jueves, 21-11-2024
El blog de la revista Temas
Los cambios son grandes en el continente africano desde el surgimiento de la Organización de la Unidad Africana
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Presentación del número 117 de la revista Temas: «África hoy». Sala Villena, UNEAC, 27 de mayo de 2024.
Rafael Hernández: El día 25 de mayo se conmemoró el aniversario 61 de la fundación de la Organización de la Unidad Africana, que reunió a las dos terceras partes del continente que ya se habían liberado, y que hoy constituye una comunidad de estados independientes cuyo objetivo sigue siendo el de preservar a África de la explotación y la dominación. Esas eran las banderas del día de la liberación y de la libertad africana, y nos alegra mucho hacerlo coincidir con la presentación de este número de Temas.
Queremos dedicarle esta presentación, y el trabajo que conllevó la construcción de este número, a un amigo y colaborador nuestro, un gran intelectual, investigador de las raíces africanas de la cultura cubana, Tomás Fernández Robaina, que acaba de encaminarse hacia la inmortalidad. Tomasito, como era conocido por todo el mundo, es una rara unión de enormes conocimientos, de capacidad intelectual, y de dominio investigativo. Toda su vida fue investigador de los fondos de la Biblioteca Nacional, conocía como nadie sus vericuetos, no solo los relacionados con la presencia del negro en Cuba, sino de otros aspectos de la cultura, sobre todo de la popular cubana. Tomasito colaboró con la revista en numerosas ocasiones, estuvo con un ensayo bibliográfico extraordinario sobre los estudios acerca del negro en Cuba desde el siglo xix hasta 1996, fecha en que lo publicamos; texto que sigue siendo fundamental y de referencia para orientarse en relación con el enorme acumulado de análisis, de especulación, de reflexión, existentes en Cuba acerca de la condición social, económica, política, cultural, de los afrodescendientes y de la cultura cubana en sus raíces originarias.
Debemos recordar a Tomasito no solamente como un investigador y un intelectual de talla internacional, sino también como un activista, como una persona que participaba intensamente en los debates acerca del racismo, y que contribuyó con su obra a enfrentar de una manera culta la cuestión del racismo, el prejuicio del estereotipo racial. De todo eso me parece que tenemos nociones relativamente pobres en relación con su profundidad, con su complejidad. Debemos recordar a Tomasito no con un minuto de silencio, sino dedicándole un aplauso. Donde quiera que esté se va a sonreír, porque él no era de minutos de silencio sino de aplausos vivos y de hacerse oír.
Cuando pensamos en hacer un número sobre África –anunciado en esta misma sala en noviembre de 2022 cuando se presentó el dedicado a Afrodescendencias–, la idea provenía de que la acumulación de los estudios sobre afrodescendencias en Cuba no iba aparejada, lamentablemente, con el conocimiento del África contemporánea; y de cómo considerar una prioridad el estudio de los países del África contemporánea. Para ello nos pareció que, aun cuando hay estudiosos del África contemporánea en Cuba, lo mejor era pedirles a investigadores de diversos países que escribieran sobre los problemas africanos. Aquí está el número, un poco tarde, pero a fin de cuentas esta coincidencia con el aniversario de la Organización de la Unidad Africana es un momento propicio.
Queremos darles las gracias a los representantes de los países africanos, a los diplomáticos que nos acompañan, y a los compañeros del MINREX que están aquí y que atienden los problemas africanos en nuestras relaciones exteriores.
Le doy la palabra al doctor Reinaldo Sánchez Porro, profesor emérito de la Universidad de La Habana, uno de los estudiosos más importantes del Medio Oriente y de África y vicepresidente de la Cátedra Interdisciplinaria de Estudios Africanos Amílcar Cabral, de la Universidad de La Habana.
Foto: Revista Temas.
Reinaldo Sánchez Porro: Es una gran satisfacción estar aquí para presentar un número tan interesante. Pero antes quisiera decir que en este mismo local tuve la satisfacción de compartir un curso con Tomasito, quien fue siempre un gran conocedor de lo que se publicaba en Cuba sobre África; y me pidió que hiciéramos un curso sobre el tema. Él hablaba de lo que publicaba la prensa, y yo sobre lo que había pasado históricamente. Fue una gran satisfacción trabajar con él por su humildad, su sencillez y su gran cultura y conocimientos. Admiro mucho su obra y sobre todo lo que escribió con respecto a estas problemáticas del negro en Cuba y demás.
