sábado, 23-11-2024
Debe estar autenticado para compartir
Rafael Hernández: Esta no es la primera vez que abordamos la cuestión del turismo en la revista Temas. Tengo aquí el número 43, del año 2005, que titulamos “Turismo, cultura y sociedad”, que incluyó diversos acercamientos a este tema, como el diálogo intercultural; el Caribe; la sustentabilidad; el desarrollo económico; y el patrimonio, entre otros. Otro número de Temas fue dedicado, en 2014, a “Imagen país”, algo que está estrechamente ligado a lo que vamos a debatir hoy, pues abordaba cuestiones como la representación de Cuba en guías de turismo extranjeras; la imagen construida de las ciudades, etc. No hace mucho, en 2021, hicimos un panel que se llamaba “¿Qué turismo para qué país?”, y lo publicamos en un libro.
Este panel de hoy, que tiene todos esos antecedentes, no tiene que ver con el turismo de hotel, o con el llamado “de sol y playa”, o con la construcción de nuevas instalaciones hoteleras, como su nombre pudiera parecer, sino con todos los demás aspectos del turismo. Y para eso hemos convocamos a personas que se relacionan de diversas maneras con ellos. Quiero advertir que para este debate también invitamos al Grupo de Turismo de Gaviota, y a la sección de Comercialización de Servicios Médicos, que se ocupa del turismo de salud en el MINSAP, y que tienen un montón de ideas nuevas sobre las cosas que se pueden hacer en relación con esto, pero no pudieron venir.
Empiezo entonces con la primera pregunta. ¿Qué atrae a la mayoría de los turistas que van a París, Barcelona, San Petersburgo; Beijing, Ciudad de México, Bangkok, Buenos Aires? No son simples destinos sino signos icónicos en la geografía cultural y la historia del mundo. Además de factores como los intereses de las corporaciones, que tienen mucho que ver con la gestión del negocio del turismo y las políticas de los países en relación con él, ¿qué peso tienen los valores culturales, históricos, ambientales, en los flujos turísticos en el mundo? ¿Qué lugar ocupan las universidades, las instituciones académicas y de salud, el patrimonio natural y construido, el arte y el desarrollo científico, los saberes y la imagen país en atraer visitantes extranjeros?
Martha Omara Robert: Voy a separar un poco la primera pregunta para poder explicar. Primero es importante reconocer que los flujos turísticos tuvieron cambios de conducta muy marcados a nivel mundial antes de la pandemia; los principales estaban relacionados con que, a partir del siglo xxi, aparece un cliente con tres características fundamentales: una, es que está hiperconectado y, por tanto, muy informado, tiene mucho conocimiento, y eso no se puede separar de la gestión de cualquier destino turístico. La segunda es que busca productos eco-responsables, amigables con el medio ambiente. La pandemia reforzó esas dos características, primero porque todo se hacía por Internet —incluso en Cuba, donde no teníamos esos hábitos tecnológicos—, y segundo porque la salud se convirtió en lo más importante, y cada día más personas que viajan buscan ambientes sanos, que les permitan disfrutar esas nuevas experiencias, y a la vez enriquecer el alma, el espíritu, la salud. Otra característica fundamental que se empezó a percibir a partir de la llegada del siglo xxi, es que los clientes cada vez más quieren hacer y no solo observar.
En cuanto a cómo el patrimonio natural y construido, el arte, el desarrollo científico, las instituciones académicas, la salud, la historia, la cultura nacional y el pueblo, la gente, tienen que ver con la atracción de visitantes extranjeros, por supuesto que, desde su carácter multidimensional, es muy difícil separar el turismo de todos esos elementos que son los que confluyen en cada destino, en cada espacio turístico, son los que determinan la imagen de ese país, y precisamente es esa imagen la que condiciona los flujos turísticos en un destino determinado.
Rafael Hernández: En el pasado había viajeros que escribían libros de viaje más que guías turísticas, como fue el caso de Richard Henry Dana, que en 1850 escribió To Cuba and Back; en este bestseller él se quejaba del ruido perpetuo que había en La Habana, y también se lamentaba del mal servicio y la desidia de los empleados en los hoteles, y se fascinaba con las exóticas volantas, sus grandes ruedas, que no se atascaban en los abundantes baches que tenía la ciudad, y de las calles llenas de gente vendiéndole todo tipo de cosas.
Cuando pregunto a visitantes de los Estados Unidos por qué decidieron venir precisamente ahora, me dicen que quieren conocer “la Cuba de Castro antes de que desaparezca y se llene de McDonalds”. Quienes prefieren alojarse en casas particulares me dicen que quieren conocer “la Cuba real, la de la gente y sus familias”, o sea, la vida comunitaria. La mayoría de los que visitan el mausoleo del Che Guevara en Santa Clara son extranjeros. ¿Será que la Revolución y la gente son atractivos principales de Cuba para esos visitantes, que no podrían encontrar en las playas de Cancún o de Punta Cana?
Además de esta introducción provocadora, las preguntas son: ¿qué buscan los turistas que vienen a Cuba, por qué, y quiénes son?, ¿qué Cuba conocen? ¿En qué medida las cualidades particulares que distinguen a Cuba como sociedad y modelo de desarrollo, nuestra historia, cultura, naturaleza, vida comunitaria, desarrollos en salud y educación, pueden convertirse en facetas principales del turismo?, ¿qué se requiere para hacerlo?
Annabelle Cantarero: Más que ir de pregunta en pregunta, me gustaría compartir lo que ha sido casi diez años en Cuba, trabajando en un proyecto de agroecología familiar que, además, une la gastronomía, tratando de poder poner en alto los ingredientes, la cocina local cubana, dándole el lugar debido a la producción local, los productos nativos de la Isla.
Estoy hablando de Finca Tungasuk, que creamos dos años después de haber comenzado a trabajar la tierra en Caimito, en la provincia de Artemisa, y a donde, poco a poco, empezaron a llegar voluntarios de distintos orígenes, visitantes y también turistas. Allí priorizamos la siembra de árboles frutales endémicos y luego empezamos a diversificarlos. Tenemos actualmente casi tres mil frutales diversos, y entre ellos tenemos siembras medianas y menores de distintas viandas y vegetales, que satisfacen nuestro autoconsumo, pero también dan respuesta a las necesidades y curiosidades de nuestros visitantes.
Después de más de seis años de cara al turismo hemos experimentado muchas transformaciones a nivel interno, haciendo algunos ajustes y tratando de dar respuesta a las diversas necesidades que han ido surgiendo, sobre todo después de la pandemia. En cuanto a los visitantes, hemos tenido estudiantes de intercambio, otros que hacen tesis de Agroecología, voluntarios interesados en la agricultura del Caribe y en específico de Cuba, etcétera.
