de una emergencia alimentaria, lo hablan mucho los economistas, como Betsy Anaya.
Lo otro que quería decir es que, en el año 96, Ángela Ferriol argumentó muy bien que ya no se podía esperar más y había que acabar de subsidiar a personas –yo diría a familias–, y no a productos. Hoy lo oí por enésima vez, porque en los últimos tiempos no se habla más que de eso, de que apremia. Según el informe que presentó la ministra de Comercio Interior, apremia, y no se hace absolutamente nada. No sé lo que significa en la macroeconomía, pero en lo local, en lo micro, tiene su repercusión, y yo lo he vivido. Muchas gracias.
Silvio Gutiérrez Pérez: Muchas gracias por la oportunidad. Trabajo ahora en el Centro de Estudios del Ministerio de Finanzas y Precios, y sigo asiduamente el Último Jueves y cada vez que me invitan, vengo.
Coincido con todas las observaciones, me parece. He tenido oportunidad por Facebook, por mi perfil, de compartir también algunos criterios. Me gustaría reflexionar muy brevemente –y no con la intención de que me respondan– desde otro ángulo.
Espero que nadie me tilde de loco por esto: la inflación tiene aspectos muy negativos en el salario y nivel de vida, pero el incremento sistemático de la inflación tiene también aspectos positivos. Porque el impacto del costo en el precio disminuye en el tiempo. Si van creciendo más los precios que el inventario, la diferencia se va ampliando, y es verdad que después vas a comprar productos más caros, pero esa sistemática debe tener un impacto creciente.
Entonces quiero reflexionar sobre por qué ese efecto no incentiva más la producción agrícola, por qué al guajiro no le gusta producir más, qué está pasando, cuáles son las limitaciones que tenemos. De hecho, yo he conversado con varios directores de mipymes, y al principio me trasladaron estos mismos criterios de Aldo. Pero después me decían: “Sí, pero yo tengo inventarios que me están rindiendo, con los almacenes llenos a un precio más bajo que lo que está hoy”. ¿Me explico? Y cuando tengo la suerte de hablar con algunos productores agrícolas, ellos dicen: “Yo estoy viviendo de la diferencia de los precios algunas veces, cómo van creciendo”.
Porque la inflación la considero un elemento dado, ya muy poco podemos hacer. Por poco que hagamos, Carlitos, para eliminar el déficit fiscal, hay que ver en qué momento y cuándo podemos ver ese impacto en la inflación de todas las medidas que estamos tomando.
Hay un conjunto de hechos y factores que no solamente pueden ser del mal proceder cubano, sino de situaciones que no permiten muchas cosas en nuestro país, como importar insumos, incentivar la producción, estimular la exportación de las empresas cubanas. Si vamos a hacer un análisis integral tenemos que hacerlo de esa manera. Coincido con todos los enfoques que se han dicho aquí, pero creo que el análisis de la inflación no puede verse solo como el enfrentamiento a la inflación, hay que verlo también sobre cómo aprovecharla. Si el cielo te tira limones, toma limonada. Y tiene aspectos que se pueden aprovechar, según estudios que se han hecho; en ese entorno también tenemos que trabajar. Quizás difiera con algunas opiniones, pero es mi manera de ver. Muchas gracias.
Rafael Hernández: Les doy la palabra entonces a los panelistas. Antes quisiera dejar flotando una pregunta que ninguno quiso responder, no porque la hubieran rehuido, sino porque podían elegir tres. La pregunta era qué otras variables influyentes sobre la economía alimentan la incertidumbre. Porque la incertidumbre es más grande que la inflación, con todo respeto por la ciencia económica. Y como este panel se titula “Inflación e incertidumbre”, podríamos pensar en la incongruencia entre los empleos y los salarios, y que no tiene que ver con la producción de bienes y servicios, ni con la política monetaria estrictamente. Por ejemplo, el déficit que representan las pensiones, de las que vive supuestamente casi una quinta parte de la población que no trabaja; la emigración laboral, no solamente la externa sino la interna; así como otros que tienen que ver con esa dimensión de la economía que es la familia, que no está nunca reflejada en los grandes números, en los radares macroeconómicos, pero tiene que ver con el comportamiento de la sociedad, con lo que ahora mismo llamaba la atención Silvio. No quería dejar de mencionar ese ángulo, ya que los panelistas no van a tener tiempo de abordarlo.
