martes, 06-05-2025
¿Habemus reformas? La interacción público, estatal, privado
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* Realizado en la Universidad de la Habana, el 24 de abril de 2025.
Panelistas:
Michele Curto. Director del proyecto Avenida Italia y representante de Unioncamere Piemonte.
Oniel Díaz Castellanos. Socio fundador de Auge.
Gilda Dieppa Sanabria. Directora jurídica del Ministerio de Industria Alimentaria.
Hiram Marquetti Nodarse. Economista. Centro de Estudios de la Administración Pública
Yan Guzmán. Profesor. Facultad de Derecho, Universidad de La Habana. Miembro del Consejo Asesor de la revista Temas.
Rafael Hernández: Bienvenidos a Último Jueves, panel de discusión de la revista Temas dedicado hoy a “¿Habemus reformas? La interacción público, estatal, privado”. Yo aquí voy a ser nada más que el maestro de ceremonias, pero no quiero dejar de decir que estamos muy contentos de estar en la Universidad de La Habana otra vez.
Hace tiempo que no hacemos un debate como este y una presentación de la revista Temas como pudimos hacer en años anteriores. Le agradezco mucho a Yan Guzmán, organizador de este evento en donde estamos invitados a participar con nuestro panel de los Jueves. Le agradezco mucho a la Unioncamere Piemonte y a la Universidad de La Habana por darnos la oportunidad de realizarlo aquí.
Yo solamente quisiera hacer referencia a que no es la primera vez que estamos abordando este tipo de asuntos en las sesiones de debate ni en la revista Temas. Yo traje conmigo, como muestra, algunos números de la revista –que, como ustedes saben, ya no existe en papel– donde se recogen muchos de los problemas que son tangentes con los que se van a discutir aquí.
Uno es este número dedicado a “Transiciones”, de 2007, donde se abordan aspectos fundamentales del cambio y de la emergencia de una nueva manera de pensar el socialismo. Este otro lo titulamos “Hacia un nuevo sector público”, data del año 2015 y aborda algunos de los problemas que se retomarán aquí en este panel. Un tercero que fue dedicado a la perspectiva de una nueva economía, a la necesidad de una nueva organización de la economía y de un nuevo modelo económico, es de 2002, hace 23 años. Este otro número que se llama “La economía se mueve”, es sobre economía y sociedad, de 1998, y algunas de las cosas que seguimos discutiendo hoy ya están aludidas en algunos de los ensayos que están aquí. Aquí hay otro, de 2013, dedicado a algo que está ahora en boga, la economía social y solidaria. Y finalmente este de 2017 que se llama “La pequeña escala como estrategia de desarrollo” –small is beautiful— cuyos tópicos se intersectan con algunas de las preguntas que tiene este panel.
Quiero decir que sabemos, y emerge en todos estos estos ensayos y en los paneles que hemos hecho sobre este tema, que hay una diferencia conceptual fundamental entre lo estatal y lo público, así como la hay entre lo privado y lo cooperativo, lo comunitario y lo asociativo, que no son lo mismo. No solo en términos de la propiedad de los medios de producción, sino de la índole de la gestión de esos medios. Diferencias que refieren a la dimensión política, la económica, la jurídica, por supuesto, y que se manifiesta en modalidades y poderes asimétricos y en relaciones sociales, también son desiguales.
Foto: Pedro Pablo Chaviano/ Revista Temas.
En un orden altamente centralizado y vertical, donde el Estado y sus estructuras han concentrado recursos y toma de decisiones, no es extraño que lo estatal se confunda con lo público y que las formas de gestión colectivas, como son la cooperativa, la comunitaria, la asociativa, sean menos autónomas de lo que deberían, de manera que tiendan a ser absorbidas por los principales polos, que siguen siendo el estatal y el privado-privado.
En este panel no podremos abordar toda esta compleja problemática, pero nos parecía necesario, en una introducción, hacer referencia a que el contexto de este debate entre lo público, lo estatal y lo privado es mucho más amplio y complejo. Y si bien lo hemos visto en otros paneles, así como en otros números, vale la pena aterrizar de nuevo en este punto.
Hemos hecho Último Jueves como este, dedicados al modelo económico, a la descentralización, a la reestructuración de la economía, a las experiencias del sector público, incluso con la participación de panelistas europeos, y al sector privado y sus efectos precursores. Quería decir estas “herejías” antes de que empiece el panel, que no son responsabilidad del panel, y mucho menos de su moderador, que es Yan Guzmán, a quien le doy las gracias por hacer esto, que seguramente saldrá muy bien.
Yan Guzmán: Buenas tardes, gracias Rafael. No debo empezar sin agradecer. Esta actividad se hace en el marco del curso intensivo “Sobre la comparación jurídica y los desafíos para una sociedad plural y una economía sustentable y solidaria”, pero también del proyecto Avenida Italia, obviamente con la colaboración de la Universidad de La Habana y de la Fundación UH. Tenemos que agradecer también a la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo, que es parte del proyecto, a Unioncamere Piemonte, al gobierno de La Habana y del municipio Centro Habana, que también forman parte del proyecto Avenida Italia. Doy paso a la presentación de los panelistas: están con nosotros el profesor Hiram Marquetti Nodarse, del Centro de Estudios de la Administración Pública; Osniel Díaz Castellanos, socio fundador de Auge; Gilda Dieppa Sanabria, directora jurídica del Ministerio de Industria Alimentaria, y –vía online– Michele Curto, director del proyecto Avenida Italia y representante de Unioncamere Piemonte.
La dinámica son cinco preguntas que están previamente establecidas, y que conocen los panelistas. Vamos a hacer un corte en las tres primeras, ya están de alguna manera identificadas cuáles responde cada uno. La primera: ¿en qué medida las políticas de reforma han enfatizado la consolidación de un sector público distinto del aparato del Estado, las estructuras de gobierno y poder público? ¿Qué problemas han restringido? La segunda: aunque el sector privado ha sido reconocido, su desarrollo y articulación en el sector estatal siguen siendo un tanto limitados y sujetos, en cierta medida, a una incertidumbre. ¿Por qué? Y la tercera: mirando al conjunto de la interacción estatal-público- privado, ¿con qué otros problemas no resueltos del modelo social, político, económico, se relaciona esta interacción? Tiene la palabra el profesor Marquetti.
Hiram Marquetti Nodarse: Quiero agradecer a los organizadores de este curso por darnos la oportunidad de estar con ustedes hoy en la tarde, abordando un tema, a mi modo de ver, extremadamente amplio y complejo, y de un creciente seguimiento reciente en el mundo académico en Cuba. Yo voy a trazar algunas ideas que no son originalmente nuestras, sino de muchos de los colegas que han estado investigando este tema en fechas recientes, y voy a dedicar un espacio al debate entre lo estatal y lo público, sobre todo porque es un tema que está más centrado en la perspectiva académica que en la perspectiva práctica e instrumentalista desde el punto de vista gubernamental.
La primera idea que hay que destacar es que, por razones obvias, hay un debate creciente sobre el tema de la reforma, y que yo diría que se ha identificado en los últimos meses, incluso años, y esto es un hecho resultante de la severidad y profundidad de la crisis económica que estamos padeciendo, que también tiene múltiples clasificaciones, entre otras, que tenemos una crisis de crecimiento, una crisis demográfica, una crisis –por decirlo en términos de Mayra Espina– de incremento sostenido del nivel de pobreza a nivel social, hay una crisis digamos de desempeño macroeconómico –que serían las ideas que ha resaltado también en fecha reciente el compañero Juan Triana–, y que esto lógicamente da una dimensión de la problemática que obliga a reflexionar sobre la reforma.
En esta misma línea creo que hay una propuesta muy interesante –hecha por el colega Julio Carranza–, sobre una reforma de carácter sistémico integral en la economía cubana; es decir,
que los problemas y las dificultades que hoy enfrenta esta generan la necesidad de llevar a vías de efecto un nivel de transformación que sea integral y no a partir de decisiones y medidas de carácter puntual o aislado, como se ha venido haciendo hasta el presente. Y esto hace que este sea un tema que esté muy vivo y que en el ámbito ya no solamente de los que nos dedicamos a la economía, sino en el de las ciencias sociales es un tema extremadamente amplio, sobre todo a partir de una idea que creo que hay que resaltar y que valdría la pena reflexionar posteriormente, y es que resulta muy contradictorio que con la severidad de los problemas que tenemos acumulados, ningún funcionario del gobierno central o de alto nivel del país mencione la palabra crisis. Dicen “una situación compleja”, “una situación complicada” y pareciera que nosotros tenemos solución para todo, y en realidad es totalmente contrario a lo que está ocurriendo.