Kike Quiñones: Yo me quiero referir a las cualidades que distinguen a Cuba como sociedad, como país: la historia, el medioambiente, la cultura. ¿Cómo se puede trabajar en función de potenciarlas como verdaderas facetas del desarrollo del turismo? Primero, creo que hay un tema muy inherente al de la cultura que es la política cultural, que en Cuba se ha trabajado mucho, pero se ha visto casi siempre como un concepto y no como un ejercicio que se debe hacer de manera permanente, un ejercicio de administración de recursos, porque las políticas culturales no crean cultura pero sí propician condiciones para su desarrollo. Por ejemplo, cuando se entiende que en Baracoa es importante desarrollar el cultivo del cacao, y desde el punto de vista gubernamental es posible potenciar la producción de chocolate, se está invirtiendo y haciendo un ejercicio de política cultural; y también cuando se comprende que en Sancti Spíritus hay una tradición importantísima del formato de tríos, y se busca la manera de ayudar a perpetuar esa manera de hacer música. O sea, creo que las estructuras de gobierno primero tienen que entender que la inversión que se hace desde el punto de vista social se revierte inmediatamente en un potencial del desarrollo del turismo.
En Cuba hoy se están haciendo grandes esfuerzos en este sentido, y en la comisión Cultura y Turismo —que ahora tiene un carácter gubernamental, por cierto—, se discuten muchos de estos temas con la participación de la UNEAC.
En el mundo, normalmente la gente viaja para consumir cultura, y las estructuras del turismo son las que brindan las posibilidades de hospedaje, alimentación y demás. Ese proceso aquí se da todavía de manera inversa, o sea, vienen a un hotel, playa, sol, y alguien entonces les brinda la oportunidad de ir, por ejemplo, al Ballet Nacional de Cuba, que además, es mucho más barato que verlo en Europa. En Cuba el turista llega al hotel y estamos tratando de ver cómo lo sacamos de ahí para que consuma diferentes facetas de la vida cultural cubana.
Tenemos que decir que no ha habido un proceso consciente de lo que es la política cultural, y por eso hoy nos encontramos con que muchas personas llegan a Cuba y dicen: “No quiero hospedarme en un hotel porque allí me diseñan el camino”, y prefieren hospedarse en una casa porque ahí experimentan una manera de asumir la vida. Ese convivio, el movimiento social que provoca estar en una comunidad, es diferente a las dinámicas que se establecen cuando vienen directamente al hotel. Entonces hay que replantearse las cosas; para que la historia, para que la cultura en sentido general pueda convertirse en un pilar fundamental del desarrollo turístico, habrá que trabajar en formas más efectivas de implementar la política cultural, que es lo que en definitiva permite el desarrollo también social. Hay un grupo de elementos que han caracterizado las dinámicas del turismo en Cuba que no son precisamente el potencial —incluso humano— que tenemos como nación, como país. El turismo se desarrolla, repito, a partir de la política cultural cuando se implementa como debe ser. Me refiero, por ejemplo, al son, al ron —ambos reconocidos como patrimonios inmateriales—, al changüí; o sea, no hay ningún otro lugar en el mundo donde, de manera natural y espontánea, un grupo de personas que trabajen el café, cultiven el changüí de manera empírica, sin formación académica como músicos; nosotros tenemos ese atractivo en Guantánamo; sin embargo, desde el punto de vista de política cultural no hay una estrategia diseñada para que eso se convierta en un punto importante que pueda consumir el turista. Está el turismo de naturaleza, por ejemplo en Viñales, que tiene un atractivo per se, pero el que venía a Viñales hace algunos años, era un cliente más contemplativo y menos de senderismo, menos de otros atractivos, quizás buscando lo que tiene que ver con la flora, la fauna. Hoy hay proyectos incipientes que miran hacia otro tipo de turismo porque repito, la política cultural es el pilar fundamental para desarrollarnos como sociedad, y que eso sirva entonces también como un atractivo desde el punto de vista turístico.
Rafael Betancourt: En 1990 se concibió un modelo de desarrollo turístico en Cuba para obtener, en condiciones de mínima disponibilidad de recursos, el máximo efecto con el menor gasto posible, a partir de la construcción acelerada de grandes hoteles, y que apostó por futuros encadenamientos productivos, servicios en diferentes territorios. Eso solo se cumplió parcialmente, el componente de importación de insumos todavía es muy grande en el turismo hotelero, en el de gran escala.
Hoy en día hay diferentes tipos de turismo en Cuba, está el de sol y playa, que acude a los hoteles todo incluido; están los de negocios y eventos, los científicos, que también la mayoría va a hoteles, y está el turismo de pequeña escala, que incluye la visita familiar, los negocios privados, la salud, turismo de ciudad, de naturaleza, cultura, académico, y frecuentemente se combinan, el turista que viene realiza diferentes actividades durante su estancia.
El turismo de sol y playa en el Caribe es un commodity, y el destino es mucho menos importante que la relación costo-calidad de la oferta; sin embargo, el de pequeña escala depende mucho más de las cualidades que distinguen a Cuba como sociedad y como país, donde el sector privado de alojamiento, transporte, gastronomía, excursiones, juega un papel muy importante; el alojamiento privado se ha vuelto parte integral de la oferta nacional para el turismo internacional, y toma la forma de turismo familiar o residencial.
Antes de la pandemia —no sé si esto ha variado mucho—, 25% de las habitaciones destinadas al turismo internacional pertenecían al sector privado, pero con el doble de turistas-días que el sector estatal (este índice es mucho más importante que el número de arribos por lo que representa para el ingreso turístico). El sector privado de hotelería y gastronomía emplea unos doscientos mil cubanos, mientras que se estiman unos trescientos mil en el estatal. Estamos hablando de 10% más o menos de la fuerza laboral, no es despreciable.
¿Qué se requiere para el desarrollo del turismo de pequeña escala? En primer lugar, acceso a los mercados emisores, y en este momento está frenado el de los Estados Unidos, y también el people to people individual, y el alojamiento en hoteles estatales. El requisito de que los europeos deban pedir visa a los Estados Unidos si han venido a Cuba como turistas, está obstaculizando el turismo del Viejo continente.
Son claves también las conexiones aéreas existentes, la comercialización del destino Cuba, en particular ciudad, naturaleza, salud, cultura, la variedad, los precios y la calidad de los servicios ofertados, así como el estado de los viales y los suministros. La subjetividad popular influye mucho en la repitencia y también en la difusión tanto online como de boca a boca, y hasta ahora la seguridad y la tranquilidad ciudadana obran a nuestro favor, esperemos que eso perdure.