Les voy a dar la palabra. Pero como sospecho que en la inspiración de responder van a empezar a contestar la última pregunta, quiero hacerla de a vez: ¿cuáles son los nudos de política fiscal, de política económica y social que traban el control de la inflación e incrementan la incertidumbre? Ya se han puesto sobre la mesa varios de ellos. Y la madre de todas las preguntas: ¿cómo destrabar esos nudos? ¿Y a qué costos? No hagamos como si las soluciones no conllevaran costos, porque siempre los conllevan. Queremos oír los costos de ese destrabe.
Rafael Montejo: Las intervenciones han estado también muy ricas en contenido, porque refrescan ideas. Y hay cosas que no puedo pasar por alto, porque si uno tiene un criterio, siempre es bueno compartirlo.
Yo soy de los que afirma de que el ordenamiento monetario fue un éxito. Aunque, como Silvio, no quiero que me tilden de loco. ¿Qué pasaría si no hubiéramos tenido ordenamiento monetario? Alguien dijo que se frustró a la mitad, que no se hizo todo lo que tenían que hacer, y que no dieron tiempo a rectificar lo que debía ser rectificado. El ordenamiento previó una inflación, sí se sabía, e incluso se dieron plazos para rectificarla, pero no se hizo. Y debía estar acompañado de otros mercados que aquí se han mencionado, mercado cambiario y de deuda, que no se terminaron de hacer, y estaban en las propuestas, porque ahí canalizábamos una cantidad de cosas importantes. Pero no se hicieron. No voy a echar ahora culpas porque no me toca, pero no se hicieron. Por lo tanto, no se concluyó, a mi modo de ver, un proceso que conjugaba al mismo tiempo la política fiscal, tributaria, cambiaria, los salarios, Era difícil hacer eso, a nadie se le ocurría que iba a ser de golpe y porrazo una reforma integral –como dice el título de este panel–, y que la íbamos a tener así de librito y caminar. Como toda reforma, llevaba trabajo duro, de pico y pala, porque hay que mirarlo desde nuestras institucionalidades y nuestras interioridades para salvar algo de lo que estaba diciendo, para reducir incertidumbres, que no se han logrado, y toda una serie de fenómenos negativos que, en lo social, la profesora Luisa estaba apuntando que son lamentables, si no resolvemos determinados problemas en determinados plazos.
Lo otro que quiero comentar es la agricultura. Tenemos 75% de la población en zonas urbanas, y el resto en zonas rurales. Pero de ese 25%, solo 3% trabaja directamente en la agricultura, en el surco. Ese tiene que sostener al resto del mundo con importaciones, sin paquetes tecnológicos, y sin divisas, con un 70% de las tierras en secano, y no de primer y segundo nivel, sino de las peores tierras. Esas son las condiciones de nuestra agricultura, que es tropical. Entonces hay que hacer todo lo posible para que eso, que apenas da el 4% del PIB, produzca más. Ese diagnóstico no es nuevo, es viejo, pero es lo que hay. La estructura de la tierra ha experimentado un cambio socioclasista tremendo en los últimos años, no nos engañemos, porque como alguien afirmó, ese 70% de las tierras hoy está en manos de particulares –no quiero decirles privados, son nuestros campesinos– y de usufructuarios. Cuando hablamos de esas cooperativas, todo el mundo que ha estado en la tierra sabe que se trabaja individualmente. Basta ir allí y mirarlo de cerca, para ver cómo se trabaja realmente. Esa es nuestra estructura, y hay que buscar los mecanismos para favorecerla, porque aporta una parte importante de la solución alimentaria de nuestro país, de la parte que nos toca a nosotros, en condiciones de rendimientos muy bajos de cualquier producto que nosotros pensemos que está en el agro ahora. A pesar de que algunos han sido estimulados, porque se le suben los precios, pero no tienen prácticamente efecto real. Caminen por las guardarrayas y vean las condiciones en que se trabaja la agricultura. No se trata siquiera, a mi modo de ver, de un tema económico, como alguien estaba señalando aquí; es que el estímulo a la agricultura tiene que ser integral, incluyendo las condiciones de vida, una cantidad de factores muy grande, que llevan también su poco de pensamiento e inversión. Ese es otro tema.