En relación con el tema de lo público y lo estatal yo creo que hay que destacar lo siguiente: en primer término, Cuba ha vivido sobre la base de la omnipresencia estatal, y esto marca la vida del país y las visiones que existen sobre el sector estatal. Se pueden señalar datos de la preminencia que ha tenido desde el punto de vista de la propiedad, desde los años en que se hicieron las diferentes nacionalizaciones hasta la fecha, y esto ha contribuido a que se haya conformado una cultura basada en la estatalización y a no contemplar el rol diferente de ese sector estatal bajo una visión de sector público que se ha ido abriendo espacio, a mi modo de ver, sobre todo a partir de que algo que decía Rafael, lo estatal no es sencillamente público. O sea, lo estatal es una manera de manifestarse esa actividad pública, incluso en el ejercicio de algo que hacemos nosotros recientemente, que es la administración. Por tanto, no se puede reducir eso a un efecto solo localizado desde el punto de vista estatal, y este es un problema extremadamente complejo porque incluso hemos apostado de manera persistente, después de la crisis de los años 90, al liderazgo del sector estatal, cosa que ha cambiado en fechas recientes. Por ejemplo, cuando en los años 90 se abrieron espacios de trabajo por cuenta propia, era como un elemento complementario a los esfuerzos de creación de empleo en el sector estatal. Y cuando se abrió un espacio a la inversión extranjera, necesario y obligado –tesis de doctorado del amigo Omar Everleny–, se consideró como un elemento complementario al esfuerzo nacional. Hoy no ocurre así. Hoy ha cambiado ese enfoque. ¿Por qué? Porque la vida ha demostrado que ese enfoque tenía limitaciones en el tiempo y que no era suficientemente público.
Igualmente ocurría con el análisis de las alianzas público-privado-estatal. Nunca se trató el tema, por ejemplo, de la inversión extranjera, que era un marco de alianzas privado-público bajo ese enfoque. Sin embargo, en fechas recientes, ese tema ha emergido, ha adquirido mucha fuerza. Es normal que se hable de formalizar encadenamientos entre el sector estatal y el privado, de dar un espacio a ese proceso. Y sin lugar a dudas, este es un tema interesante que vamos a discutir a lo largo de este panel.
Yan Guzmán: Gracias, doctor Marquetti. Vamos a la segunda pregunta. El sector privado ha sido reconocido y su desarrollo y articulación con el sector estatal siguen estando limitados y sujetos a una incertidumbre. ¿Por qué?
Oniel Díaz Castellanos: Buenas tardes. Un gusto estar acá nuevamente. Agradezco la gentileza de los organizadores de haberme invitado a ser parte de este panel. Yo creo que responder esta pregunta es como tratar de darle una mordida al sol. Porque la respuesta es tan grande, es tan multicausal, está tan influida por tantos elementos políticos, económicos, culturales, que es bien difícil abordarla de una sola vez.
Por un lado, ese nivel de incertidumbre, de “patrá y palante”, como se dice en buen cubano, relativo al sector privado, yo lo veo como inevitable. O sea, lo que estamos viviendo ahora mismo, desde el 2011 para acá, a pesar de la lentitud, a pesar de los precios que, desde el punto de vista personal, han tenido que pagar algunos, o los negocios, las empresas, la economía, es inevitable porque precisamente lo que ha ocurrido en Cuba es una transición –yo no sé si es la palabra adecuada, quizás a alguien la palabra le resulte molesta, incómoda–, un cambio o modificación, pero la realidad es que nuestro país ha salido de un estado de cosas, que sabemos muy bien cuál era, y está transitando hacia un nuevo estado de cosas, que francamente no sabemos bien cuál es, a dónde vamos, cuál es el destino, a dónde iremos a parar. La realidad es que en esa transformación, en ese movimiento, han ocurrido cambios importantes. La aparición del sector privado –no me refiero al extranjero que llegó a Cuba en los años 90, sino al doméstico, al nacional, al cubano– probablemente ha sido uno de los cambios más traumáticos, telúricos, “terremóticos”, transformadores, que han impactado la realidad de las cosas en el país, que han tenido implicaciones tanto económicas, como sociológicas, políticas y sociales. Es difícil que en un país donde por más de cincuenta años todo fue literalmente gestionado, poseído, controlado por el Estado, donde este fue el único gran proveedor de todo, y desde 2011 aparece el sector privado llenando lagunas, llenando espacios, ganando nuevas actividades económicas, es muy difícil que eso ocurra sin trauma, sin contradicciones, y sin para atrás y para adelante, y sin que la incertidumbre sea tan grande como la que es hoy.
Debo decir que esas contradicciones y esos traumas no son un único episodio de “gobierno estúpido y tonto” y “sector privado buenísimo y salvador”. No, el problema es más profundo. O sea, usted puede hoy sumergirse en la sociedad cubana y encontrar personas que le van a decir “qué bárbaro el sector privado”, “bienvenido sea”, “estamos tarde” y “lo necesitábamos hacía treinta años atrás”, pero va a encontrar también cubanos que le van a decir que el sector privado es el causante de todas las desgracias que está viviendo el país, que por el sector privado la desigualdad ha crecido exponencialmente, que por el sector privado hay inflación.
Se van a encontrar personas que vivieron toda la vida en un país completamente distinto al cual viven ahora y entienden que el sector estatal tiene que intervenir inmediatamente para ponerle coto a esa “avaricia desenfrenada” del sector privado, porque así ha sido por décadas en este país.
Por lo tanto, todo ese proceso conflictivo que hemos estado viviendo durante estos años yo lo asumo con total naturalidad. Es la realidad, es lo que toca por vivir un proceso de cambio donde Cuba está dejando de tener una economía que funcionó por sesenta años de una manera determinada y hoy se está configurando una completamente nueva y eso obviamente tiene contradicciones, crea crisis, crea problemas, pero también crea oportunidades.
Yan Guzmán: Gracias. Fue la visión de un representante de una visión privada, vamos a ver la visión que nos trae Gilda desde la parte estatal.
Gilda Dieppa Sanabria: Buenas tardes. Yo también quiero agradecer que me hayan invitado a estar aquí. Yo no soy una estudiosa del tema, yo soy una doliente del tema. Yo estoy en la otra acera de acá, represento el sector estatal, pero sin dudas estamos viviendo una realidad totalmente diferente, que nos obliga a cambiar, sobre todo a los que estamos de este lado del sector estatal. Nos obliga a enfrentar una realidad que ya está encima de nosotros y a hacerlo de una manera totalmente diferente a como lo veníamos haciendo hasta ahora. Hoy la economía, como decía el primer compañero que habló, está en una crisis, todos estamos padeciendo esa crisis.
Yo soy, como les dijeron, la directora jurídica del Ministerio de la Industria Alimentaria, y creo que si hay un sector que está sufriendo esa crisis económica, somos nosotros. Recientemente, por primera vez en la historia, La Habana estuvo tres días sin pan, porque no había harina. El ministro decía, muy apenado, el otro día: “voy a tener el récord de ser el primer ministro que ha dejado tres días a la capital del país sin pan, y ojalá que sea el último”.
Y bueno, todos estos problemas que hoy están ocurriendo crean incertidumbre para las dos partes, para las dos aceras. Porque además, como hemos visto, hay un marco legislativo para promover todo ese cambio, para darle el respaldo legal que requiere. Pero ese marco legislativo también ha venido cambiando muy rápido, y eso también crea incertidumbre en las dos partes. Esto que explicaba Oniel de haber pasado cincuenta años bajo una realidad, y de pronto habernos enfrentado a otra, crea también muchos problemas. Porque hay gente que tiene miedo a arriesgarse, a hacer estas cosas nuevas, y cómo lo enfrentamos, y qué va a pasar, y qué pasa si me equivoco. Porque también las personas tienen mucho miedo a equivocarse, además de tener mucho miedo al cambio. Y la incertidumbre también viene por ahí. Cuando las normas cambian muy rápido, o cuando hay una norma y, sin embargo, una decisión administrativa dispone hacer las cosas de otro modo, y no exactamente como están en la norma, se crea incertidumbre. Cuando determinadas disposiciones de un organismo rector se contraponen con las de otro, se crea incertidumbre, tanto para estas formas no estatales, este sector privado-público o privado-privado, como para este sector estatal que también está tratando de llevar las cosas adelante.
Hiram Marquetti Nodarse: Yo creo que también hay otros problemas que nosotros, estatalmente, no resolvemos. O sea, tres días sin harina en el país, ¿y por qué no hay información? Hay un grupo de problemas cotidianos que están carentes de información. Por ejemplo, colapsa el sistema de transporte público y no se informa cuándo se va a reactivar. Incluso hacen un balance del Ministerio de Transporte y la información que le dan a la población es que se va a lograr reactivar tal cantidad de ómnibus en un período de tiempo con el Fondo de Desarrollo del Transporte. Pero no dicen las dificultades que tienen energéticamente o los problemas desde el punto de vista de suministro.
Entonces, el tema es más complicado. Permanentemente queremos proteger al sector estatal. Y hay que acabar con eso. La falta de información hace mucho daño.
Por ejemplo, un tema que es concomitante en La Habana: los servicios comunales. Esta capital recibió, en el año 2018 o 2019, 180 vehículos colectores de desechos sólidos. Hoy no funciona ninguno. ¿Qué pasó con esos carros colectores? ¿Todos se echaron a perder? ¿Se complicaron? ¿O no hubo planificación de la asignación de los recursos en divisa para darles mantenimiento y comprar los neumáticos? Eso pasó, por ejemplo, con los ómnibus que donaron los japoneses, hace unos años, y que están en la terminal de Cojímar. Entonces, hay un grupo de problemas donde caemos en situaciones complicadas porque no queremos dar información. O tenemos miedo de dar información. Y además, digo que los factores de consenso político no se crean con desinformación; se crean con información.