Annabelle Cantarero: Sin duda alguna, el patrimonio natural y creado de la Isla sigue siendo un pilar del interés del turismo actual. Desde hace ya más de seis años, en Tungasuk recibimos turistas que realmente están interesados en ver un paisaje único, el del Caribe, y propiamente el de Cuba, en conocer la diversidad que existe en la mayor de las Antillas. Incluso después de la pandemia, al menos en nuestra finca, el turismo de naturaleza, y el familiar sobre todo, siguen siendo uno de los mayores fuertes. Pero eso ha ido cambiando un poco porque estamos trabajando productos muy específicos, de cara a lo que nos han trasmitido las agencias de turismo que han expresado sus clientes. Por ejemplo, hace solo dos años empezamos con clases de cocina, haciendo énfasis en el uso de harinas artesanales. Y también el senderismo. Ahí podemos ver que además de la curiosidad por el bagaje cultural que tiene la Isla, la música, el arte, Cuba sigue siendo un referente académico a nivel internacional. Hemos constatado un aumento en el interés por cosas muy puntuales como la gastronomía cubana, o cocinar con productos locales, pero más abierto a una cocina más fusión o más gastronómica, y por eso desde 2021 empecé a trabajar con el colectivo de Yucasabe, quienes están tratando de que el casabe sea reconocido como patrimonio nacional, trayéndolo al oeste, porque antes era conocido y consumido mayormente en el este del país, y hemos tenido la oportunidad de compartir y dar a conocer este producto desde acá, y hemos tenido una respuesta muy buena. Los clientes nos han expresado que venir acá sigue siendo una experiencia muy enriquecedora porque se encuentran con productos locales en una cocina nueva, latino-caribeña, como le llamo yo, que fusiona nuestros conocimientos.
El hecho de que sean experiencias únicas —así les empezaron a llamar desde hace un tiempo—, como cortar la caña o hacer el guarapo juntos, y luego usar ese guarapo para hacer una miel para acompañar unas frituritas de malanga, todo eso hace que muchos de ellos decidan regresar, porque van encontrando en cada lugar de Cuba algo distinto. Sobre todo si buscan una experiencia culinaria, quizás es lo que hace que se decidan a salir de La Habana, donde si bien es cierto que hay cada vez más referentes de distintas partes de la Isla como el mismo restaurante Yucasabe, también buscan ver estos productos en su medio natural, trabajar, ver cómo se hace la leche de coco, o como decimos nosotros, “de la chacra a la mesa”, cómo se labra la tierra, de dónde vienen los productos. En un país donde se importa más de 60% de la comida, compartir esos retos sigue siendo una experiencia que no se va a vivir en otro, es lo que hace que sea único.
Rafael Hernández: Si los asistentes aquí o desde Telegram tienen preguntas o comentarios, ahora tienen la posibilidad de hacerlo.
Carlos Alzugaray: Tengo la sensación de que todo el turismo del Caribe, nuestra área competitiva, ha reaccionado después de la pandemia, y nosotros estamos parados. ¿Se explica por la ausencia del turismo norteamericano? No me parece. El más importante antes de 2020 era el canadiense. Y el mercado ruso, que surgió por esa época más o menos, no sé qué potencial tiene. Betancourt situaba el problema de la visa norteamericana para los europeos. Quisiera escuchar algún comentario sobre en qué punto estamos, y cómo podemos salir adelante, porque pienso que el turismo puede ser la locomotora de la economía cubana, y además, tiene muchas ventajas, porque es un sector donde las distintas formas de gestión pueden combinarse sin mucha tragedia, sin mucho conflicto.
Antonio Díaz: El inicio del boom del turismo fue en los 90, en medio del Período Especial, lo que pasa es que no nos afectó tanto en imagen. Eran otros tiempos, hoy en día los nuevos medios y posibilidades multiplican los problemas por millones. Todo el mundo tiene problemas, todos los destinos tienen problemas, pero en nuestro país es fácil multiplicarlos.
Me alegra que esté aquí la decana, porque en nuestra Facultad se insiste mucho en que lo primero es el destino, y eso es más que hoteles. En el año 2001, en mi primera discusión con la dirección comercial del MINTUR, yo les decía que me parecía que estaban en un error porque veían el turismo desde la habitación de un hotel, o sea, si la habitación está llena, todo está bien. Pero si no entendemos, si no cuidamos el destino, si la combinación de los atractivos y las condiciones del destino no están en línea con las políticas públicas para explotarlo, entonces el asunto es complicado.
De todas formas, hay que entender que aquel turismo de principios de los años 90 era esencialmente “sol y playa”, aunque la modalidad de eventos creció increíblemente, y llegamos a ocupar los primeros lugares en América. Un buen día, en 2006, se canceló el Buró de Eventos, y hoy estamos en los últimos lugares del hemisferio. No sintonizamos bien esa combinación y lo estamos pagando caro.
Otro asunto son los errores que se cometieron cuando vinieron los norteamericanos “en pandilla”, en 2017 y 2018, y se cambió la política comercial apretando a Europa, y esta se lo sintió en varias formas, evidentemente. Después de eso vino lo peor, la pandemia de Covid-19, y a pesar de que Cuba hizo la cosa más maravillosa, hacer sus vacunas y salir realmente triunfal del asunto, eso no fue suficiente para mejorar su imagen, pues todos sabemos que el bloqueo y la política agresiva de los Estados Unidos se han intensificado.
Lo otro es la competencia del área, que es muy alta. Cuba no ha logrado cambiar su imagen como destino de sol y playa, y un poco de ciudad. Por ejemplo, Costa Rica, con turismo de naturaleza y tal vez sin algunas de las posibilidades que podemos tener nosotros, ha logrado consolidarse a pesar de los problemas económicos que tiene el país.
Un peso importante del turismo en Cuba lo tienen los cubanos residentes en el exterior, y eso también se ha estancado por el mismo problema de la imagen, que se ha deteriorado en estos años, por las razones que todos sabemos y las condiciones no solo económicas sino en el ámbito de los medios de información, y de la desinformación y manipulación, realmente han hecho mella en el turismo.
Finalmente, creo que seguir haciendo más hoteles no va a resolver nada en absoluto, todo lo contrario, va a crear una diferencia aún mayor entre el nivel de ocupación, que ya en los años 2017-2019 era solo de 50%. A principios de año andábamos por 13%, creo. Es lo que quería compartir con ustedes.
Luis Cristóbal Medina Acosta: Fui guía turístico en agencias estatales como Cubatur y Gaviota; por razones personales y también porque me gusta mucho mi trabajo, desde hace muchos años no estoy ejerciendo por la vía estatal. Formo parte de un grupo de más de quinientos colegas, muchos de los cuales hemos cursado todas las etapas de formación como guías de turismo en agencias estatales, y que por una razón personal, o familiar, o de salud, o laboral, no hemos podido continuar trabajando. Entonces nos hemos nucleado, sobre todo en el momento de la Covid-19, para solicitar al Ministerio de Turismo y al de Trabajo y Seguridad Social que revise la prohibición que existe sobre esta actividad para que se pueda realizar por cuenta propia. Aprovecho entonces para plantear estas inquietudes aquí. Quizás de esta manera puedan escucharnos los que no lo han hecho cuando nos reunimos con estos dos sectores, porque queremos contribuir desde otra perspectiva al incremento del turismo. Todo el mundo sabe que hay cierto sector del turismo que debido al bloqueo no tiene permitido alojamiento y otras ofertas estatales, y creo que nosotros, al igual que la gastronomía, el transporte y el alojamiento privados, podríamos contribuir a la economía familiar y a la del país.
