Este artículo explora la Teología de la liberación como una corriente intelectual, pero también como una consecuencia de las formas culturales de los pueblos latinoamericanos, quienes gracias al sincretismo, han desarrollado un cristianismo que integra elementos aparentemente discordantes. La Teología de la liberación es así fruto de una reflexión académica y política que en 1968 tuvo su punto de efervescencia más alto, aunque es también una expresión de una iglesia popular, festiva y que resiste a la hegemonía del poder político y a las represiones de la jerarquía eclesiástica.