Yan Guzmán: Bueno, vamos a darle la palabra a Michele Curto, que si bien no es cubano ni del sector público ni del sector estatal, tiene una visión porque es alguien que de alguna manera ha estado bastante presente en Cuba. Para resumir, hasta ahora hay varios temas que se han puesto sobre la mesa. La posición de Oniel, que yo comparto, sobre normalizar la situación en el marco de un proceso de cambio, de transformación. El cambio de mentalidad durante muchísimos años con una presencia y una dependencia hacia lo estatal. Gilda se refería a la incertidumbre no solo de los actores estatales sino también de los públicos y del sector privado. También se mencionó un grupo de variables que dificultan la articulación público-estatal-privado, como es la falta de información, y en cierto modo, de una estrategia bien predefinida de cómo se va a emprender esta articulación. Se habló, de alguna manera, de todos los actores que deben acompañar el proceso, en el cual los tenemos identificados, pero también, como dice Marquetti, está el tema de los gobiernos, el tema de la administración.
Michele Curto: Buenos días a todos. Pido disculpas porque escucho más o menos, pero he tratado de seguir el debate. Además, me permito decir, es extremadamente interesante, aunque el formato es muy rápido. Agradezco, por supuesto, por la posibilidad de intervenir. Unioncamere Piemonte es una organización del mundo empresarial italiano, pública, que agrupa cuatrocientas mil empresas. Es la segunda de Italia. Son empresas muy diferentes, desde muy grandes hasta muy chiquitas. En este momento estamos aportando al proceso cubano a través del proyecto de colaboración Avenida Italia. Un proyecto bastante novedoso exactamente porque trata de construir ocasiones de intercambio entre el sector público, el sector privado, las empresas estatales –porque me queda clara la diferencia– y los actores institucionales, con distintos resultados.
Ahora, sobre la pregunta, lo que puedo hacer para tratar de responder es dar algunas pinceladas. Creo que hoy la razón por la cual no se logra definir la relación entre la Alianza Público-Privada, o por lo menos la coexistencia público-privada en función del pueblo, es básicamente multifactorial, como decía alguien antes. Pero, antes que todo, es un tema de sentiment, como dirían los anglófonos. O sea, ha habido un período, hace tres o cuatro años, en el cual todo el mundo hablaba del sector privado. De hecho, en Cuba era un tema más debatido que la misma pelota o el fútbol. Hoy hay una percepción muy controvertida en la sociedad cubana sobre las aportaciones, el rol y el futuro del sector privado. Muchas veces refiriéndose a un nicho muy chiquito del mismo, yo diría elitista, donde hay varias etiquetas: los acumuladores, los primeros vendedores, los variados, y no tomando la esencia, no categorizando la economía por características diferentes, o sea, diferenciando entre importadores y exportadores, productores y revendedores, creadores de nuevas ideas o patentes y los aprovechadores de la idea o de la patente de otros. Son sectores en los que abundan tanto actores estatales como pymes privadas, y actores de varios títulos, hasta de la economía informal cubana, que es súper dinámica, además.
Conectado a esto que decimos de la percepción, yo creo que hay un dicho muy cubano, y me sumo al barco: nosotros o no llegamos o nos pasamos. La realidad es bastante en el medio, o sea, la verdad es que nunca se ha acabado de definir esta relación entre público y privado, y así será muy difícil hacerlo. Se aplican cambios monetarios muy desiguales (algunos 1 x 120, otros 1 x 24), cosa que crea distorsiones inmensas entre actores que tendrían que relacionarse unos con otros, y no solo entre público y privado. Todos sabemos que la elite privada, a la cual gran parte de la población se refiere, no cambia a 120, sino en otro sistema totalmente desregulado. Y todos sabemos que hay una elite estatal que tiene acceso a la dolarización.
O sea, hoy estamos asistiendo a una economía cubana con actores que tienen acceso a recursos completamente diferentes. Y esto determina la situación que se decía antes y creo que el Estado quiere abarcarlo todo, como siempre lo ha hecho. Por lo tanto, muchas veces es demasiado fuerte para relacionarse con un sector privado responsable, y muy débil para defenderse de un sector privado rapaz. Yo creo que en este momento, eso es parte del problema.
Por lo tanto, es fundamental cultivar y defender un concepto de subsidiariedad en la sociedad cubana. Los actores se pueden aglutinar y unir frente a grandes objetivos estratégicos. Por ejemplo, el cambio de matriz energética, la digitalización del país, la respuesta a la crisis alimentaria –pienso que sí debemos llamarla con su palabra, que es crisis. Y por supuesto, la voluntad de seleccionar los mejores entre los actores estatales y los privados en función del interés público. Esto es algo que estamos tratando de hacer en el proyecto, como decía, con distintos resultados.
Yan Guzmán: Vamos a la tercera y última pregunta de esta parte. Mirando el conjunto de la interacción estatal-público-privado, ¿con qué otros problemas no resueltos del modelo social, político, económico se relaciona esta interacción?
Hiram Marquetti Nodarse: Hay varios problemas interconectados con el tema público-privado. En primer lugar, pienso que hay que reevaluar el concepto de alianza público-privada. Tuve la suerte de dirigir una tesis de doctorado de la Universidad “Hermanos Saíz” de Pinar del Río, sobre la alianza público-privada en el sector turístico en el municipio Viñales, en un período en que había una oferta hotelera estatal. Esta virtualmente se debilitó y la oferta hotelera y extrahotelera pasó a ser del sector privado, lo cual generó la necesidad de buscar un marco de interacción diferente en ese sector, en este municipio, a la que existía con anterioridad. Esto generó alianzas, se formalizó en el sector laboral, en el de arriendo de espacios, en servicios de transporte. También se reglamentó jurídicamente y de esa suerte, pienso yo, comenzó a adquirir mucha fuerza después el tema de los encadenamientos.
Pero en todos estos procesos hay un tema que hay que metabolizar, a mi modo de ver, que son los temas conceptuales. ¿Cómo se ubican? No se puede hablar de alianza público-privada, si no se conceptualiza. Ese tema se abordó en un debate que tuvimos recientemente: ¿a qué llamamos emprendimiento? O sea, le cambiamos el nombre y le llamamos trabajo por cuenta propia. Esos son emprendimientos y tienen una lógica, tienen una capacidad de funcionamiento, trabajan en la búsqueda de un resultado. Pero no se puede seguir tratándolos como trabajadores por cuenta propia. Incluso lo que estamos haciendo a nivel de localidades, que quizá es un tema que sería interesante para el curso que se impartió aquí: los proyectos de desarrollo local que los queremos transformar en mecanismo de aportación tributaria. O sea, un proyecto de desarrollo local es un proyecto que tiene un alcance mínimo, que va a transformar un área en particular de la localidad y no tiene en todos los casos un sustrato de alcance empresarial. Entonces, ¿cómo le van a aplicar formas imponibles?
Repito, hay un grupo de temas que tienen una fundamentación conceptual que hay que metabolizar y analizar. Y hay un tema que es mucho más complejo, que es el papel de la planificación en nuestro país. Hay que cambiar los enfoques de planificación. Esa planificación rígida, administrativa, centralizada, asignativa, hay que cambiarla, porque ¿cómo se aprovecha la reserva?
Por ejemplo, finalmente se propone perfeccionar el Poder Popular y que la discusión que se diera a nivel de barrio se debe utilizar en la construcción del plan de la economía. Eso no ha pasado, es falso. Incluso en la intervención que hice ayer comentaba el ejemplo de Centro Habana. Los compañeros de allí no conocen su plan. Y digo más; ningún municipio conoce cuál es su producto interno bruto, pero se habla de producto interno bruto nacional.
Hay un grupo de problemas que son netamente conceptuales, estratégicos, que no se abordan. Decimos públicamente que yo me voy a ocupar de atender el plan del municipio. Pero el municipio no tiene plan. Entonces Centro Habana, que es superavitario desde el punto de vista fiscal, tiene un grupo de servicios fundamentales que no le tributan al municipio.
Concluyendo, hay un grupo de problemas que hay que profundizar y analizar, sobre todo en este contexto de alianza público-privada, de fortalecimiento del desarrollo económico local, etcétera.
Oniel Díaz Castellanos: Quiero empezar diciendo que probablemente la relación entre el sector privado y el sector estatal nunca ha sido tan buena en Cuba como lo es ahora mismo. Y es la realidad. Pudiéramos decir que probablemente goza de la mejor salud que ha gozado nunca antes. Muchas personas pudieran pensar que esto es un disparate, pero no lo es. O sea, al final, si uno mira con plena crudeza, el Estado y el sector privado se reconocen uno al otro, hablan. Por supuesto, el Estado tiene un papel de preponderancia sobre el sector privado porque lo regula, lo controla. Es parte de las funciones que le corresponden, pero negocian. Incluso, en algunos casos –no son todo lo numerosos que deberían ser– hacen negocios, algunos ventajosos para ambas partes, pero la realidad es que esas relaciones se han ido solidificando en el paso del tiempo. Si miramos al 2017, cuando fue el primer “perfeccionamiento” –uso comillas porque la palabra ha sido recurrente en la retórica de las autoridades y hemos pasado por varios– del trabajo por cuenta propia, no tuvo nada de perfeccionamiento en esa etapa. Quizás algunos recordarán que el sector privado era “el caballo de Troya de los intereses de una potencia extranjera”. En Cuba se le consideraba la semilla del capitalismo en Cuba y el que iba de un zarpazo, o poco a poco, a echar abajo cincuenta años de historia, de sacrificio y de revolución, que iba a cambiar todo. Hoy ya nadie habla de eso; o sea, ese tipo de retórica está olvidada y superada.