Ninel Rivera: El título de este panel dice “¿y qué más?” y pienso que esa otra parte se va olvidando. Yo estuve en Caracol por veinte años y pasé desde la distribución hasta gerenciar y administrar un aeropuerto, por lo tanto siempre me ha preocupado este tema. Siempre lo planteaba y me decían que lo importante eran las ventas. Y yo pensaba: “Es que estamos vendiendo otra cosa que no es Cuba”.
Recientemente vi a un funcionario de Artex hablando muy esperanzado de la producción, del futuro que tenía Artex, y todo era sobre la base de la importación, entonces veo que a estas alturas, después de tantos años, se sigue pensando en la importación. De hecho, en las tiendas Caracol se vendía un producto de Artex, y cuando el turista lo levantaba decía Made in Italy. Yo pensé que con las nuevas medidas y formas de gestión económicas ya el turismo habría reaccionado; veo que no, porque Artex hace dos días estaba diciendo que ya empezaría la importación. Es decir, volvemos al cabo de los años a caer en lo mismo, y el turista quiere algo más.
Por otra parte, estoy acompañando un proyecto de senderismo en una zona protegida. Los vecinos de La Tasajera, en Nueva Paz, Mayabeque, no tenían acceso a la playa por no existir el vial. Hoy, gracias a la Cooperación Internacional de Suiza, se les está poniendo un financiamiento a través del Centro de Desarrollo Local y Comunitario del CITMA y se va a reanimar eso, allí se está preparando ahí un pequeño “polo turístico”, y estamos pensando cómo involucrar precisamente a la comunidad de Nueva Paz en ese turismo y qué se puede rescatar. En lo personal, tuve la oportunidad de vivir unos nueve meses en las Bahamas, y les puedo asegurar que a todas las playas que fui, ninguna supera a las de Cuba. El Mégano es mejor playa que las que yo vi allí. Tengo mucha esperanza en ese proyecto; les digo que es mejor que Playa Larga, quizás no sea este año, pero quizás el otro. Me voy con la preocupación del “que más” porque veo que siguen haciendo hoteles; no tenemos un quilo ahora mismo y seguimos construyéndolos en el medio de la capital, entonces no entiendo, y pensé que iba a haber alguien aquí de turismo que me iba a dar la última información.
Rafael Hernández: Estos paneles de Último Jueves no suelen responder las preguntas de la coyuntura del momento porque no es la naturaleza ni la función de esto, aunque todos sean libres de expresar sus puntos de vista y sus reflexiones. La problemática de los guías no estatales está totalmente insertada dentro de estas cuestiones que estamos tratando aquí. Una de mis preguntas se refiere a la descentralización de la actividad turística, y por supuesto que no podemos hacer eso sin una visión diferente acerca del turismo que no reduzca la actividad a un organismo en particular. Eso no tiene nada que ver con que los hoteles estén llenos o vacíos, o cuáles son las dificultades que tienen ahora mismo los europeos para llegar a Cuba, porque eso es totalmente coyuntural y no el fondo del asunto que nos ocupa hoy.
Andrés Dovale: Por lo que he escuchado, aquí consideran nada más al turismo extranjero. Quisiera saber si piensan que los nacionales podemos hacer turismo o tenemos derecho a hacerlo. Antes del Período Especial yo iba todos los años al Hotel Internacional de Varadero, hice dos vueltas a Cuba en mi auto, que me sobraba la gasolina y llegaba hasta Santiago de Cuba visitando de hotel en hotel sin sacar ninguna reservación ni nada porque aquello era del pueblo. A partir de ahí, no sé los años que hace que yo no voy a una playa, no a Varadero, sino a una playa cualquiera. Bien, nada más quería preguntar qué hay con el turismo nacional.
Rafael Hernández: Te agradezco por introducir la dimensión del turismo nacional porque todo el tiempo hemos estado diciendo el turismo, sin aclarar que, por supuesto, estamos hablando del nacional y no solo del extranjero. Tienes toda la razón en llamar la atención sobre esto.
Armando Fernández: Uno de los aspectos fundamentales del “qué más” sería el desarrollo local. Para hacerlo con el turismo hay que cambiar la concepción que prima en estos momentos del turismo de masas y del cooptado por las grandes empresas. Creo que las localidades cubanas, y el país en general, tiene potencialidades que muy pocos en el Caribe tienen, tanto desde el punto de vista cultural como de naturaleza, o de la relación con la población misma. En ese sentido, creo que habría que buscar modalidades de turismo locales como el que acaba de plantear la compañera que están haciendo en Nueva Paz. Hace ya bastantes años se estaba trabajando en el sendero nacional cubano, no sé en qué habrá parado eso, pero sé que el CITMA está muy interesado y está tratando de empujar ese tipo de actividad turística, que no es poca cosa para el turismo sobre todo europeo e incluso el turismo latinoamericano, que es el que más cerca tenemos.
También hay un segmento de la actividad turística al que no se le ha prestado atención alguna: el turismo de salud en zonas de aguas medicinales. Cuba tiene ahí también una potencialidad que, bien manejada a nivel local, puede dejar un factor bastante redituable desde el punto de vista económico en estos procesos de descentralización que está llamado a hacer el país.
Yociel Marrero: En el “qué más” yo quisiera encontrar proporción y ver si se activa en algún momento el famoso estigma de la “industria sin chimeneas”, “motor de la economía cubana”, de lo que llevamos no sé cuánto hablando. Todos hemos visto las gráficas de las inversiones en turismo, educación, salud, y en hoteles. Sé que no es el debate de hoy, pero para llegar al “qué más” hay que proporcionalizar el tema de la construcción de hoteles. Si le quitamos —lo tengo calculado— dos pisos al “monumento a la prepotencia” de 23 y K, o al que están construyendo en 1ª y B, podríamos tener suficientes barcos de pienso para resurgir la población porcina de Cuba.
El “qué más” tiene que ver con que hoy en Baracoa se está perdiendo el cucurucho y la bola de cacao, porque esa política cultural no ha funcionado, y la fábrica estatal de Baracoa funciona por baches. La proporcionalidad de las inversiones en turismo pudiera potenciar el “qué más”, todo lo que se ha hablado aquí, que pudiera ser muy importante, desde la educación, el propio turismo de salud que ha ido disminuyendo, y los proyectos pequeños, como el de Nueva Paz —qué buena noticia—, o lo que decía Armando sobre desarrollo local, como puede ser la cocina típica, el nengón, el changüí, o el sucu-sucu que ya nadie toca en la Isla de la Juventud. Entonces, insisto, muchas cosas del “qué más” dependen de la proporcionalidad de las inversiones en el turismo.