En cuanto a los nudos, los principales son institucionales. Tenemos que mejorar mucho más los engranajes de los ajustes institucionales.
Todos los que me conocen saben que yo soy partidario de que lo que necesitamos es más planificación y no más mercado, lo afirmo categóricamente. Primero, porque la planificación es un acto de inteligencia. Y el mercado también puede ser planificado, es un mecanismo, pero son postes en el camino. La planificación es lo que yo diseño y quiero, y a dónde quiero llegar. Por lo tanto, lo que necesitamos es más y mejor planificación, porque el mercado lo que me está diciendo es el escenario donde me estoy desarrollando, y me da señales, me da información, y debe ser desarrollado planificadamente también.
En cuanto a contraponer mercado, más o menos mipymes, habría que ver la estructura de Cuba. Los Estados Unidos tienen millones de empresas y trescientos sesenta millones de habitantes, debe andar por ahí; Japón tiene unos ciento veinte millones de habitantes y tiene también una cantidad enorme de empresas. Tuve la oportunidad de estar allá, y de compartir con un grupo de titulares de negocios privados, ver sus condiciones reales, y cómo se desarrollan concretamente.
Un gran nudo que tenemos –lo mencioné al principio– es un descalce financiero tremendo; no honramos nuestras deudas; el efecto bloqueo hace lo suyo (no quiero centrar la atención en el tema bloqueo, pero hace lo suyo), en el sentido de que impide tener relaciones normales financieras con muchos lugares del mundo, hay persecución.
También tenemos que analizar el aprovechamiento de esas divisas, dónde se colocan y cómo, dónde dan más rendimiento. Porque ahí hay una escasez tremenda, y ese es otro segundo gran nudo.
Por último, me referiré a la incertidumbre. Porque la inflación, como algunas personas aquí han dicho, y yo coincido plenamente, tiene también una mirada desde la cotidianidad, desde lo que todos los días necesitamos. Entonces las soluciones y las estrategias de salida de familias, de comunidades, son distintas, y no todos tienen las mismas posibilidades de enfrentar esa cotidianidad, que resulta muchas veces muy dura para mucha gente. Y comenzamos a apreciar también que se va generando una pobreza estructural, de la cual va a costar mucho trabajo salir, porque comienza a entronizarse en nuestro sistema económico. Y lo deseable es que podamos encontrar las soluciones que reviertan esa situación.
En cuanto a estos nudos y cómo desatarlos, uno grande es el energético, que tenemos que resolver. Energía es economía. Soy de los partidarios de la economía física, me gusta que me hablen en toneladas, y que las comparaciones sean físicas, porque los valores pueden ser más, multiplicar por menos, etc. Pero tenemos que saber cuánto estamos produciendo físicamente, y la energía mueve casi todo lo demás, ese es uno de nuestros grandes nudos.
Los otros dos son financieros y dependen de nuestro sistema institucional, que tenemos que lograr despejar.
Y hay uno inmediato, relacionado con dos intervenciones. Tenemos que ayudar, compartir con los espacios donde radican grandes comunidades y personas con muchas vulnerabilidades, que viven en pobreza, porque si no, no vamos a poder dignificar a las personas.
Tenemos una crisis también enorme de fuerza de trabajo, no solo para el sector estatal sino también para el privado. En estos días estaba preguntando por qué un negocio privado no se acababa de abrir en un lugar cercano a mi casa, y es porque no tienen trabajadores. El efecto de la emigración masiva sobre la fuerza de trabajo, del envejecimiento de la población, es muy grande, y está causando también uno de esos grandes nudos que hay que desatar.