El sector privado es parte de la de la vida del país. Está reconocido en la Constitución de la República. Es un empleador importantísimo y ocupa áreas importantes en la actividad económica de la de la nación. Por lo tanto, las relaciones nunca han sido tan buenas. Ahora hay cosas que yo creo que todavía faltan por dilucidar y yo las establecería en tres ámbitos.
Primero, en el ámbito ideológico. Aquí hay todavía una discusión, y no estoy diciendo que no sea válida, en el terreno de las ideas, sobre cuánto contribuye el sector privado, en un país como Cuba, socialista, con los propósitos sociales y políticos que tiene, a alcanzar esos objetivos o si es todo lo contrario, contribuye a negarlos completamente.
Eso pudiera sonar a una discusión bizantina, pero no lo es; está ahí, está presente, existe y todavía no hay un consenso, valga la palabra, al respecto, me parece.
Segundo, una dimensión política. Hay temores en ocasiones y se notan determinadas regulaciones respecto a que una apertura mayor o mayores espacios de maniobra para el sector privado en la economía puede derivar en amenazas considerables para el sistema político bajo el cual el país funciona actualmente.
Esa preocupación también está en el debate público. O sea, ¿podrá el sector privado en algún momento convertirse en una clase social que aspirará a cambiar la Revolución, a tirarla abajo o a tratar de mover las agujas hacia otro terreno? Eso es una cuestión que también falta por dilucidar y por discutir.
Y por último, la dimensión de la que más yo sé y la que más me afecta, la más importante: la económica. Y ahí voy a subrayar lo siguiente: Primero, no va a haber una mayor integración entre el sector estatal y el sector privado si no se cambian las reglas de juego de la economía cubana y si no se hacen cambios profundos, estructurales, sobre los cuales ha venido hablando durante años, sobre todo en los más recientes, y que se posponen o no se llevan adelante. Segundo, es imposible, bajo las reglas de juego actuales donde hay varios tipos de cambio, donde la empresa estatal sigue estando sujeta a miles de controles y a miles de órdenes, y un jefe tiene un jefe y ese jefe tiene otro jefe. Es imposible que bajo esas reglas de juego la empresa estatal y la privada terminen relacionándose y haciendo negocios realmente sustanciales que generen una transformación positiva en la economía nacional. Hay quienes lo han logrado, pero son la excepción de la regla por diversas razones. Pero sin esos cambios económicos, sin esas transformaciones, esos llamados encadenamientos estatal-privados van a seguir siendo un eslogan más dentro del largo diccionario de eslóganes que nos hemos construido en los últimos años en Cuba.
Gilda Dieppa Sanabria: En muchas cosas comparto lo que Oniel decía; creo que es verdad que estamos en una mejor situación, y también creo que faltan muchas cosas por hacer desde la legislación, y desde la mentalidad de nuestros empresarios.
Él hablaba ahorita del tema de los nombres. Nos encanta cambiar los nombres y nos encanta jugar con los nombres, y a veces cuando en mi trabajo me tropiezo con eso, les recuerdo a mis compañeros a Shakespeare: Julieta en el balcón le dice a Romeo que su amor es imposible porque uno es Montesco y otro es Capuleto, y él le responde: “No pasa nada. Da igual cómo te llames, porque la flor perfuma igual, aunque no se llame flor”. Y eso nos pasa hoy con los encadenamientos productivos.
¿Qué cosa es un encadenamiento productivo? Es un negocio. ¿Y por dónde pasa? Por un contrato. Y existe una legislación que abarca los diferentes tipos de contrato que se pueden hacer. Ah, pero nuestros empresarios quieren que la ley le diga dónde va el punto y dónde va la coma en el contrato. Y no quieren que se llame negocio y no quieren que se diga que vamos a negociar.
Cuando viene un extranjero y vamos a hacer una empresa mixta, todo el mundo habla de que vamos a negociar con el extranjero y tenemos desayunos, almuerzos y cenas de negocio. Pero cuando vamos a vernos con una contraparte cubana –que puede ser incluso otra estatal– nos cuesta mucho trabajo hablar de que estamos fomentando un negocio y que tenemos que revisar qué ganamos.
A veces tenemos estructuras y superiores que nos dicen: “Pero ¿cuánto ganas?”. Bueno, a lo mejor no gano un porciento; a lo mejor gano otras cosas, porque es un negocio. Por ejemplo, quizás voy a hacer un contrato para un taller de reparación de autos y yo le voy a dar mi local como gasto, gratis, no voy a cobrar por eso. Sin embargo, voy a ganar que me arreglen mis carros primero, que me pongan una tarifa preferencial para la mano de obra o que no me la cobren. Eso es algo de lo que hoy estamos adoleciendo: de mucho miedo, de mentalidad estrecha, de miedo al cambio.
Michele Curto: Los interlocutores que me precedieron expresaron cosas extremadamente interesantes, de las cuales yo voy a tratar de ir en continuidad.
Creo que si no cambiamos la percepción empresarial, pero también la cultura empresarial del país y, por supuesto, si no seguimos resolviendo algunas grandes contradicciones económicas, es muy difícil crear las condiciones o el espacio para acuerdos equitativos entre el sector estatal y el sector privado en el interés público.
Hablo de un ejemplo muy claro, de la experiencia del proyecto Avenida Italia. El proyecto tenía un enfoque desde el principio, una visión de experimentación inmobiliaria con un concepto muy básico. Se aprueban los municipios, en este caso Centro Habana, la parte de La Habana que puede tener gran interés inmobiliario, pero al mismo tiempo no ha sido recuperada, no hemos tenido el completamiento de la gran obra de Eusebio Leal y tampoco se tienen los recursos que se tenían de alguna forma antes.
Entonces, el proyecto aporta el sector para la recuperación de los espacios. El sector privado interviene en gestionar los espacios y el actor público se beneficia porque tiene un espacio recuperado, actividades en el territorio, entrada fiscal, pero en particular puede jugar un papel inmobiliario porque los bienes son suyos. ¿Qué nos ha pasado? Que de los espacios que el municipio debía poner a disposición, no ha puesto ninguno.
O sea, la parte más fácil, el capital semilla menor que nosotros habíamos reservado al actor público, resultó tener una visión a muy corto plazo: el carrito, la motorcita, el fotocopiador, la computadorita. Es decir, al no tener cultura empresarial, al no saber dónde se crea el valor y distribuir una cosa que todavía no han generado, básicamente se ha perdido el punto focal del proyecto. Por supuesto, no nos rendimos. Estamos convencidos que antes o después ahí vamos a llegar.
Creo que este es uno de los temas fundamentales. O sea, creo mucho en el sistema económico, en la experiencia, en el experimento socialista cubano. Sin embargo, se puede tener una visión de mantener el control sobre los medios de producción –concepto, digamos, socialista–, se puede tener una visión de generación de capital en varias formas: turbocapitalista o de economía de mercado moderada; pero no se puede, al mismo tiempo, regalar, externalizar, perder los medios de producción y no generar capital o no saber dónde generar capital. O peor, descapitalizar el país porque los capitales se van para afuera. Si se hacen estas dos cosas es muy difícil crear un espacio donde un buen actor estatal y un actor privado responsable se puedan encontrar. Yo creo que esto es parte de lo que todavía no hemos hecho.
Aún se tiene que fortalecer mucho la capacidad empresarial de los actores del país, en particular los estatales. Sí se puede descentralizar, pero también tiene que estar claro que mientras más se descentraliza, más necesidad hay de preparar a los actores porque se multiplican.
Estoy seguro de que la descentralización es una buena acción, si existen los recursos para invertir en ella. Y por supuesto, repito, creo que se tiene que apostar por una cultura de la subsidiariedad. Hoy es fundamental que el Estado cubano se concentre en hacer poca cosa y hacerla muy bien, y que llame a una alianza de las mejores fuerzas de la sociedad cubana, reconociéndoles su rol. Esto es fundamental para dar continuidad a la linda experiencia que ustedes han generado y en la cual nosotros queremos aportar un granito de arena.
Yan Guzmán: Terminamos este bloque de preguntas al panel donde se han dado algunas precisiones o definiciones, sobre todo de cara a cuáles son las cuestiones del modelo económico, social y económico, del modelo económico, social y incluso político, que pudieran estar precondicionando la interacción entre lo público y entre lo privado y lo estatal. Pasamos al público que quiera intervenir.
Rubén Padrón: Investigador del Instituto Juan Marinello. Más allá del tema de la tasa de cambio, que es harto sabido por todos, qué otras políticas públicas ustedes cambiarían, quitarían o agregarían para promover una relación más beneficiosa entre el sector público o estatal y el sector privado, en que ambas partes salgan beneficiadas. Yo sé que es una pregunta muy amplia y compleja para responder a la ligera, pero sería bueno si pudieran, por lo menos, dar pautas generales.
Ovidio de Ángelo: La crisis es multidimensional. Es económica, social y política, entre otras cosas. O al revés: es política, social y económica, aunque lo económico tiene un papel principal en estas condiciones en que nos estamos desarrollando.
Lo que se está planteando, yo creo que hay que verlo en función en nuestra sociedad, del contexto internacional y nacional en el que estamos, donde las relaciones de producción fundamentales en el mundo entero son capitalistas básicamente, más allá de que en China –por poner el caso del socialismo oriental, porque el Partido Comunista de China dice que es socialismo– pudiera haber una expresión de alianza público-privada en algunos sectores, etc., su mercado es capitalista.