Rafael Hernández: Exactamente sobre eso es mi siguiente pregunta al panel: ¿qué importancia tiene lo local y lo regional en el fomento del turismo?, ¿cuáles son los principales actores en ese fomento? Yociel acaba de contestar que es la inversión estatal o extranjera, no sé si el panel piensa lo mismo. ¿Qué beneficios y qué riesgos tiene la descentralización del turismo, o sea, empoderar al municipio como espacio-actor de la actividad turística?
¿Qué importancia tienen, relacionado con las cosas que se han dicho aquí, los lugares donde ocurrieron las grandes batallas, las rutas de los luchadores por la independencia, y de la Revolución, donde nacieron artistas conocidos mundialmente como Chano Pozo o Ignacio Piñeiro, donde estuvieron emplazados cohetes nucleares; barrios donde nacieron y se siguen escuchando ritmos populares, donde se cocinan todavía platos tradicionales que no hay en ningún restaurant de comida cubana, ni privado, ni estatal, ni en Cuba, ni en Miami? Se conserva una cultura comunitaria ignorada y olvidada, y una división dentro del Ministerio de Cultura que se ocupa de ella y entrega premios en todo el país. Casi nada de esto está en las rutas del turismo, ni en el extranjero ni en el nacional. ¿Qué importancia tiene lo local y lo regional en el fomento de ese turismo, y cuáles son los actores que desarrollarían ese turismo? No es solamente una cuestión de dinero, sino de concepción, no es solamente dónde se pone el dinero sino cómo se concibe la actividad misma. Todo esto tiene un propósito provocador con el panel.
Martha Omara Robert: Sin agobiarlos con cuestiones académicas, lo primero es entender, como decía antes, que el turismo es un fenómeno multidimensional, un sistema que se concreta en un destino turístico, es decir, en ese espacio que se concibe como lugar donde se hace turismo, precisamente el espacio local que de verdad da la expresión del sistema turístico. Para mí uno de los principales problemas, y que ustedes de manera muy acertada han ido señalando, es la gestión de los destinos. Si bien hay muchas políticas que van en detrimento del desarrollo turístico en Cuba, si bien necesitamos grandes inversiones, en los cerca de quince años de fundada nuestra Facultad y un poquito antes como centro de investigación, nuestra mirada siempre ha estado puesta en que falta una concepción cultural diferente hacia el fenómeno turístico.
Otro problema es que no se ha sabido aprovechar el territorio, gestionar los destinos; la mayoría de los países tienen una entidad llamada organización de gestión de destinos, o un similar, que son esas personas que tienen una articulación pública o privada donde hay gestores turísticos, gobernadores, decisores de gobierno, que se encargan de planificar y gestionar el destino turístico. Eso no pasa en Cuba, y siempre ha sido una batalla muy grande, desde la Facultad, la defensa de que el modelo de desarrollo del turismo no se ha basado en hoteles sino en la gestión de destinos, desde aprovechar las potencialidades que tiene cada territorio.
Es importante que se entienda que la expresión del turismo realmente es en lo local. No es que lo local y lo regional sean importantes, es que son imprescindibles para que haya turismo. El turismo no es otra cosa que ir a un lugar que es diferente de otro, por tanto, ninguna localidad, ningún destino, se puede parecer a otro, porque tiene una identidad propia. Eso que es identitario, auténtico, único, que puede estar definido tanto por elementos tangibles como por intangibles, por recursos naturales o artificiales, es lo que hace que las personas elijan ir a La Habana, o a Cancún, o a París, o a las Bahamas. Eso no ocurre en Cuba.
En la primera respuesta, me refería a la hiperconexión como característica fundamental que define los demás comportamientos, como, por ejemplo, que los turistas hoy se conforman su propio producto, pero los que vienen a Cuba no lo pueden hacer porque lo único que encuentran en las redes son hoteles, restaurantes, y tal vez una o dos excursiones, que son las mismas desde hace muchos años.
Sobre los principales actores que deben fomentar el turismo, primero, los decisores y gestores del sector turístico. Tiene que haber una sinergia entre los decisores y gestores turísticos con los de los gobiernos locales de cada espacio o destino que tenga vocación turística, con una articulación muy fuerte entre lo público y lo privado, porque en ella es que se puede fomentar un desarrollo turístico.
La descentralización del turismo, como todas las cosas, tiene elementos positivos y negativos. A mi modo de ver, de modo general tiene muchos más beneficios que riesgos. Entre los primeros, está la autonomía que va a tener la localidad y sus decisores para aprovechar cada una de las potencialidades y de los recursos, incluso los humanos, y cómo proyectarlos desde la preparación, la formación, la superación, en función de lo que se quiera lograr.
A veces hay una mirada de temor ante el desarrollo turístico porque es real que tiene un impacto negativo cuando no es bien planificado. Si hay planificación, desde todos los puntos de vista, no solo de los recursos tangibles, también de los intangibles, sin lugar a dudas los impactos positivos serán muchos más que los negativos; primero, porque el turismo crea muchos empleos; segundo, porque es el generador de encadenamientos productivos por excelencia, porque es un alto consumidor de diversas materias, insumos. Eso no ha ocurrido en Cuba de manera natural, entonces es un gran problema.
Annabelle Cantarero: De darle su lugar a lo local, al trabajo de los pequeños productores y actores económicos se habla mucho actualmente, pero para nosotros no es nuevo; lo hemos experimentado a lo largo de estos diez años, los pequeños agricultores han sido el motor y el corazón de la gastronomía cubana porque sin ellos no hay un “de la tierra a la mesa”, no hay una experiencia sustentable. Por eso, hay que darle su lugar a todos los que actualmente, con muchas dificultades, están logrando que lleguen los productos a nuestras mesas, y podemos propiciar que el turista viva esta experiencia de ver toda la riqueza de la gastronomía cubana y lo que hay detrás de eso.
Sobre la descentralización del turismo, a partir de 2016 más o menos, empezamos a ver un auge de emprendedores llevando a cabo sus propias experiencias con turistas, diversificándose. Por ejemplo, ya una casa de renta no era solo eso, ofrecía la cocina familiar y se convertía en una pequeña experiencia gastronómica. Fuimos viendo que nuestros visitantes, que venían de casas particulares o de un hotel en La Habana, buscaban algo más auténtico, poder intercambiar con familias locales. Ese es un fenómeno que viene ocurriendo solo, de manera espontánea. No sé si existen censos o estudios de lo que han sido las experiencias del emprendedurismo en el sector del turismo —como sí los hay en el gastronómico—, por ejemplo, sobre turistas interesados en la economía, en cómo funcionan las cooperativas en Cuba, si existen, qué función tienen hoy día, etc. Es decir, esta descentralización ha ido ocurriendo por sí sola y se ha ido encaminando. Creo que está en constante transformación y formación, sobre todo después de la pandemia, cuando ha sido mayor la necesidad.