En economía, la riqueza solo crece de dos maneras. Se aumenta la productividad vía tecnología, o se incrementan las personas, no hay de otra. Y aquí está disminuyendo la población, y no se va a crear riqueza, tiene que lograrse por vía del incremento tecnológico. Ahí hay algunas de las señales de cuáles serían, en correspondencia con esos nudos, las soluciones posibles, atacando esas causas fundamentales.
Aldo Álvarez: Yo voy a dar una opinión plenamente personal basada en mi experiencia de vida y en mi desarrollo, como decía, como empresario, voy a ser bien directo y voy a tratar de ser lo más transparente posible.
A mí me da igual que haya mercado o que haya planificación, me tiene que funcionar. Si yo soy guantanamero y vengo para La Habana a ser policía y el salario no me alcanza, termino siendo albañil, y si no me alcanza, termino siendo taxista, y si no me alcanza, me voy a robar. Si yo soy productor agrícola y estoy produciendo ajo, y no me funciona, me voy a sembrar tomate, y si no me funciona, voy a sembrar otra cosa o dejo de sembrar. Y así, eso aplica una y otra vez a todos los análisis que desde la economía familiar, como proyecto personal o empresarial, se realizan.
Cuando se va a realizar un emprendimiento de algún tipo, planificar un plan de vida, y la planificación entra en conflicto con lo que son los objetivos que se tienen como persona, como empresario, como familia, la planificación da igual, se van a ir del trabajo, se van a ir del país, y a buscar otro plan, así de sencillo.
No estoy en contra de un concepto o del otro, lo que estoy diciendo es que no vamos a lograr que esa migración laboral se termine si no se atacan las causas, no los efectos.
Si viene un empresario extranjero hoy, ¿qué hace? Cuando llega al país, después que ve a dos o tres instituciones, se va a su embajada a ver ejemplos de cómo les ha ido a otros empresarios extranjeros, de cómo funcionan otras operaciones, y cuando les explican que no funcionan, no lo hace, se va.
El inversor extranjero viene y le dice a cualquiera aquí: “Quiero invertir contigo para producir tomates”. “No, pero tú sabes, el Ministerio no está aprobando inversión extranjera en producciones agrícolas del sector privado”. Ahí tenemos un obstáculo. “Cuando se pueda, me avisas, me voy”. Pasan cinco, diez, quince años, y se perdió una oportunidad de inversión, porque de “esta manera no se hace”, porque “es lo que está diseñado”, “es lo que está estructurado”, “lo que está planificado”. Bueno, ahí hay un problema.
El mercado tiene sus propias crisis y sus propias dinámicas, y tampoco es la solución en sí mismo. Lo que quiero decir es que en cualquiera de los casos los niveles de incertidumbre que hay hoy para cualquier persona que quiera emprender en Cuba, que quiera trabajar o llevar un proyecto personal en Cuba, son muy altos, porque las reglas cambian una y otra vez. Cada vez que cambian las reglas y los parámetros, hay que volver a reanalizar, a recalcular, a darse cuenta si lo que uno está haciendo funciona o no. Y quizás lo que hace dos años empezaste a hacer, hoy no te funciona, y pierdes las energías para volver a decir: “Bueno, me reconvierto, ahora no voy a ser policía, ahora voy a ser taxista o ahora voy a ser albañil”. Hay una dinámica ya psicológica en las personas, que se cansan, se aburren.
Yo no tengo los datos, pero ¿cuánta gente vio la Asamblea, cuánta gente está prestando atención a lo que sale en el Noticiero, cuánta gente ve la Mesa Redonda para hacer sus cálculos para saber de verdad qué va a hacer con sus vidas? Las personas hacen el dos más dos, cuatro, y les funciona; si no les da cuatro, no lo hacen, así de sencillo. Porque la incertidumbre es falta de confianza; las proyecciones de que si yo hago esto y confío en que esto me va a llevar a esto otro, no están claras. Entonces, háblame del hoy, de lo que se puede, del ahora, de lo que estamos haciendo –no te lo digo a ti, Montejo, sino en general–, no me hables de lo que vamos a hacer, de que algún día podemos hacer algo, no. Dime cómo esto va a funcionar mañana, si no, no me vale.