En ese contexto que existe tenemos situaciones que han sido históricas. Es decir, la realidad actual no es producto de la situación actual. Tenemos realidades históricas y actuales. Formas de gestión histórica, como se decía, que respondían al socialismo real existente en la época y que han seguido lastrando el resto del tiempo.
Ahora, si la consigna es continuidad, da que pensar que no hay una reelaboración de los procesos que vivimos y estamos en otro contexto que requiere otra mentalidad. Yo, que soy partidario de la economía social y solidaria –que no es solo la cooperativa, sino el conjunto de actores que participan en función de beneficio social, ya sean privados, estatales, colectivos, etc.– me plantearía el problema de que necesariamente hay que reconocer diferentes fórmulas, por ejemplo, una cuestión principal que muchos economistas aquí lo han dicho –Triana, Everleny…–: la necesidad de la inversión extranjera. Hoy tenemos el límite de los llamados medios fundamentales de producción que son estatales y no pueden dejar de serlo. Marquetti decía que el concepto de la empresa estatal como fundamental se ha ido perdiendo. No lo veo así; yo creo que se mantiene en la mentalidad oficial.
Y entonces, buscando fórmulas de aplicación, podemos ir hacia un sistema, a mediano plazo, socialista autóctono basado en solidaridad, en beneficio público, a la sociedad, a partir de las distintas formas de propiedad.
Y, cuidado, una última cosa: No es lo mismo cuentapropismo familiar, emprendimiento familiar, etc., que grandes mipymes, como algunas que tienen unas relaciones capitalistas propiamente y que deberían buscarse las fórmulas de hacerlas compartir los principios de la economía solidaria.
Yoss: Escritor por cuentapropia. Yo quiero hacerle una pregunta al panel en general, pero sobre todo al cuentapropista. Haciendo una analogía con el famoso orador Damocles, que se ponía la espada encima para dejar de tartamudear: ¿cómo se siente un cuentapropista o un inversor privado en un país donde siempre tiene encima una espada? En un país donde no existe separación de poderes, donde no hay diferencia entre poder ejecutivo, legislativo y judicial, donde el gobierno, que es una única entidad, gobierno y partido, puede en cualquier momento cambiar las leyes; donde lo que hasta ayer era delito, mañana es sancionado y lo que hoy era permitido, mañana es delito, ¿cómo se siente un cuentapropista despertando todas las mañanas y preguntándose “hoy todavía soy legal, mañana no sé”?
Sabiendo que sistemáticamente a lo largo de los años, desde los 80, desde los 60, el gobierno cubano ha seguido el modelo soviético de la nueva política económica. Cuando hace falta dinero, se permite una entrada de formas capitalistas de producción, de economía, dentro del sistema socialista. Cuando el sistema se siente fuerte, corta la llave y ahorca a los emprendedores.
Juan Triana: Primero agradecer a la revista Temas por convocar a debatir un asunto tan interesante. Y a los compañeros que están en el panel, también. Voy a responder primero la pregunta de Temas: ¿Habemus reforma? Sí. Hay reforma en Cuba, desde hace mucho. De hecho estamos en una institución que en 1964 comenzó una reforma que fue telúrica para este país, que fue la reforma universitaria. Sí, en Cuba hay reforma. El tema es responder cómo anda. Mal. ¿Por qué? Porque no es coherente. Porque el marco macroeconómico en el cual se desarrolla impide esto que es la segunda parte de la pregunta de Temas, que es la relación entre el sector público y el privado. Los panelistas mencionaron muchas razones. Yo voy a mencionar una sola. Mientras en Cuba existan tres tasas de cambio y cada actor económico opere con una diferente, no va a haber una buena relación entre el sector público y el privado.
¿Por qué otra cosa anda mal? Porque detrás de la dinámica de la reforma hay un tema ideológico real. Lo que pasa con las pymes fue lo que pasó con el sector cuentapropista y fue lo mismo que pasó con la inversión extranjera desde 1960. Ha sido un ciclo donde la inversión extranjera se identificó como enemiga de la Revolución y del socialismo y agente del imperialismo y hoy es estratégica para el desarrollo del país. Es un ciclo largo desde 1960 hasta 2010 o 2011 en que lo reconocimos. Ese ciclo largo lo va a cumplir el sector privado, ojalá que no demore mucho, pero de hecho lo ha cumplido y lo ha sobrepasado.
Lo que hay detrás es un trasfondo ideológico, compañeros, a mi juicio. Y mientras ese trasfondo no se resuelva, va a ser muy difícil avanzar de manera coherente en la reforma. Y eso tiene que ver con las percepciones y los intereses creados, que no son ni malos ni buenos, son intereses.
Voy a poner un ejemplo. Cuando dentro de las pymes se desarrolla un sector que empieza a producir y a ofertar alimentos, nosotros tenemos un sector estatal amplio, enorme, donde hay muchísimos trabajadores, además, que eso es lo que ha hecho toda la vida. Y ahí hay una competencia. Entonces los de aquella acera se sienten dañados por los de esta acera, porque la gente de esta acera se le escapó a un marco institucional creado para los de aquella acera. ¿Es legítimo que se sientan así? Es absolutamente legítimo. No hay de otra. Cuando alguien produce masivamente croquetas en Cuba, en el sector privado, y compra masivamente MDM y lo importa desde el exterior, eso no lo puede hacer ni resolver la industria alimentaria, sino otras decisiones, a otros niveles, donde hay que legitimar que el sector privado, además de ser complementario, también es estratégico para el país. Pero si uno dice eso, se está metiendo en un rollo político tremendo.
Ileana Díaz: No coincido exactamente con que tengamos reforma. Yo creo que no hay reforma. Pero sí en que el asunto es ideológico. Justamente en estos días me encuentro haciendo una investigación, por otra razón, y he tenido que hurgar en periódicos, Cubadebate, etc., en todas las medidas que se han tomado. Y es cronológico. Ciertamente como decía Oniel, si lo comparamos con el año 1968 o el 2017, estamos viviendo una luna de miel. Pero, indiscutiblemente, la luna de miel se convierte en hiel de cuando en cuando.
Y si empieza a analizarse desde octubre o noviembre de 2022, es paso a paso, poco a poco, medida tras medida las que se van tomando hasta la actualidad y todavía, porque recientemente estuvo la semana de prevención contra bla, bla, bla…, y todo lo que eso implicó respecto a las empresas privadas. A mí me parece, ya lo dijo Marquetti, que si no acabamos de tener un mecanismo económico que logre alinear un área que se dirige administrativamente contra una que se dirige por posiciones de mercado, no vamos a lograr tener, no alianzas público-privadas, sino encadenamientos que realmente sean fructíferos.
De todas maneras, a mí lo que siempre me sorprende, me llama poderosamente la atención, y no logro entender, es cómo si el actor más importante de este país supuestamente es la empresa estatal, porque es un país socialista, y porque está dicho y descrito en la Constitución de la República, no se hace absolutamente nada para que realmente sea más eficiente, sea competitivo y pueda verdaderamente ser un elemento de competencia con el sector privado, cooperativo y demás, y que verdaderamente aporte, porque en realidad no está aportando.
Tenemos una Ley de empresas engavetada. Solo Dios sabe hasta cuándo. Entonces, eso me llama mucho la atención, porque es demasiada la energía que nos gastamos en hablar mal y en hacer cosas contra el sector privado, pero no transformamos esa energía en hacer algo para el sector empresarial estatal de la economía.
Fabio Fernández: Buenas tardes. Son simplemente dos preguntas para provocar al panel. Y Triana se me adelantaba, ¿cuáles son los intereses coligados contra la reforma? Y otra pregunta que, en mi opinión, ancla en las propias esencias de la historia de Cuba. ¿Alcanza con la reforma?
Leandro Hernández: Yo emigré hace mucho tiempo, poquito a poco al principio. Estuve casi treinta años fuera de Cuba, después me entero que hubo cambios legales, y otras cosas que pasaron, y decidí regresar para ver cómo podía participar en esos cambios.
Me gustaría que ustedes comentaran algunas cosas que voy a decir, porque es mi opinión, pero quiero saber qué piensan de eso. A primera vista, pudiera ser una distracción de todo esto, o enredar las cosas por gusto, si yo les pregunto cuál ustedes creen que debería ser el diseño de la política para nosotros, cuál debería ser el lugar para nosotros. Cuando digo a nosotros me refiero a gente que hemos resuelto de manera individual lo que ahora es un problema nacional, que es insertarse en la economía internacional, que es participar en esa economía con nuestras capacidades, nuestras limitaciones, con lo que sea, pero que lo hemos hecho. Que podemos regresar aquí, de pronto, y queremos participar en un país que tiene una situación demográfica, que nunca ha sido muy grande la población, pero que ahora, con la cantidad de gente que se ha ido, en términos relativos cada vez tiene más peso el aporte potencial de los que estamos afuera. Pero yo noto que de eso no se habla, o se dan señales contradictorias.
Cuando yo regresé tuve que repatriarme primero. Yo no sabía que por ley tenía que estar definida en un cierto período de tiempo, pero se demoró cantidad. Al poco tiempo, la repatriación ya no es repatriación, ahora es una residencia efectiva, pero resulta que esto es una cosa nebulosa. La gente de todo el mundo preguntaba ¿y las casas? Y me llamaba la atención que nadie preguntaba por las licencias para los actores no estatales, si iba a estar afectado por eso o no. La explicación que se dio en la televisión es que eso era importante para saber cuánta gente había aquí, lógicamente por un montón de cosas que hay que garantizarle a esas personas.