Regresando a la revista, no tuve tanto tiempo para leerla, y, sin embargo, para mí el tiempo voló, porque realmente es una visión muy interesante sobre la realidad africana actual de gente que ha sido muy bien escogida. Los cambios son grandes en el continente africano desde el surgimiento de la Organización de la Unidad Africana; esa África de los años 60 es muy distinta a la actual. Hay problemas que se mantienen, como los étnicos, pero ha habido grandes progresos que se deben destacar, en alusión a ese afropesimismo que tantas veces se nos ve. Siempre hablamos de los problemas, de las grandes catástrofes, que no son únicamente africanas.
Es importante destacar lo que ha pasado en los últimos tiempos, y cómo en ese grupo tan excelente de países que han sabido salir de la hegemonía y constituir lo que es el BRICS, África tiene ya tres representantes, con economías que tienen y van a tener mucho que decir. Ya no es solamente Sudáfrica; está el país de la Gran Represa, Etiopía. Fue en los años 60 –yo estaba estudiando todavía en la primaria–cuando el peso demográfico del continente africano fue cambiado a lo que es ahora. Este proceso ha sido precisamente en la etapa posterior a la descolonización. Vemos la cantidad de gente joven que hay en el continente africano, y esos procesos de descolonización y de recuperación de la soberanía es historia antigua, ellos están viviendo otras realidades, y sin embargo hay elementos que se mantienen incólumes en ese sentido.
En Naciones Unidas, hoy es la cuarta parte de los países africanos la que tiene un peso en la Asamblea General ―lamentablemente no tienen un puesto en el Consejo de Seguridad―; y eso se nota en toda una serie de votaciones como la situación de Palestina, que es una causa mundial. El peso africano se nota en esa posibilidad de que realmente al fin se reconozca plenamente al Estado palestino, una meta que también debe ser mundial.
De este número hay cosas que yo quisiera destacar. Comienza con una introducción de Ernest Harsch, un especialista de la Universidad de Columbia, gran conocedor del continente africano, autor de un libro tan importante como Sudáfrica, poder blanco y rebelión negra; pero sobre todo reconocido como el biógrafo de Thomas Sankara, esa personalidad tan progresista de los años 80. Tiene un libro también muy interesante sobre Burkina Faso, país que él ha estudiado, a mi entender, más que nadie. Este profesor hace una introducción realmente digna. Quien desee leer un resumen de África de los últimos años tiene que ver este trabajo, que se llama «África entre las calles, los cuarteles y las urnas». Esta África es diferente, en el sentido que ya hay valores cívicos en una buena parte de la población; ya hay una ideología, un capitalismo salvaje que afecta a toda la población. Aquí ya nadie habla de socialismo. Dentro de estas circunstancias ha habido toda una serie de protestas porque los problemas sociales no se resuelven. Harsch hace un análisis en el año 2023, en el que comienza planteando que hay treinta y cinco países donde hubo grandes manifestaciones populares, y a continuación nos habla de la debilidad del Estado y de los problemas que ha tenido, y de las fluctuaciones que ha conocido desde el momento de la independencia. Luego vienen las dos partes negativas, primeramente, lo que se llamó la latinoamericanización del continente africano, que fue cuando empezaron los golpes de Estado por la ineficiencia, entre otras cosas, de los gobiernos salidos de la independencia. No todos fueron iguales, pero fue lo que prevaleció. Luego vino ese cataclismo para el mundo entero que fue el final del campo socialista, porque no hubo un contrapeso al mundo capitalista. No hubo dónde pedir créditos, apoyo militar; y entonces vino la «democratización», el multipartidismo, todo lo que ello implicó en los años 90; y a partir de ahí una serie de procesos electorales. África entró en una nueva etapa que me gusta llamar el síndrome del tercer mandato: presidentes electos que cuando llegaba el segundo mandato hacían los cambios constitucionales que le vinieran bien para poder tener el tercero, y a partir de ahí una serie de problemáticas que signan la situación hasta hoy.
