José Martí vivió en tiempos de transformaciones tecnológicas espectaculares, en tiempos de grandes avances científicos, los cuales siguió de cerca y buscó la manera de dar a conocer en «nuestra América». Desde su posición ética, comprendió la importancia de tales adelantos, pero estos debían ser puestos en función del bien de la humanidad. La ciencia y su desarrollo no podían ser coto de privilegiados, sino estar al servicio del ser humano.