Yo veo ese cambio de actitud, por llamarlo de alguna manera, no tengo una metodología, no me baso en estudios antropológicos ni sociológicos, pero lo veo muchísimo, cuando tú le hablas a alguien y le dices: “Pero dentro de tres años…”, te dice: “¿Tres años? No, el mes que viene, no hay tres años”. “Pero mira, esta política va a funcionar en tres años”, “No, no”. ¿Por qué? Tú lo explicabas, Montejo: el ordenamiento ni siquiera se implementó completamente, ni siquiera llegó a su fase final. Eso genera una desconfianza en general hacia cualquier proyecto de vida, cualquier proyecto empresarial, cualquier proyecto familiar que se pueda desarrollar. Hay datos que pueden ilustrar esto: la baja tasa de natalidad, la migración, hay muchos. No es mi función darlos aquí, pero ustedes, economistas muchos de los que están aquí, tienen acceso a ellos; son indicadores van diciendo cuál es la toma de decisión personal que está teniendo la sociedad.
¿Cuáles son los nudos? En mi opinión, hay una falta de consenso tremendo, basada en visiones completamente diferenciadas de cuáles deben ser las soluciones. Presumo que, en muchos casos, hay buena fe, pero también asumo que en otros muchos hay no solo una cuestión de visión, sino también intereses económicos. A nadie le gusta que le cierren una empresa, y si yo soy director de una empresa estatal, manejo recursos, tomo decisiones, tengo personal, y una posición privilegiada en la sociedad, no me gusta que me vayan a cerrar la empresa, ni que ahora me hagan competencia desde otro lugar, y estoy en contra de esas políticas. Hay intereses personales, económicos, y todo un rompecabezas que no se acaba de engranar, y que cuando se coge una dirección, pasa un tiempo y se coge otra, y otra, y pasa otra. Es muy difícil resolver cualquier problema de la sociedad cubana, no solo este, en esas condiciones.
¿Los costes? Yo me estoy quedando en el diagnóstico, así que me gustaría dejarlo ahí, porque si no haría falta otro panel. Gracias.
Carlos Lage Codorniú: Qué bueno que hay un no economista en el panel, Rafael. Por las preguntas que hiciste, podríamos estar conversando aquí hasta mañana, así que voy a ver qué puedo responder.
Empiezo por el debate plan-mercado. Mi respuesta corta es más plan y más mercado, los dos. Porque en Cuba no hay planificación, en Cuba hay administración de recursos de corto plazo. Uno se reúne con planificadores de América Latina que tienen una visión, llegan aquí y se asustan, porque creen que aquí es la meca de la planificación, y nosotros no planificamos nada. Ese es un gran problema.
¿Por qué más mercado? Porque más mercado no es más empresas privadas, más mercado es una economía que funcione más en base a señales de mercado, que es una cosa distinta. Además de que también necesitamos más empresas privadas.
Para que tengan una idea, se han hecho cálculos de que si Cuba tuviera la estructura institucional de otros países de la región, necesitaría quinientas mil pymes para armar tejido productivo, y tenemos once mil. No va a haber tejido productivo sin mipymes, sin muchas mipymes.
¿Eso quiere decir que por la cantidad van a pasar a ser el principal actor de la economía? No, porque en muchas economías son 95% de los actores y 20% del nivel de actividad. No es contradictoria una cosa con la otra, siempre que hagan tejido productivo.
Otra cosa de la que se habla muy poco, pero que es clave. Nos pasamos la vida hablando de concentración de la producción y de la propiedad. Pero mientras menos mipymes, más concentración de la propiedad; mientras más barreras de entrada, más limitaciones, más cortes. Los que están hoy y los que pudieron llegar antes van a tener mucho más poder de mercado, se van a enriquecer mucho más y tener muchas más prerrogativas. Por lo tanto, más mercado y más mipymes, sí nos hacen falta.