Harsch señala también las excepciones. Por supuesto, Ghana, ese país decano de la independencia del continente africano, ha resultado ser el más estable de todos, el que se ha ahorrado todos estos problemas en los últimos años. Lleva varios procesos electorales, siete u ocho seguidos. Ello se debe al genio de Nelson Mandela, cuando Sudáfrica supo lograr lo que Argelia no pudo resolver, hacer una nación arcoiris o tratar de crearla con componentes tan antagónicos como los colonos, que llevaban tantos años viviendo en Sudáfrica.
Foto: Revista Temas
El siguiente trabajo es de Kingsley L. Ighobor, y se llama «Cambio climático y pobreza energética en África», y habla de la cuestión de un continente tan rico en recursos naturales, hidráulicos, etc., que, sin embargo, tiene este problema energético. Realmente lo más destacado son los países que han logrado salvar esta dificultad y han construido sus represas. En ese caso está Etiopía, con la represa más grande del continente africano. Pero también Marruecos, Sudáfrica y Nigeria, que son excepciones respecto al tremendo atraso energético; cuando debería ser todo lo contrario si las cosas fueran como la naturaleza ha determinado.
Seguidamente entramos al tema de la urbanización en el continente africano, y se toma el ejemplo de Kenia y la ciudad de Nairobi. Es un texto de la autoría del profesor Jethron Ayumbah Akullah, y se titula «Transiciones urbanas y la historia de la creación de ciudades en Nairobi». Esta ciudad tiene una problemática especial. La urbanización en África no empezó con el colonialismo; se estudian las ciudades swahili, las hausa, las yoruba, pero cuando se hace una proporción eran 1% del continente africano hacia 1900. Luego se crearon las ciudades coloniales, aunque existían capitales como Tananarivo, Addis Abeba, pero eran una minoría. Lo novedoso va a ser la construcción de las capitales coloniales y la necesidad de la población africana de insertarse en ellas, de ir ganando espacios hasta convertirse en las capitales durante el proceso de la independencia, que ha sido escalonado.
En la actualidad se considera que 45% de la población africana, según el dato más reciente que tengo, es urbano, y no se trata de un continente industrializado. Los problemas sociales que eso implica son tremendamente grandes, con gran cantidad de villas-miseria que rodean esas grandes metrópolis. Nairobi tiene todas esas contradicciones. El autor plantea que la ciudad fue fundada por los europeos, y al lado construyeron otra para los trabajadores que la construiría. Nairobi fue creada como una estación de ferrocarril, de ese que iba de Mombasa, que también es una ciudad precolonial que se adaptó ―ahí sí hay una continuidad urbana―, hasta Uganda, en el norte; y ahí, como eran tierras altas, se establecieron los colonos europeos. Pensaron que iban a europeizar Kenia, y tenemos múltiples imágenes literarias y cinematográficas de lo que aconteció allí, hasta que finalmente el movimiento mau-mau se encargó de empezar a revertir esa situación, y llegó la independencia en 1963. De esto es de lo que nos habla precisamente el profesor Jethron Ayumbah.
Después pasamos al trabajo de Phillan Zamchiya, «Acumulación por desposesión: el “acaparamiento de tierras” en África austral». Aquí viene ese problema del que les hablaba antes. Está el capitalismo plenamente desarrollado, en el sentido de las inversiones como elemento fundamental para el desarrollo, y no hay respeto para la tierra consuetudinaria, para la propiedad tradicional. Entonces vienen los grandes inversores, lo mismo forestales que mineros o agrícolas, y arrasan con todo. A eso es a lo que se refiere este autor cuando habla de la desposesión, y el título es claro, acumulación por desposesión; el hecho es que incluso después de la independencia se han mantenido determinadas estructuras difíciles de borrar, como el poder del jefe tribal por ejemplo. Este hace negocios, a veces en detrimento de los sectores periféricos de la propia tribu, y vende sus tierras o permite que las cerquen a cambio de dinero. Esa ― explica el profesor― es una de las características de ese proceso económico que se ve en África austral. Él trabaja sobre todo Zimbabue, Zambia, Mozambique, y creo que Tanzania.