Nunca se ha hablado de esto, pero para mí, en términos reales, al pasar de la mecánica de repatriación a lo que hay ahora, ha habido una restricción, una reducción del espacio, porque la inmensa mayoría de las personas en el mundo que están en un lugar no pueden estar seis meses y un día en otro. Es una cosa muy rígida, y no creo que haya sido casualidad. Entonces no logro alinearlo con las declaraciones que dicen que hay un interés en que los emigrados participemos cada vez más en la vida política y económica y social del país. No entiendo bien esa parte.
Esencialmente, quería que pudiéramos ayudar a destrabar un poquito esas cosas, siempre que haya un diseño donde nosotros participemos de alguna manera.
Aymee Plasencia: Desde la Agencia de Cooperación hemos trabajado mucho con el proyecto Avenida Italia; de hecho, hay una parte que gestionamos desde ahí, y voy a hacer un comentario que tiene que ver con los jóvenes que hemos formado a partir de talleres que se han realizado. Hemos formado alrededor de ciento veinte jóvenes y de ellos, cuarenta son emprendedores, tienen sus propias marcas creadas, de vestuario, de un montón de cosas. Marcas que a lo mejor no conocemos, no son visibles, pero son de jóvenes que están aquí, que están ahora queriendo hacer cosas por el país, y que sencillamente caen en un estado de desmotivación general total.
Muchos no conocen bajo qué figuras jurídicas pueden hacerlo, están al margen de esas figuras jurídicas, están funcionando como marcas, se articulan con otros, se unen con otros, pero no saben cómo hacerlo. Hay una falta de capital tremendo para poder echar adelante su emprendimiento, y en muchos de los casos, por supuesto, todos los insumos los tienen que importar, tienen que hacer maravillas para poder hacer eso, la familia se empeña y demás. En otras palabras, el contexto no está ayudando absolutamente para nada, y de eso estamos llenos, ustedes lo han comentado aquí.
O sea, existe una desestimulación total hacia todos estos jóvenes emprendedores que están queriendo impulsar y dar soluciones incluso dentro de los territorios de la capital, en este caso Centro Habana. Sin embargo, yo me pregunto qué pasa, en muchos casos, con los propios gobiernos locales, que no tienen una ley de municipalización que le diga a los gobiernos, usted puede ayudar a estos emprendedores de alguna manera. Incluso sabemos que hasta las contribuciones territoriales de los gobiernos se devuelven, en algunos casos, porque no se utilizan totalmente durante un año. Lo dejo ahí, hacen falta políticas locales, sobre todo para ayudar a estos jóvenes.
Marta Moreno Cruz: Agradezco muchísimo, realmente, que se haya hecho en el marco del evento convocado por la Facultad de Derecho este panel de Temas. Quería decir, como soy profesora en cuestiones teóricas, que concuerdo con Rafael, tenemos que seguir estudiando la distinción entre lo público y lo privado. Me remonto a cuando se analizó la Constitución de la República de Cuba y el debate que tuvimos en la Facultad de Derecho, porque si ustedes analizan nuestra Constitución, allí están definidas formas de propiedad por tipo de sujetos económicos, y una de las cuestiones que se ha planteado es por qué no definir desde público y privado.
Por tanto, tenemos que seguir estudiando, teóricamente, esta distinción, porque ¿dónde queda el sector cooperativo, la economía solidaria?
El cooperativismo es una forma mucho más social que lo privado, no es privado. O sea, hay que analizar la propiedad mixta, qué cosa es, si no es lo que estaba hablando Gilda, de la asociación entre diferentes actores económicos, privado, estatal, cooperativo, y crear nuevas personas jurídicas, que todavía no lo tenemos reglamentado, o hacer esas asociaciones contractuales que sí podemos, y que la falta, en ocasiones, de preparación de los juristas y también de nuestros directivos que tenemos que asesorarlos, no se logra y se puede hacer, y es una manera de estimular. Por tanto, ese debate es importante.
Lo otro es que, también según nuestra Constitución, la propiedad socialista de todo el pueblo son solo los medios fundamentales de producción, y ese es otro debate que tenemos, medios fundamentales que no están definidos constitucionalmente, en la conceptualización de nuestro modelo hay una referencia, pero por tanto el sector público puede estar en cualquiera de las esferas de nuestra economía, desde las cuestiones públicas más estratégicas, hasta por supuesto la gastronomía, los servicios.
Eso es un redimensionamiento que en el proceso paulatino tenemos que llevar a cabo. Y aquí también algo que tenemos que seguir analizando, si uno ve que en ocasiones la titularidad del Estado, entonces está en todos los sectores, está el Estado en determinados sectores que están reservados a la titularidad pública, ¿dónde habrá competencia público-privado? Son cuestiones que tenemos que analizar a partir de ese modelo que tenemos conceptualmente.
Por tanto, queda muchísimo por estudiar teóricamente y llevarlo a cabo en la práctica, pero nosotros estamos desde la teoría. Ahora, lo que sí estamos claros, y aquí sigue una cuestión política, que nuestro país rige en una unidad de poder. O sea, unidad de poder y el hecho de que tengamos diferentes órganos que respondan a funciones ejecutivas, entre ellas es lo que nos caracteriza, ¿está claro? Porque cuando nuestro país habla de que la Constitución también, somos un Estado socialista de derecho y justicia social, pero está regido por ese principio de la unidad de poder.
Y lo otro que quería, porque es muy brevemente, tengo que insistir además en estas cuestiones conceptuales, que no conocemos concretamente lo que es, yo no hablaría de subsidiariedad como principio, porque la subsidiariedad es cuando realmente el Estado no puede, no alcanza, entra lo privado. Yo hablaría que es lo que queremos lograr, un nivel de complementariedad en nuestra economía, donde se pueda complementar la actividad del sector estatal, lo queremos llamar público, eso es una cuestión conceptual que tenemos, complementariedad con el resto de los actores económicos, porque lo da nuestra Constitución. Está es el principio de trato paritario que lo queremos implementar en todo, y creo que nos falta por implementar cuando digo trato paritario, es el trato en singularidad de condiciones. Y eso no solo lo podemos llevar desde la legislación que lo estamos impulsando, sino también tenemos que llevarlo en la aplicación práctica del principio. Pero creo que la Constitución hay que estudiarla y conocerla, y tratar de aplicarla y que en la relación complementaria se haga, porque está ese principio, está el principio de la complementariedad.
Están muchísimas formas de propiedad reconocidas con diferentes actores. Un ejemplo le pongo, nuestra Fundación Universitaria de Innovación y Desarrollo, no es el capital, es un capital público, pero no es una propiedad estatal, es una forma jurídica como Fundación, generalmente aquí como la reconocemos. Entonces son muchas disruptivas.
Y sí es importante el ropaje jurídico, la interpretación jurídica, porque el derecho, como mismo puede hacer retroceder, puede avanzar, y es lo que queremos. Y por eso queremos, y el derecho cuando lo digo, no solo es con la legislación que tenemos que prever a partir de estos principios constitucionales que tenemos, sino también con la actuación de nuestros operadores del derecho para lograr que estos postulados se vayan a implementar. Gracias.
Bruno Henríquez: En el diálogo que se pide, para poder entender, aparece una cosa que es la crítica, y con las críticas técnicas siempre ocurre un fenómeno que es muy interesante, que habitualmente cuando uno hace una crítica técnica, no la crítica artística sino la técnica, quien lo recibe lo toma como algo personal y aplica una represalia política. Y esa es muy fuerte porque, voy a poner un ejemplo en el que yo me desenvuelvo, que es el caso de la energía, nuestra empresa eléctrica ha logrado lo que no ha logrado el enemigo, que es en tres ocasiones dar un apagón completo a toda la Isla. O sea que es una misión muy fuerte.
Hace treinta años nosotros creamos Cuba Solar y vimos las soluciones que se están aplicando ahora después de 30 años cuando las demandas son otras. Nosotros estamos pidiendo el diálogo para poder dar soluciones, todos los especialistas, todos los que estamos aquí y los que están en el país tienen interés en resolver un problema común, incluso los que trabajan por la parte del Estado o por la parte privada o cualquiera de las otras figuras que nos habló Rafael, estamos interesados en resolver el problema, pero tenemos un problema muy humano que es que estamos afianzados igual que en el caso de la crítica. Si me critican, no va. Si nosotros aplicamos medidas para bajar el consumo de electricidad cuando teníamos petróleo, al mes siguiente nos bajaban la cuota estatal en la empresa. Entonces nadie quería hacer eso.
Yo recuerdo una reunión que tuve en Comarna, cosa que ya no existe hace mucho tiempo, para afinar los carros para que no contaminaran la atmósfera y rindiera más el petróleo. Cada vez que afinaban los carros de la empresa, te bajaban la cuota de petróleo. O sea, no te estimulaba que tuvieras más kilómetros a recoger. No hay estímulo, hay castigo. Si yo hago una crítica, me castigan. Lo he sufrido.
Yo ya estoy jubilado y todavía me siguen dando palos. Yo le digo que lo que nos hace falta es precisamente el diálogo y que haya no solo un oído receptivo, sino alguna parte del hemisferio cerebral que esté dispuesto a mover alguna extremidad para ayudar a que se resuelva en común el problema.