Rafael Montejo: Hay una buena noticia, disculpa que te interrumpa. Los municipios pronto van a poder autorizar lo que hacía el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) hasta hace poco. Es decir, el incremento de mipymes, que es una función que tenía centralmente el Ministerio está siendo delegada a nivel de municipio. Por lo tanto, habrá un incremento, y se parecerán más las mipymes, lógicamente, a sus territorios.
Carlos Lage Codorniú: Hay otra cuestión muy importante y creo que es uno de los nudos, sin pretender hablar de todos. Es que no acabamos de entender que este es otro país, ya sea porque lo hubiéramos querido o no, pero es otro. Voy a hablar en términos monetarios de cuatro cosas que me parece que explican por qué lo digo.
Primero, por el rol que ha tenido el sector privado, que tiene hoy en la economía, y sobre todo el que tiene en el comercio. Mas allá de si nos parece bien o mal, es un hecho.
Segundo, por el peso que tienen en la economía los circuitos informales y en efectivo. También son un hecho. Es una economía al cash, al margen del sistema financiero. Las remesas que siempre entraban aquí por el sistema anterior, el sistema bancario Cadeca-TRD, ya eso no existe. Esta es otra economía, muchas de las operaciones cada vez son más informales.
Un fenómeno nuevo, muy peligroso, pero lo que hay es que tratar de entenderlo, es la transnacionalización de la economía. No solo se está yendo mucha gente, sino que hay negocios que empiezan allá y terminan aquí, empiezan aquí y terminan allá, y cada vez más. Hay muchas operaciones aquí cuyas transacciones financieras son afuera por distintas formas, canales de pago, plataformas, cuentas directas, etcétera.
La pregunta aquí es: ¿nos vamos a meter con las consecuencias, o sea, con el fenómeno, o vamos a entender que ese fenómeno es resultado de la pérdida de credibilidad en las instituciones y especialmente en el sistema financiero? Porque si no reconocemos eso, las medidas que tomamos lo que hacen es reforzarlo. Hay que tener en cuenta que la política económica tiene que ser capaz de implementarse y de controlarse; si no, no es política, sino un estado de deseo. Cuando tienes mucha informalidad, mucha economía transnacionalizada, mucho cash, aunque quieras, no puedes.
Voy con el tema de los topes de precio, sin querer agotar la discusión, sobre la capacidad para controlar. ¿Cuántos inspectores tenemos, cuántos funcionarios en el sector público, más allá de si es bueno o no? Hablando del control de precios, después que pase la campaña, ¿qué va a pasar con los controles de precio? Más informalidad, más mercado negro, menos producción. Ya está demostrado. Nuestra experiencia nos lo demostró. ¿Cuántas veces se ha intentado implementar controles de precios en los últimos tiempos y no ha funcionado? Esa es una discusión que habría que tener.
En relación con ese tema de los topes de precio, la siguiente pregunta es: si ya el sector privado tiene un peso importante en la economía, ¿se regula de manera diferente a como se regula el sector estatal? Eso implica no solo instrumentos diferentes, sino mesa de diálogo. Es decir, si son un actor, las medidas tienen que nacer del diálogo con ese nuevo actor en la economía, donde tiene un peso.
Yo he oído en muchas discusiones: “No, porque se empodera al sector privado”. Es que ya está empoderado, se trata simplemente de reconocer su poder y ponerlo en la mesa de diálogo. Porque no reconocerlo, además, dificulta la búsqueda de la solución. Es un problema también en política económica, como en política en general. Hay una dosis alta de estas cuestiones que pasa por el pragmatismo a la hora de hacer política.
Ahora voy con los nudos. Yo voy a decir tres fundamentales. El primero es de muy corto plazo. Aldo decía una cosa clara: la gente no quiere oír hablar de tres años, llevamos mucho tiempo de crisis, y en el corto plazo lo único que hace falta es lo que decía Vascós: un “golpe de oferta”. Nada más. Fíjense que yo soy macroeconomista; pero no creo que reducir el déficit fiscal sea más importante que tener oferta en el corto plazo. Porque si tenemos oferta e ingresos en divisas, al final vamos a tener efectos positivos sobre el resto de las cosas.