Después tenemos «La lucha medioambiental en Kenia y Wangari Maathai», un trabajo de Tabitha Kanogo. Sabemos quién es esta destacada luchadora medioambiental keniana que murió en 2011 y que recibió el Premio Nobel en el año 2004. Al principio de sus luchas no tuvo ningún apoyo gubernamental, hasta su muerte incluso no lo hubo; pero la autora plantea que actualmente sí, que hay una preocupación en este sentido, aunque termina el trabajo diciendo que hay una medida presidencial volviendo a autorizar el talado de los bosques; y eso era precisamente lo que quería combatir esa luchadora en el continente africano.
A continuación, Bhakti Shringarpure, una profesora india que actualmente forma parte de la Universidad de Connecticut, entrevista a Jennifer Makumbi, una novelista ugandesa, en un trabajo titulado «Retando al Imperio y rescatando historias de mujeres. Entrevista con Jennifer Makumbi».
Y luego, un tema que a mí me interesó muchísimo precisamente porque yo estudio África y Medio Oriente, el mundo árabe insertado en África del Norte. Cuando hablaba de las ciudades no me refería a África del Norte, porque ahí sí hay una perpetuidad: Alejandría, por ejemplo. África del Norte es una realidad y la subsahariana es otra en muchas cosas, hay un contraste. El trabajo es de Yasmine Akrimi, «Nación, activismo y mujer negra en Túnez». Ahí viene la primera sorpresa: ¿es importante la población negra en Túnez?, ¿cuál es el origen de la población negra de Túnez? Es este un país totalmente arabizado en su inmensa mayoría, porque recordemos que realmente los que se llaman árabes en África del Norte son bereberes arabizados, porque ahí no hubo grandes colonias de poblamiento hasta Libia. En ese sentido, estamos acostumbrados a oír hablar de los amazigs, o sea, la población de origen bereber, pero no de negros. Recuerdo haberle preguntado a una argelina en un museo de Argel por la población negra, por una cierta tribu que hay en los oasis del desierto, y me dijo redondamente que no la había. Pero sí la hay, como consecuencia del comercio transahariano durante siglos, que tuvo como renglón principal la trata de personas esclavizadas hasta las costas europeas. Están ahí las obras de los grandes pintores europeos, y una parte quedó en Túnez. Ese proceso tan interesante que son las revoluciones de la llamada Primavera Árabe, tan contradictorias, comenzó en 2011 pareciendo una cosa y terminó siendo un desastre para países como Siria y otros; pero era una gran promesa, empezó como una especie de liberación tumbando dos dictaduras profundamente vinculadas a Occidente: la de Túnez y la de Egipto.
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La comunidad negra en Túnez se hace visible a partir de 2011, las mujeres sobre todo. Hay todo un movimiento que estudia profundamente Yasmine Akrimi. Es muy interesante este trabajo, porque nos lleva a redescubrir. Me llama la atención que no se usan los porcientos en el texto, porque evidentemente son mínimos, pero sí es destacable la dificultad de encontrar marido que tienen las mujeres negras, pues no es lo mismo que una árabe típica que pertenezca a «la tunicidad», como le llama Akrimi en este trabajo.
Tenemos también en este número al senegalés Boubacar Boris Diop, con ese apellido típico, y su artículo «La descolonización de la literatura africana comienza por el idioma». Él plantea que cuando llega la descolonización, se abandonan el francés, el inglés, el portugués. Al principio parecía que ese era el camino, ¿pero entonces cómo se da la comunicación entre unos y otros, cómo se comunican un malgache, un senegalés y un djibutiense? Finalmente será en francés, por lo que realmente no se eliminaron las lenguas. En África hay una universidad en todas partes, y allí se estudian las figuras africanas de la francofonía, como Mongo Beti. En la parte anglófona se estudia Wole Soyinka, por ejemplo, que escribe en inglés. Pero no hay una interrelación.
El autor hace un experimento en Senegal de impartir clases en wolof, de lengua y literatura, ¿pero qué puede hacer?, ¿qué puede significar? El wolof es una lengua de la costa atlántica occidental, no tiene nada que ver con las lenguas bantú, hay un colchón de lenguas intermedias entre Camerún y este lugar; por lo tanto, la posibilidad de que eso adquiera una posición como la del swahili, que sí es una lengua intervehicular, es mínima. Pero es muy interesante lo que plantea el profesor sobre el interés que tuvieron los estudiantes, mayoritariamente de la población wolof, por lo que tuvo una gran acogida; pero ir más allá sigue siendo bastante difícil.
