“Fulgencio Batista y Zaldívar desempeñó un protagonismo cardinal en el proceso histórico cubano durante el cuarto de siglo que transcurrió entre el 4 de septiembre de 1933 y el Primero de enero de 1959. Los objetivos supremos y los hilos conductores de su trayectoria fueron la satisfacción de sus ambiciones de poder, de promoción social, de dinero y de reconocimiento público. Para saciar su codicia, respetó muy pocas cosas. Ningún valor o principio ético, moral o político rigió de manera permanente su quehacer. Promovió programas y proyectos políticos y los sustituyó por otros diametralmente diferentes cuando estimó convenían a sus intereses personales. Gracias a ello, la vida pública de Fulgencio Batista se dividió en disímiles etapas vinculadas entre sí por el denominador común de sus apetencias espurias. El saldo fue fructífero para él y nefasto para la nación y el pueblo cubanos…”