Nosotros mismos empezamos a trabajar más localmente y, al mismo tiempo, en este último año y medio, hemos funcionado también en colaboración con varios proyectos de La Habana. Hemos visto cómo muchos han empezado proyectos por sí solos, obviamente bajo un marco legal, por la necesidad de depender cada vez menos de algo macro, y el emprendimiento ha permitido que esto se dé y fluya de mejor manera. En nuestro caso, lo hemos vivido; pasamos de ser parte de una cooperativa a ser cuentapropistas, de hecho seguimos siendo pequeños productores y, actualmente, estamos en la fase de transición a mipyme, lo que nos ha permitido ampliar el proyecto de agroecología y gastronomía en la finca y diversificar, por necesidad y por realidad, nuestras actividades.
Kike Quiñones: Yo insisto, y no es porque sea el medio en que me desarrollo, en que el destino turístico está insertado en un espacio cultural. Si no entendemos que la cultura sigue siendo el elemento fundamental en la creación y gestión de los destinos culturales, no vamos a lograr articular realmente, de una manera armónica y dinámica, los procesos que se dan en el flujo turístico en el país.
Hoy el tema extrahotelero tiene mucho que ver con lo que dije sobre la política cultural. El sector no estatal desempeña un papel fundamental en todo esto; el que tiene un bar es un promotor cultural, el que tiene una cafetería es un promotor cultural. Yo recuerdo con nostalgia el dulce de coco que hacía mi abuela, pero hace veinticinco años que no lo como. Hoy en los restaurantes cubanos donde va el turismo se vende cheesecake o brownie, pero no dulce de coco. Incluso en los lugares donde se anuncia “comida criolla”, el postre no es uno de los tradicionales, no es malarrabia o casquitos de guayaba. Estoy poniendo este ejemplo para que entendamos que todos y cada uno de nosotros somos promotores culturales, y que el turista que dice: “Yo quiero venir a conocer una Cuba que no sea la que me fabrican”, es precisamente porque busca la trasmisión de familia en familia, de generación en generación, de cosas que nos caracterizan y nos distinguen, y eso casi nunca está incluido en muchos productos que se venden como destinos turísticos.
En la mayoría de los hoteles de Cuba, la música que escogen los animadores no es cubana, el producto cultural que se oferta no es cubano. Entonces vemos a alguien que baila como Michael Jackson o El fantasma de la ópera en un show en una piscina. Esas son debilidades que tenemos desde el punto de vista cultural. Queremos brindar un producto elaborado cuando tenemos a la mano lo más sencillo del mundo, como una canción de trova tradicional, por ejemplo. Esas cosas auténticas, nuestras, no las sabemos defender. El espacio cultural sigue siendo el elemento fundamental; cuando los estudiemos a fondo y se inserten en los destinos turísticos, estaremos brindando un producto auténtico, y será realmente cubano.
Rafael Betancourt: Sobre la importancia de lo local o regional quiero compartir algunas ideas mías y del profesor José Luis Perelló, que nos acompaña a distancia, reflejadas en varios artículos de un libro que editamos, que incluye el tratamiento de este tema.
El turismo como actividad económica o como propuesta de valorización social de un espacio tiene una relación directa con el territorio. El verdadero producto turístico final es de escala local y de responsabilidad municipal; es decir, el turista visita un destino para consumir su entorno, sus recursos, sus servicios e infraestructuras públicas, los establecimientos de ocio, de cultura. La suma de estos factores y su gente configura el producto turístico en el espacio administrativo del municipio. Eso conduce a la heterogeneidad de modelos locales de desarrollo, o sea, a la existencia de una diversidad de opciones y a la especificidad de cada territorio según su vocación económica, cultural y social. El espacio territorial para el desarrollo turístico viene a ser el conjunto de interdependencias de orden productivo y sociocultural público y privado existentes en ese ámbito territorial.
En la nueva organización del sistema empresarial se le otorga un renovado protagonismo a la pequeña empresa local y al turismo de pequeña escala; entendidos como una red de empresas pequeñas y medianas, en espacios locales, que tributan a la sustitución de exportaciones y de servicios externos, y complementan el desarrollo de la economía. Las iniciativas locales empresariales y la gran empresa estatal se complementan en el territorio y son capaces de establecer diferentes modalidades de producción y servicios.
Es cierto, y aquí vienen los riesgos, que todos los territorios, tanto rurales como urbanos, poseen, en mayor o menor grado, un conjunto particular de recursos, patrimonios, infraestructura, etc., pero no todos tienen las mismas dotaciones, y por tanto, su potencial de desarrollo turístico varía, lo que implica un riesgo de desarrollo territorial desigual. Por ejemplo, los municipios de Cárdenas y Martí tienen posibilidades muy diferentes de desarrollo del turismo; en estos casos se requiere una búsqueda de distribuciones intermunicipal donde se despliegue una efectiva complementariedad productiva y la solidaridad territorial, o sea, que Cárdenas o Varadero consuman productos elaborados, sobre todo alimentos, de su vecino municipio Martí.
La protección del medioambiente es parte de este desarrollo, y en ese aspecto el turismo tiene doble función o impacto: por un lado contribuye positivamente al desarrollo socioeconómico y cultural, y por otro, puede conllevar a la degradación del medioambiente y a la pérdida de la identidad local.
Rafael Hernández: Ahora les voy a dar la palabra a otras personas que la han pedido, antes de hacer mi última pregunta.
Tania García Lorenzo: Me ha parecido realmente muy interesante todo lo que he escuchado, y además, el gran complemento que ha existido entre las distintas intervenciones apuntando distintas aristas.
Yo creo, como Betancourt y otros compañeros, que lo local y lo regional es el destino del turismo. Si no tenemos un enfoque desde lo local en el turismo, no podemos cambiar las circunstancias en las cuales se ha estado desarrollando. Conocer Cuba, su cultura, su identidad, no está en el hotel, sino en sus calles, en su sociedad, en sus espacios, en su naturaleza, en cada uno de sus rincones.
Me parece que esto lleva implícito un cambio en el modelo del turismo, y en todas las políticas a él asociadas. Como bien decía uno de los participantes, las inversiones, como consecuencia de decisiones de política, tienen que ser atendidas en cada uno de los territorios de una manera diferente. Pero también creo que la visión del turismo desde el territorio tiene que incluir una asimilación de las autoridades de cada uno, asumir la actividad sin sentir que son unos receptores de políticas y de acciones, sino que son exactamente los actores fundamentales de este proceso. He visto ejemplos de esto en Holguín, en Cienfuegos, pero me parece que es necesaria una mayor amplitud de fuerza de esas políticas desde cada uno de nuestros territorios, que hay que materializar ese concepto de que el turismo es uno de los sectores económicos fundamentales del país, y por lo tanto hay que verlo desde cada uno de nuestros espacios y de nuestras acciones.
