El gran mercado lanza un artefacto tecnológico distinto casi cada día, proveyendo soportes inéditos a la letra impresa, los mensajes sonoros y las imágenes. Algunos identifican los medios con ese saco de herramientas, a las que atribuyen inherentes capacidades como la libertad, la democracia, la conciencia social, la masividad. Resulta cuestionable, sin embargo, que iphones, ipads, blackberries, androids y otros superteléfonos dispongan de esas propiedades, o que Twitter, Facebook, los blogs y otros instrumentos las manifiesten como cierta naturaleza intrínseca.

Dándole de ancho a esta idea, más bien plana, de la comunicación, este número de Temas asume que territorios como la música popular y la literatura, instituciones como las cancillerías, las empresas o las iglesias, zonas como la comunidad local y las redes transnacionales de emigrantes, se constituyen como medios en sí mismos. Todos ellos tributan a un espacio —el de la esfera pública— donde no solo convergen y se intercambian discursos diversos sino que se confrontan ideas, se construyen representaciones, se trafican instauran o niegan códigos establecidos.

¿Cuál es la naturaleza actual de tal esfera pública bajo el influjo de esta miríada de medios? ¿En qué medida su dinámica está sujeta hoy a los antaño eficaces mecanismos de control? ¿Qué papel tienen los medios clásicos —revistas, prensa, radio, TV— en este nuevo contexto? ¿Qué usos alternativos pueden tener en el teatro de una esfera pública que se intenta ocupar, frente a los que les asigna la fuerza irresistible del mercado?

Autores de América Latina, Europa, los Estados Unidos y Cuba abren brechas de reflexión en este vasto territorio.