Rafael Hernández: Me encanta ser público. La revista Temas está cumpliendo treinta años y se lo debemos en buena parte a los profesores de la Universidad. Una vez saqué la cuenta, y más del 35% de los colaboradores, de los autores, eran de la Universidad de La Habana y de otras universidades. Por supuesto también de los centros de investigación y de institutos a lo largo del país. Que yo creo que no son estatales. Que yo creo que son públicos. Porque si fueran estatales, estos que han hablado aquí, que son profesores universitarios, no podían haber dicho lo que están diciendo.
Entonces, la pregunta al panel es esta. No les he escuchado usar el concepto de descentralización ni el de autonomía, en cuanto a salir de la trabazón en que creo que ven a esta tríada público-estatal-privado. ¿Podríamos tener una ruptura de ese círculo que se reproduce a sí mismo, esa serpiente que se muerde a sí misma, si no hay descentralización? Para decirlo de otra manera, ¿si hubiera descentralización, no sería más fácil en los niveles de abajo, locales, que la articulación entre lo público y lo privado tuviera lugar? ¿No es ese el eslabón más débil de esta cadena viciosa que no deja que se desprenda, que se libere y que se desarrolle esa tríada, esa alianza, como la están llamando? ¿Podemos tener un sector público que no tenga en el centro la capacidad de ser autónomo, de ejercer de manera autónoma?
Si pensamos en el ejemplo de una empresa que produce comunicación, como la BBC británica, o la Radio Televisión Italiana. ¿Podrían existir si no tuvieran autonomía? ¿Es posible pensar que existe un sector público mientras ese sector que aspira a serlo no tenga una autonomía institucionalmente establecida? ¿Sin descentralización y sin autonomía podemos tener una tríada que pueda funcionar en alianza, verdaderamente? Esas son mis preguntas.
Una nota al pie que me inspira Ovidio y su invocación al modelo chino: ¿Es China un ejemplo de cooperativas? ¿Es China un ejemplo de cooperativización y de descentralización?
Yan Guzmán: Hay muchas preguntas que quizás este panel no podrá responder. Por tanto, yo voy a avanzar con la última pregunta y los panelistas también pueden comentar las que dejó el público. ¿En qué medida la regulación estatal es “la espada” que puede cortar el nudo estatal-público-privado y convertirlo en una alianza plena, incluyendo a los sectores cooperativo, comunitario y asociativo?
Hiram Marquetti Nodarse: No creo que haya tiempo de abordar todos los temas que han salido y que además ha habido intervenciones muy valiosas que obligan a una reflexión necesaria. La primera de ellas, la que preguntó el compañero del Marinello: ¿faltan otras políticas públicas? Ciertamente, sí. Entre otras, creo que no estamos aprovechando plenamente las potencialidades que tiene el sector privado. Y aprovecho para insistir en su dimensión estratégica, como señalaba Ileana, porque se sigue viendo el sector privado como algo aleatorio, como algo que llegó, no como un tema estratégico, hay un área que es básica para el país que es la diversificación de las exportaciones y el sector privado juega hoy un papel de relativa importancia en ese ámbito y puede ser mayor.
Y la otra cuestión, lo que preguntaba Aymee, yo creo que hay un problema muy serio a nivel de los municipios. Le hemos transferido muchos controles burocráticos a los municipios, pero no facultades económicas. Si tú transfieres responsabilidad y no transfieres las facultades económicas, es un problema.
Y por último, lo que preguntaba Rafael, el gran problema es que todo el mundo ve en la autonomía, sobre todo a nivel territorial, la gran salvación, pero no le han dado la autonomía que le corresponde. No ha llegado. Por tanto, es un tema que no existe.
Oniel Díaz Castellanos: Tomando como pie forzado la última pregunta para ir respondiendo a algunas de las que se hicieron, yo creo que la regulación es una de las tantas espadas que puede cortar el nudo estatal-privado-público. No es una sola espada la que necesitamos.
El debate que ha habido aquí hoy esta tarde, no solo con lo que han dicho mis compañeros panelistas, sino las personas del público, cada cual ha mostrado una faceta específica del problema que lleva una espada específica, con su filo específico, para darle un planazo a este tema y acabarlo de resolver de una vez y por todas. Es un fenómeno que está mediado, como vimos, por cuestiones ideológicas, políticas, sociales. Es bien complejo.
Sobre la intervención de Leandro puedo decir bien poco, que no sea coincidir 100% con él, en el sentido de que los emigrados cubanos tienen que ser una fuerza imprescindible para la recuperación económica del país. Algunos lo han podido hacer, han ido encontrando huecos, espacios para hacerlo. Los tres primeros años de implementación de mipymes, hasta que no apareció esta nueva norma migratoria –que, dicho sea de paso, aún no está vigente–, abrió una ventana de oportunidad impresionante para que muchos cubanos residentes en el exterior decidieran crear su mipyme.
En nuestra empresa tuvimos la oportunidad de trabajar con varios de ellos, y vimos cubanos residentes, hasta en los propios Estados Unidos, que decidieron aprovechar esa oportunidad, venir aquí, abrirse la mipyme, o abrírsela a la abuela o al suegro. Uno está acostumbrado ver al cubano que vive en el exterior irse con la familia entera para un hotel, o llevar treinta personas a comer en un restaurante. Bueno, yo tuve la simpática experiencia de tener al emigrado, con la familia entera, sentados en la oficina nuestra, para crear la mipyme de la familia, la empresa familiar, para echar adelante. Esas cosas son muy buenas, son necesarias, y creo que nos han ayudado a avanzar en el medio de esta crisis. Todo lo que vaya, y no puedo decir más lamentablemente, en contra de romper esa dinámica, de enredarla, de dificultarla, es un error grave, económico, pero más que eso, político.
Y hablando de espadas, me preguntaron directamente sobre tener que vivir con una espada de Damocles sobre la cabeza todos los días en cuanto a la actividad privada, refiriéndose a la realidad incontrastable de que con más frecuencia que la habitual, o la necesaria o la normal, se están cambiando las regulaciones para el sector privado.
Debo decir que una buena parte del sector privado ha interpretado eso como la regla del juego. Es lo que está dado y con eso hay que aprender a vivir, con la incertidumbre de que ninguna regulación es eterna, de que mañana la pueden cambiar, como tenemos que aprender a vivir con que hoy el dólar vale 360 pesos y mañana puede valer 350 o 280. No sabemos. Con esa espada de Damocles se vive y se trabaja.
Es gracioso porque es precisamente, al menos en mi opinión, esa incertidumbre generada por la política regulatoria del Estado la que propicia, en no pocos casos, los comportamientos que el propio Estado critica del sector privado. Y voy a mencionar, por ejemplo, el temor o la poca capacidad que el sector privado ha demostrado para invertir en actividades productivas. Y voy a abrir un paréntesis: yo no me ciño a la campaña de que el sector privado no produce nada. Eso es mentira. Eso es una simplificación, porque los números que ha ofrecido el gobierno, el Ministerio de Economía y Planificación demuestran completamente lo contrario. O sea, sí hay muchas mipymes productivas, hay mucha actividad comercial, pero precisamente ese nivel de incertidumbre, esa espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de todos los miembros del sector privado hace que prefieran gastar ochenta mil dólares en traer un contenedor de cerveza –por mencionar el producto más conspicuo– porque lo van a tener vendido antes de que lo hayan desembarcado por el Mariel, que invertir doscientos mil dólares en crear una fábrica para producir papel sanitario, que es un producto importante para todos los ciudadanos. Pero, ¿y si mañana de pronto cambian de idea?, mejor no me meto en esa inversión tan grande y compro el contenedor de cerveza y lo vendo en dos segundos, no vaya a ser que esta gente cambie de idea de forma tan rápida.
Entonces, una cosa lleva a la otra. Hay muchas políticas públicas que son necesarias. Aquí hay una palabra que no hemos mencionado, es la palabra fomento. En ocasiones nos creemos que Cuba es el país donde somos los reyes del control, y no lo somos, yo creo que es obvio. Pero donde sí no somos ni príncipes, donde tenemos el más pequeño de los títulos nobiliarios es en las actividades de fomento. Hacen falta regulaciones que fomenten la actividad económica, la interrelación entre empresas estatales, entre empresas privadas, la interrelación entre lo público, entre lo privado. Y nada de eso existe. Ahora hay una institución nueva que es el Instituto Nacional de Actores Económicos, que se le ha dado vida en este nuevo escenario y tiene entre sus funciones, además de controlar, la de fomentar. Veremos cómo se cumple eso.