Ver el fenómeno desde la cultura, desde la producción cultural, desde la demostración de cuál es la cultura que emana en cada uno de nuestros territorios, es parte precisamente de esos cambios que hay que producir.
Disamis Arcia: Soy profesora de la Facultad de Comunicación. Quiero agregar a la pregunta sobre los problemas relacionados con el turismo que la comunicación también es un problema en el manejo o en la gestión de los destinos. Pienso hasta qué punto, en años anteriores, en las campañas que promocionan el destino Cuba, queriendo estar en línea con las corrientes y las tendencias de comunicación promocional de moda, en lugar de apostar por la diferenciación, nos hemos acercado cada vez más a los referentes internacionales. Cuando revisamos la comunicación publicitaria de los destinos caribeños (Venezuela, Colombia…), vemos que se diferencia bastante de lo que estamos produciendo desde Cuba. Las campañas “Cuba Única”, “Cuba Auténtica”, “Cuba no sé qué más”, casi siempre son propuestas de agencias internacionales que parten de una visión externa de lo que somos, y a qué debemos parecernos para ser eficientes en la inserción en el mercado turístico. Eso es un problema porque lejos de diferenciarnos, lejos de apostar por esas raíces identitarias que pueden ser atractivas, lo que hacemos es bañarnos con lejía cada vez más.
Es una reflexión que vengo construyendo hace rato con otros compañeros. Como decía el profesor Tony Díaz, eso nos pone en desventaja. Cuando el país compite con una imagen sobre sí mismo que es construida por otros, que no apuesta por sus raíces o por lo que le hace ser el tronco diferenciador, es muy difícil entonces deconstruir esa imagen. Eso me hace recordar aquellos años de acercamiento con Obama, cuando el mensaje de muchas agencias norteamericanas era: “Viaje a Cuba antes de que cambie”, y uno pensaba: “es que Cuba cambió hace rato”. Pasa que en el imaginario de los medios norteamericanos Cuba era la de la confrontación, la de la Guerra Fría, la de los autos antiguos y de todos esos clichés de los que muchas veces muchos comunicadores cubanos se quejan, pero cada vez que tienen que hacer un producto comunicativo van directo ahí.
Rafael Hernández: Vamos a la última ronda. El Último Jueves de marzo estuvo dedicado a la comunicación social, estuvimos dos horas discutiendo sobre eso, y una de las cosas que quedó clara es que no estaba contenida en los medios de comunicación, ni siquiera en un instituto de información y comunicación, porque como han reiterado Kike y los demás panelistas, son actividades que no están encerradas bajo un organismo determinado; igual que el medio ambiente no es solo responsabilidad del CITMA, y este solo no puede cuidar el medio ambiente; como tampoco la educación puede ser solo atribución de las escuelas, o la salud pública no es solo la medicina, como hemos podido ver en estos dos años duros de la pandemia. Así que no es nada extraño que algo que involucre tantos aspectos como los que se han tratado aquí, no esté encerrado en las atribuciones de un solo organismo. Hacen turismo todos los que se mueven por las calles de La Habana acompañados por personas, lo hagan de manera autorizada o no, hacen turismo todos aquellos que, como la Finca Tungasuk, no son del Ministerio de Turismo. Ellos reciben a personas a comer e incluso las invitan a trabajar en el campo como parte de la actividad turística. ¿Eso puede ser de interés para alguien? Pues parece que sí, y no pasa solo en Cuba; en otros lugares también la gente va a ver y a participar en actividades estrictamente productivas, y eso es parte de la experiencia de visitar un lugar. De manera que el turismo no es un mundo aparte, y hay muchas cuestiones de las que estamos viendo aquí que tienen que ver no solamente con recursos y asignación central de recursos, sino con maneras de pensar, como casi la mayor parte de los problemas que tenemos en este proceso de cambio.
Rafael Betancourt: Voy a tocar un tema importante que mencionó Alzugaray. La imagen popular del turismo a Cuba es de extranjeros que llegan por vía aérea, marítima, se hospedan en hoteles, o pasajeros de cruceros. Los viajes de los cubanos residentes en el exterior no son vistos como turismo, aunque en muchos casos lo es. Desde 2016 la comunidad cubana en el exterior ha sido el segundo mayor emisor de visitantes a Cuba, después de Canadá, con excepción de los años 2017 y 2018, la época de Obama, cuando vino mayor número de norteamericanos. En 2019 arribaron 624 000 cubanos del exterior, la cifra más alta registrada; en 2022, fueron 327 000, de ellos 85% desde Estados Unidos. En ese mismo período llegaron 98 000 viajeros con pasaporte estadounidense, ¿cuántos de ellos son hijos o nietos de cubanos? No sabemos.
En un indicador aún más importante, el número de turistas-días, en 2018 los cubanos residentes en el exterior promediaban 11,2 días de estancia, comparados con 9 para el turismo norteamericano y de otras partes. ¿Cuánto aportan los cubanos emigrados a la economía local? En tanto permanecen más días en el país que la media general, y tienden a hospedarse en casas particulares, aún si no pagaran alquiler la contribución en especie y en efectivo a sus familiares en Cuba, más sus gastos de estancia, constituyen una importante contribución a las economías locales, tanto al sector estatal como privado. Por ejemplo, a Varadero van turistas nacionales, pero muchas veces están financiados por sus familiares o amigos afuera. En julio del año 2020, el Ministerio de Turismo afirmó su interés en un turismo internacional en los hoteles del país, sin embargo, no dijo nada de los cubanos residentes en el exterior. ¿Por qué? Puede ser que los extranjeros que vienen en grupos y se hospedan en hoteles aporten mucho más al ingreso que reporta el Ministerio de Turismo, mientras que el turismo de pequeña escala, el de cubanos residentes en el exterior y sus familiares no sea una cifra que ellos puedan reportar.
Kike Quiñones: Con respecto a la imagen país, hay un arquetipo que es la persona, y ese refleja no solo lo que yo expreso, sino lo que el otro percibe de lo yo quiero expresar. Esa imagen de maneja de una manera muy fuerte. La forma en que Jamaica, por ejemplo, promociona su producto contrasta con la manera en que Cuba lo hace con tal de estar insertada en el mercado.
Apuesto una vez más porque las discusiones vayan encaminadas hacia el impacto que desde el punto de vista cultural tiene no solamente el turismo, sino el impacto cultural de los cubanos en los turistas. Es un viaje de ida y vuelta, a veces lo vemos como un proceso que se da de afuera hacia adentro, pero lo que somos capaces de generar desde la autenticidad, desde la esencia de lo que nos distingue de verdad, también se va con el que nos visita, y es un proceso igual de interesante y necesario para a dar a conocer realmente las esencias de nuestra nación.