Ahí hay una cuestión importante en política económica, consistente en manejar conflictos. Cuando tienes muchos objetivos, tienes conflictos. A veces, haces una cosa que mejora un objetivo y desmejora el otro. Aquí hay un problema de prioridad. Si la prioridad es el “golpe de oferta”, viene la pregunta –disculpe, Montejo, no es por polemizar sobre el tope de precios de nuevo–: ¿el tope de precios tiene riesgos de desestimular la producción? Porque en este momento, lo más importante es estimular la producción. ¿El incremento de precios de la gasolina está mal? Sí. ¿Está mal que paguemos la gasolina más barata del mundo? Sí. ¿Subirla puede tener costos sobre los precios y sobre la capacidad productiva? Entonces, piénsatelo, porque el problema es que no se pueden resolver todas las cosas a la vez. ¿Está mal que los privados evadan el fisco? Sí. ¿Está mal que no paguen los aranceles correctos? Sí. ¿Pero no quieres generar un “golpe de oferta”? Súbanselos, pero no ahora, sino después de que tengas el “golpe de oferta”, que es la prioridad ahora.
Hay que manejar conflictos de política. No es que nadie defienda las cosas que verdaderamente están mal en la economía: no está bien que no paguen los impuestos, que no paguen los aranceles que tocan, etc. Pero hay que saber el momento oportuno en que se debe hacer cada cosa. Porque como política económica tiene que haber una prioridad. Yo no estoy seguro de que la prioridad sea la oferta, solo estoy diciendo mi visión de lo que debiera ser la prioridad. Pero si se reconoce que es esa, todo lo demás tiene que subordinársele. Porque, además, es una economía que está en un momento muy complejo, carece de los recursos financieros, de credibilidad, de los recursos humanos suficientes para proponerse grandes cosas. Se trata de un gran golpe seco y eficiente y que tenga capacidad en el corto plazo. Aquí el costo yo creo que es evidente: tienes que estar dispuesto a sacrificar otros objetivos, así de sencillo, y tienes que saber comunicarlo.
Segundo nudo: credibilidad. Hay que construir reputación. Sufrimos una pérdida clara de reputación del sistema financiero y de las instituciones públicas por errores de política. Algunos tienen que ver precisamente con el ordenamiento: pero no solo con eso, sino con las tiendas en MLC, con algunas otras cosas que han pasado en los últimos tiempos, que la gente no quiere poner su dinero en el banco, esa es la realidad. Y además, no hay suficiente credibilidad que lo señale.
No tengo claridad sobre cuántas cosas más se pueden hacer. Me imagino que los comunicadores ahí pueden tener su peso. Pero lo principal es dar señales, y las señales se dan con cosas concretas. Si se toman medidas políticas que verdaderamente dan idea de que estás centrándote en un objetivo muy claro, son señales claras, y eso es suficiente para restaurar credibilidad, que estás cambiando de rumbo, que estás tomando medidas que inmediatamente pueden tener un efecto muy positivo.
El tercer nudo es la reforma estructural. No se puede posponer más, no hay nada de lo que se está haciendo en los últimos tiempos que acabe de engranar el inicio de la reforma estructural. Hay una discusión fuerte sobre los problemas estructurales en la economía. Ojo: no solo son estructurales. Porque estructurales son la producción, el empleo, etc. Hay problemas institucionales de diseño del modelo económico. El gran problema cambiario, no está resuelto, está peor que nunca. La economía nunca va a levantar con ese problema.
Porque el gran problema de Cuba es que para cambiar la estructura necesitas de un nivel de reglas de juego e incentivo que te hagan que los agentes quieran y tengan los incentivos necesarios para producir. Entonces incluso para pasar a lo estructural tienes que primero cambiar lo institucional, las reglas del juego donde opera la economía, y aquí empato de nuevo con “más plan y más mercado”.