En una conferencia reciente yo hablaba de qué porciento de la población del África francófona habla francés realmente. Se planteaba en los 70 que 10% solamente, y que piense en francés, 3%. Hay una gran parte de la población que lo entiende, más o menos se defiende, y otra parte que sigue comunicándose en sus lenguas originales. Ese 10% es la elite, es la gente que manda, los rectores de las universidades, profesores, gobernantes en su inmensa mayoría, hasta que se da un golpe de Estado y viene gente de más abajo. Esa problemática se trata también en el primer trabajo, el de Ernest Harsch; ¿por qué han sido tan populares algunos de los recientes golpes de Estado? Por la insatisfacción general que existe. ¿Eso quiere decir que quieren gobiernos militares? Ese es otro problema; es la desilusión con los gobiernos electos democráticamente, que no han resuelto los problemas, lo que ha llevado a esto de nuevo.
Después viene Boukary Sawadogo con «Cinematografía africana de la política de liberación a los medios multiplataforma». Él va, sobre todo, al nuevo cine que está surgiendo, y al mismo tiempo tiene una gran preocupación, que me recuerda a la del ICAIC: la de la necesidad de almacenar y cuidar la producción. Otro problema es que gran parte de la producción está en los centros de estudio europeos, en las universidades europeas, por lo que en África no tienen control de ella, y esa es una de las cosas que angustia a este autor.
Ahí termina la sección Enfoque, dedicada a los temas africanos. Cuando sigo leyendo los títulos del número, choco con uno que dice: «1960: el año en que la historia voló», y pensé que tenía que ser el año de África, el de las diecisiete independencias; pero el año en que todo voló fue en Cuba. Es un panel que trata sobre el verano de 1960, en el que la Revolución se radicaliza y empieza la asunción del poder por una serie de personalidades del Partido Socialista Popular, resentidas por gente que estaba atenida al primer planteamiento de la revolución humanista y no comunista que se había venido haciendo desde 1959. Estamos viendo eso ahora en la televisión, que está pasando fragmentos de un documental sobre el viaje de Fidel a los Estados Unidos ese año, donde se ve esa problemática. Yo recuerdo una anécdota que narra aquí Denia García Ronda, sobre la reacción alarmada de la empleomanía de Flogar, cuando un dirigente sectorial de las ORI les dijo: «Esta Revolución no es verde como las palmas, es una Revolución socialista». Yo me acuerdo perfectamente de todo esto que estoy hablando. Yo era un niño que leía Bohemia, cosa rara, y lo que experimenté fue como en las aventuras de las siete y media, donde había buenos y malos; pues en un número de Bohemia, creo que fue el de julio o agosto, el bueno era Eisenhower y el malo era Nikita, y en el siguiente ya era a la inversa. Eso es lo que pude entender yo en aquel momento de la radicalización que se dio. Quien cambió esa problemática fue Fidel, que se encargó de darle la vuelta al asunto. Él había dicho: «Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso nos parece que se hunde el mundo cuando oímos la verdad. ¡Como si no valiera la pena que el mundo se hundiera antes que vivir en la mentira!». Inventaron una musiquita, salió una conga para la calle y la gente aceptó el cambio, y siguió todo este proceso que hemos vivido.
Entre los que están debatiendo está Julio Ruiz, que fue de esa primera emigración de 125 000 personas, tan distinta a la actual. Entonces se iban los batistianos y los ricos. Acabamos de ver en la serie Calendario, que ahora, lamentablemente, los que se van son jóvenes, negros y pobres. Es una problemática que no podemos ignorar. En la universidad nos está golpeando tremendamente. A Julio se lo llevaron de pequeño, pero volvió a Cuba años después con la brigada Antonio Maceo; y tiene una historia muy interesante de cómo se fue en 1960. Hay un oficial del MININT que plantea –desde el público– que llegó a haber ciento veinte bandas de alzados en las seis provincias que había entonces. Yo soy de Santa Clara, pero vivíamos en La Habana, y no se me olvida una noche en que regresábamos de visitar a mi familia, y estaban los cañaverales ardiendo a ambos lados del tren. Me llevó mucho tiempo leerme el debate, pero valió la pena.