Martha Omara Robert: El turismo nacional es una gran deuda, otra de las grandes deficiencias que tenemos desde la academia. El principal mercado de los grandes receptores de turismo en el mundo es el interno, el nacional. Después de la pandemia esto se reforzó en Cuba porque los viajes eran dentro o a lugares muy cercanos.
Cuba es un país cada vez más envejecido, así lo dicen los demógrafos, y los demás lo vemos desde la observación. Tenemos, a lo largo del país, muchos lugares con aguas medicinales e infraestructura turística, que hoy no aprovechamos, y ese es uno, entre otros productos, que pueden ser considerados para el mercado nacional, si bien son muy demandados por el internacional.
Rafael decía que habían invitado a la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos, que está dentro del Ministerio de Salud Pública; es decir, el de Turismo no es quien comercializa el producto de turismo de salud. Con ellos tenemos una cátedra de Turismo de salud y bienestar, en nuestra Facultad, desde donde abogamos lograr un producto turístico que responda también a la demanda del mercado nacional, y lograr la articulación público-privada y el encadenamiento productivo con ese sector turístico. Ojalá desde la academia podamos aportar a que esas tres cosas se logren a corto plazo, porque es verdad que el turismo en estos momentos tiene una situación bien compleja.
Annabelle Cantarero: Una pequeña reflexión final: ¿qué se requiere para desarrollar plenamente todas esas áreas que hacen que siga vivo el interés del turista por venir a la Isla? De más está decir, más bien recalcar, que el medioambiente, la educación, la salud, son claves para que exista un turismo de calidad, y para que el turista decida regresar. Creo que más allá de solo la voluntad, es necesario lograr que todos esos sectores puedan tener espacios en los que se debata cómo trabajar mejor en conjunto y qué retos tiene cada uno. Si hay algo que hemos visto a lo largo de estos años viviendo y trabajando en el campo es que estos sectores forman un engranaje que a veces no notamos cuando estamos en las ciudades. Durante la pandemia hubo un deterioro a nivel social, de salud y de todo tipo, en las ciudades, no solo en La Habana sino también en municipios, y cabeceras municipales; sobre todo, se vio fuertemente afectado el sector agrícola. Nos dimos cuenta entonces de que todos estos sectores están relacionados uno con el otro, pero muchas veces no conversan entre sí; están como divorciados, fallan en el día a día. Esas cosas impactan no solo en la vida familiar, social, local, sino que obviamente también en el turismo. Son las experiencias y comentarios que nos hacen muchos turistas, sobre todo, en el último año, algunos que estaban por segunda vez en la Isla se han percatado de la mejoría pospandemia en el acceso a ciertos servicios, en la apertura de vuelos nuevamente, etc., pero a nivel social ven el impacto, y algunos expresan sus dudas de si regresar. Es la primera vez que nos pasa, por lo cual, más allá de solo tratar de esforzarnos porque su experiencia acá sea buena, más allá de tratar de convencerlos de que regresen, creo que se requiere una voluntad de cada uno de nosotros —proyectos, mipymes, y obviamente las autoridades locales— para trabajar en conjunto, asumir estas nuevas realidades, estos nuevos retos, y lograr que exista un mejor diálogo entre todos, siendo flexibles y también escuchando las experiencias y propuestas de cada sector.
Antes de la pandemia tuvimos un turismo que yo llamé efímero, obviamente estoy haciendo referencia al estadounidense, porque fue una ola. Fue el momento de conocer, o sea, de puertas abiertas, en que se dio esta oportunidad, y muchos venían un día, un fin de semana, eran como pequeños viajes muy puntuales. Yo me atrevo a decir que de ese flujo de turismo que tuvimos, solo un 20% —y puedo estar exagerando— ha regresado, ha repetido el voluntariado, nos ha expresado su interés en regresar, incluyendo a los que hicieron una reserva para 2020 y no pudieron viajar. En el último semestre de 2022 e inicios de este 2023, hemos constatado un turismo más familiar, más interesado en entender realmente la dinámica del país, o interesados en la cultura, etc. Eso es un cambio de tónica muy drástico.
Creo que más allá de cuidar ese turista que desea regresar por causas culturales, hay que estudiar un poco el fenómeno de lo que pasó antes de la pandemia, cómo abrir nuevamente esas puertas, valorar cómo puede haber un mejor diálogo, y también un turismo más sano, más respetuoso con el medioambiente. Ese flujo va a volver, va a existir nuevamente, porque pese a que la pandemia nos cerró y nos dificultó tanto todo, las fronteras se han ido borrando porque todos vivimos las mismas problemáticas, las mismas dificultades, enfrentamos los mismos retos de salud.
Por eso debemos ver cómo activar esos espacios para poder compartir más entre sectores. El sector de los emprendedores está haciendo un gran esfuerzo, nuevamente este año se están abriendo los foros, se están retomando los encuentros de turismo de agroecología, de salud. Pero más allá de que cada cual tenga lo suyo, cómo lograr que se encuentren todos estos sectores para trabajar mejor en conjunto, yo creo que es el gran reto que tenemos todos a nivel local. Acá hacemos siempre encuentros en el municipio donde tenemos la oportunidad de intercambiar, pero espero que ahora que hay un poco más de oportunidades con las tecnologías se puedan dar también más allá de lo municipal.
Rafael Hernández: Yo les quiero dar las gracias otra vez a todos los panelistas por sus intervenciones. A Rafael, quien me facilitó libros sobre turismo de pequeña escala, que me permitieron hacer algunas preguntas más o menos centradas en cuestiones claves que él ha estudiado. A Kike Quiñones, quien, entre sus muchas tareas y responsabilidades, y estrenándose como decano de la Facultad de Arte Teatral del ISA, dijo que sí inmediatamente, y a Martha, que nos ha acompañado aquí como bate emergente, y lo ha hecho de una manera espectacular. A Annabelle, que desde su Tungasuk, finca agroturística, contribuyó con sus visiones y experiencias en relación con esta cosa relativamente novedosa que hacen allí, que pudiera multiplicarse en muchos otros lugares del campo cubano incluso sin que hubiera grandes inversiones del Estado central.
Muchísimas gracias a todos, por intervenir con puntos de vista académicos, críticos, analíticos, porque eso es lo que es Último Jueves.
Programas Último Jueves
Más populares
YOUTUBE
TWITTER
FACEBOOK
Temas es una publicación trimestral, dedicada a la teoría y el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la sociedad contemporánea.
(+53) 7-838-3010(+53) 7-830-4759
temas@icaic.cu
Calle 23 #1109 e/ 8 y 10. Plaza de la Revolución. CP:10400. La Habana. Cuba