Quedan cosas por decir, pero lo dejo por aquí.
Rafael Hernández: ¿Tu querías decir algo más, Oscar?
Oscar Fernández: De lo que iba a decir, he quedado completamente liberado con la intervención de Carlitos. Lo que quiero ahora es reforzar la idea de que, si bien todo el debate ha sido muy rico, esta última intervención de Carlos, hasta donde yo tengo conocimiento, recoge el pensamiento al menos del noventa por ciento de los economistas que pensamos Cuba, y debería reproducirse este panel. En especial, para hacérselo llegar a todos los que tienen que tomar decisiones.
Rafael Hernández: Llegamos al final de esta sesión. Lo más chocante de un debate de Último Jueves, y a la vez lo más interesante, es escuchar cosas que uno no piensa. A diferencia de un juego de fútbol, donde lo más interesante es comentar desde las gradas, tomar cerveza y rositas de maíz y compartir con el de al lado, pues allí uno se reúne con gente que piensa como uno y que le va al mismo equipo, y si no, se matan. En estos debates, se trata de escuchar ideas diferentes a las que uno tiene, y que resultan lo más útil de Último Jueves, de manera que hay que prepararse psíquicamente para no escuchar a los miembros del equipo de uno, sino a los de los otros, no con simples opiniones, sino con otros razonamientos. No importa que esos otros razonamientos sean del diez por ciento. ¿Quién dijo que la mayoría tiene la verdad? ¿Qué la verdad se vota? En todo caso, escuchar al diez por ciento que no piensa como uno es un ejercicio de aprendizaje, sobre todo si uno lo escucha. Si uno se dispone a pensar de nuevo todo lo que dijo este panel, junto con las intervenciones del público, son en buena medida un excelente ejemplo de algo que queremos conseguir en Último Jueves y que no siempre conseguimos. Porque reunir a un grupo de economistas que piensen igual en esta mesa es muy fácil de hacer. Traer a quienes piensan diferente es muy difícil. Como tampoco se pueden entender unas visiones sin las otras, porque todas están ahí presentes, y depende de dónde uno se quiera situar, y de donde uno esté.
Yo les quiero dar las gracias a todos los participantes del panel. A Rafael Montejo, porque a él le toca la parte más difícil, ya que es del equipo que tiene minoría en esta sala, y los comentarios desde las gradas lo prueban, y bastante que se han comedido. Quiero pedir no solo para él, pero también para él, el aplauso del final de Último Jueves, porque sin eso no tendríamos un debate, que es a lo que no estamos acostumbrados. Es lo que decimos que queremos, pero no es verdad, porque casi siempre lo que queremos es escuchar lo mismo que nosotros pensamos. Nada de eso lo digo por ninguna intervención aquí, sino porque este es el Último Jueves número doscientos no sé cuántos, y lo hemos visto muchísimas veces.
A Aldo Álvarez, a quien he invitado varias veces a venir a este panel, pero está siempre muy ocupado, ya que es un empresario, gracias por haber venido y por haber presentado su punto de vista de una manera estructurada, analítica, crítica, ecuánime, diría yo, que no siempre la lógica de los que argumentan desde la perspectiva del sector privado lo es. Le agradezco mucho por su ecuanimidad y por hacernos razonar sobre esto, porque se trata de hacer razonar a quienes no piensan lo mismo que uno, no a la gente de su equipo.
Y finalmente a Carlitos Lage, a quien sí hemos tenido antes en la revista Temas, y en algún panel, por estar aquí. Me dijo que lo presentara como funcionario del PNUD; aunque quiero reiterar que ni él ni ninguno de los panelistas ha estado reflejando el punto de vista de ninguna institución. A él le agradezco también muy especialmente por sus intervenciones aquí.
A los tres, gracias por pasarle el guante a todas estas pelotas, a las preguntas y a la fusilería de los asistentes. Gracias por permanecer a pesar del calor en esta sala, de que las guaguas están malas, y les prometemos que haremos todo lo posible porque todo el debate esté circulando en cuatro o cinco días. Muchas gracias a todos.
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