Termino mencionando, para dejar tiempo a mis colegas, una cuestión sobre la cual también yo he hablado en varias oportunidades y se han levantado avisperos y tierreros al respecto. Y es que, si bien ya, por mencionar un ejemplo, el gobierno cuenta con el Instituto Nacional de Actores Económicos, que hacía falta para, de forma integral, atender todos estos asuntos, los empresarios, los actores privados no tienen una plataforma, no tienen un espacio para dialogar con el Estado. Y es necesario. Cada vez que sale una nueva regulación, escuchamos decir que estas normas fueron consultadas con las formas de gestión no estatal y todos nos preguntamos, ¿con quién? En alguna que otra oportunidad he tenido la ocasión de estar en esas reuniones y debo decir que son muy verticales, los celulares se quedan fuera, no se pueden llevar a la presentación que les vamos a mostrar; esto es lo que va a aparecer dentro de 3 o 4 días en la Gaceta Oficial; las opiniones no las digan aquí, mándenlas por correo al gobierno central y ellos tomarán en cuenta las perspectivas de cada uno. Yo creo que va haciendo falta esa plataforma, que ha sido malinterpretada por muchas personas como un intento por parte del sector privado de dotarse de un partido político para derribar la Revolución. Vuelvo a lo que mencionaba antes, pero es que hoy no hay una plataforma de diálogo única, clara, transparente, donde el gobierno, se siente con el sector privado, no para hacer regalos, no para hacer regalías ni concesiones, porque me queda claro que la relación entre el sector privado y el sector público o el sector privado y el sector estatal va a ser siempre una relación que va a tener puntos de conflicto, puntos de tirantez. Es normal, como en cualquier lugar del mundo, será parte del juego de nuestra sociedad, pero hace falta ese tipo de plataforma, no ya solo desde el lado nuestro, que no tenemos cómo dialogar con el Estado de una manera uniforme, organizada, sino necesaria para que el Estado tenga una fuente única, clara, transparente de información, de valoraciones sobre los hechos de la realidad económica que están ocurriendo en el sector privado.
Michele Curto: Creo que Oniel acaba de decir una cosa extremadamente interesante. La participación del sector privado en la producción en Cuba es subvalorada. También, por supuesto, esto necesita, de manera urgente, una política sectorial. No se puede tratar de la misma forma al que destruye valor importando y revendiendo, que al quien crea valor exportando o produciendo para la necesidad de todos los cubanos. Tanto si es un actor o una empresa estatal, como si es un actor privado, creo que la economía cubana necesita de políticas sectoriales que distingan verticalmente los actores, no por la forma jurídica o por la forma de propiedad de capital, sino por cómo lo hacen y en función de qué lo hacen. Si son exportadores, necesitan políticas sectoriales de exportadores. Si son importadores, políticas sectoriales de importadores. Si son productores, políticas sectoriales de productores. Si no damos esta tridimensionalidad a la economía cubana y la miramos en forma plana, no lograremos entender algunas de las acciones legislativas necesarias, también para responder a tu pregunta, Yan.
Seguramente que un marco legislativo y la evolución sería extremadamente interesante para evolucionar la situación si está construida desde una lógica inclusiva, con participación amplia y sensibilidad hacia la diversa realidad del territorio. La regulación puede ser el catalizador de alianzas sostenibles y equitativas, pero no es mágica. Para cumplir esta función estratégica de operar sobre varios planos a la vez, en primer lugar, necesita superar su función tradicional de vigilancia y sanción. Este es un gran tema y tiene que enfocarse más en un rol dinámico como generador de confianza, promotor de innovación y garante de equidad en las relaciones entre los actores.
Antes, una compañera comentaba el principio jurídico de subsidiariedad y complementariedad. Por supuesto, tenemos que apostar por una completa realización del principio jurídico constitucional cubano, que me encanta, de la complementariedad. Pero también tenemos que estar claros de que hay sectores enteros de la economía cubana que en una retirada estratégica del Estado o de los actores estatales, se han quedado en las manos del privado, casi sin reglamentación. Es lo que yo decía al principio, o no llegamos o nos pasamos.
Se necesita definir estándares de venta de servicios. No hay una política de defensa de los consumidores. No son exigibles sus derechos en Cuba. Y esto me duele muchísimo decirlo, principalmente por parte de las mismas empresas estatales. Hay un montón de trampas a los consumidores en los productos que se ofrecen.
Yo me ocupo del café. Hay un montón de cafés que no corresponden a lo que se pone en el paquete. Hay un concepto casi fraudulento en este asunto y no hay nadie que chequee eso.
Cuba ha visto una multiplicación de los productores de algunos bienes, pero no hay control de la calidad de los mismos, de la salubridad de los mismos. Pienso en un bien como la pintura. La pintura entra a la casa de todos los cubanos, y determina la salubridad de un ambiente, y muchas veces hay formas de producción de pintura en Cuba con formaldehídos, con procedimientos que van en contra de los intereses de salubridad y seguridad de los cubanos. Y aunque existe un marco regulatorio, no se aplica. O sea, seguramente ese marco regulatorio tiene que evolucionar definiendo reglas mínimas del juego, facilitando el espacio para acciones estratégicas.
Antes intervenía el compañero de CubaSolar. Yo creo que, por ejemplo, el cambio de matriz energética sería un grandísimo objetivo, una grandísima visión que el país necesita urgentemente, que entra por las venas de todos los cubanos, en el cual se podría determinar una gran alianza de actores estatales con actores privados en función del interés público.
Otro tema es el tema del desarrollo digital del país. En Avenida Italia propusimos esto de la autopista digital. Y nos aliamos con Etecsa, le estamos garantizando un equipamiento con el cual no podían contar, le sustituimos capacidad de inversiones, pero se está haciendo muy difícil llegar a un acuerdo público-privado en este sentido. Y en una concepción clara por parte del actor institucional, en particular del gobierno de La Habana y del gobierno municipal, de entender el valor que tiene esta acción estratégica para la juventud cubana, como decía Aymee antes.
Está el factor tiempo, tanto la inversión extranjera como el actor privado, tienen en el tiempo un recurso fundamental, mientras que muchas veces, la parte estatal –no me gusta la palabra contraparte–, para no decir la institucional, considera el tiempo como una variable infinita que puede estar ahí. En la reforma es fundamental también fijar tiempo para respuestas institucionales. A veces uno hace un pedido, una solicitud, a un actor público, el cual muchas veces no tiene tiempo fijado para responderte y cuando lo tiene, no lo respeta. Yo tengo un ejemplo vivido en carne propia sobre un tema de una nomenclatura.
La certeza de las reglas del juego para todos los actores es fundamental. Y en esto el país necesita, en el interés propio –en el interés del pueblo, me gusta decir–, evolucionar.
Gilda Dieppa Sanabria: Primero quiero decir que sí, que faltan todavía muchas políticas públicas, falta mucho por hacer. Y además, al menos yo, no puedo hablar solo de las políticas públicas, si estas no tienen un marco legal que las implemente, pues no resuelve tampoco el problema. Hoy hay un cronograma legislativo arduo, complicado, en los dos últimos años se han aprobado más normas de alto rango que en los diez o quince años anteriores.
Pero también, quiero insistir, falta mucho por incidir en la mentalidad de nuestros empresarios, estoy hablando desde el sector estatal, por supuesto. Porque se han emitido normas sobre la autonomía empresarial, hablo de algunos decretos-leyes, sin embargo, todavía nuestros empresarios no saben qué hacer con esa autonomía y siguen esperando una orientación, una indicación, una disposición que les diga qué y cómo hacer. Entonces, por eso digo que todavía tenemos muchísimo por hacer para lograr eso, porque no basta con que se decreten determinados niveles de autonomía si después quien tiene que ejercerla y actuar a partir de esa autonomía no lo hace y sigue esperando que alguien le diga qué y cómo hacer, pues no resolvimos nada con eso. Por eso vuelvo otra vez a lo que he dicho varias veces sobre la necesidad de preparar mejor a nuestra gente.
Yo quiero transmitir una modesta experiencia desde nuestro organismo, que un poco va a darle respuesta a lo que decían Juan Triana y la compañera Ileana. Nuestro sector –quizá no fue el mejor ejemplo–, la industria alimentaria no se siente amenazada por los productores no estatales que están produciendo alimentos, para nada. Tenemos una experiencia modesta y que estamos tratando de encaminar. En la medida en que fueron saliendo todas estas nuevas normas, en el organismo se preparó una cartera de oportunidad de negocios, como hacen todos los organismos porque está establecido que se haga para promover la inversión extranjera, revisando desde dónde, qué tenemos y qué podemos ofrecerle a ese sector no estatal para negociar con ellos.
Nosotros tenemos la industria, en algunos casos con maquinaria vieja, obsoleta, pero que todavía funciona, pero quizá el negocio pueda partir de ahí, de que podamos resolver entre los dos algunas cosas para modernizar la industria. Tenemos además una fuerza de trabajo, y esos trabajadores son una fuerza nada despreciable, porque tienen una experiencia, una experticia en cómo hacer y cómo producir alimento. Decía que si hoy hay un sector bien complicado y bien amenazado es el nuestro. Sobre los tres días sin pan sí se publicó que no había harina. Había un barco y no había dinero para pagarlo, y hubo que empezar a gestionar y buscar por miles de lugares el dinero para poder pagar y descargarlo y salir sin dormir los que tenían que hacerlo para distribuir la harina. Entonces es complicado- Y se hizo no solo esa cartera de oportunidad sino que se aprovechó para hacer reuniones con una amplia representación de ese sector no estatal. Primero se hizo una reunión aquí en La Habana, en la propia sede del Ministerio, donde fueron convocados un grupo importante de trabajadores por cuenta propia, de MIPyMES, de cooperativas, que producen alimentos para ofertarle dónde y cómo y qué podemos hacer de conjunto, porque en definitiva nosotros sí sentimos la responsabilidad que tenemos de darle alimento a diez millones de cubanos, y eso es hoy bien complicado. Entonces no los vemos como una amenaza, todo lo contrario, lo vemos como una fortaleza y una posibilidad de aliarnos para lograr en definitiva ese objetivo.
Yan Guzmán: Con esta intervención terminamos el panel de hoy. Creo que hemos cumplido el objetivo. Gracias a todos.
Transcrito por TurboScribe.ai. Revisado por Vani Pedraza.
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