En la sección Entretemas vienen los ensayos «El universo fotográfico: viajeros, esclavitud y poder colonial en el Caribe del siglo xix», de Kirenia Rodríguez Puerto, con muy buenas fotografías, lo mismo del siglo xix, que de un salón de vudú haitiano, que de personas esclavizadas en Cuba; «El pensamiento económico de León Trotsky», de Evelio Barros, y «El teletrabajo y el trabajo a distancia. Su novedad en Cuba», de Guillermo Ferriol.
En la sección Lectura Sucesiva se incluyeron los textos «Prácticas paratextuales de poetas cubanas a finales del siglo xix», de Catharina Vallejo; «Ernest Mandel: la Cuba revolucionaria y el Che», de Éric Toussaint, que hace interesantes planteamientos acerca de la democracia socialista y cómo debe ser la participación popular real, para que los obreros tengan realmente control de la vida política y no solamente de palabra, sino de una manera directa; y «El desplome del socialismo en la URSS y Europa del Este en la prensa cubana», que es un comentario que hace el profesor Luis Fidel Acosta Machado sobre la tesis de grado publicada de Fabio Fernández, profesor de Historia de Cuba. Yo tuve la suerte de estar en el tribunal cuando Fabio presentó este trabajo, me lo conozco desde aquel momento, y me llamó la atención la veracidad del tratamiento que le da a cómo se planteó esto en Cuba, de cómo reaccionaban los alumnos en todo ese período que va de la perestroika a la caída del Muro. Realmente fue una etapa muy intensa.
Y, por último, Temas publica la correspondencia de una colaboradora del grupo afroasiático fundado por nuestro profesor Armando Entralgo, Ana Vera Estrada, en la que responde sobre el concepto del tempo agrícola y el tempo industria, a propósito de un panel organizado por la revista sobre la situación actual de la industria azucarera cubana.
Hay que leerse el número de Temas, tiene mucho para hacernos reflexionar. La parte del continente africano nos sitúa en las problemáticas actuales. Muchas gracias.
Rafael Hernández: Muchas gracias, Reinaldo. Hace dos o tres semanas, delante de un grupo de estudiantes, puse fotos de Patricio Lumumba, de Kwame Nkrumah, Jomo Kenyatta, Ahmed Sékou Touré, Julius Nyerere, Samora Machel. Eran estudiantes negros, por cierto, algunos de ellos muy interesados en la problemática de la afrodescendencia. No sabían quiénes eran las figuras; no es que no pudieran identificarlos, sino que cuando les dije los nombres, también tuve que explicar quiénes eran. Naturalmente, esto no es una carencia importante solo para estudiantes afrodescendientes, sino para todos. Es cultural, como nos ha recordado Reinaldo en su detallado recorrido por los trabajos.
En Cuba publicábamos mucha literatura africana en los años 60 y los 70, y viene al caso decirlo porque estamos en la UNEAC, y algunos estos autores fueron publicados aquí. Y pudimos ver cine africano, mucho menos que literatura. Nuestro involucramiento con África desde los primeros meses de la Revolución cubana nos trajo también a los grandes pensadores africanos como Amílcar Cabral, Samir Amin, Ahmed Ben Bella, Mehdi Ben Barka. Paradójicamente, hoy sabemos menos que nunca de África, mientras más hablamos de lo africano en Cuba, menos sabemos y menos al tanto estamos de lo que está pasando en aquel continente. Sabemos más de lo que pasa en Europa, los Estados Unidos y Canadá, y eso no se justifica de ninguna manera.
Este número es una gota de agua en el desierto, y probablemente –subrayo esto– su utilidad sea llamar la atención sobre el vasto océano de cosas africanas que deberíamos seguir trayendo a nuestra cultura, a nuestro pensamiento, a nuestros referentes internacionales.
Ernest Harsch, quien hiciera en esta misma sala la presentación del número sobre Afrodescendencias, consiguió reunir todos estos trabajos inéditos, expresamente escritos y traducidos para la revista. Temas, como ustedes se dan cuenta, no está impresa, algún día se volverá a imprimir. Para todos aquellos que quieran, en este momento este número –y todos los anteriores– se puede leer y descargar en el sitio www.temas.cult.cu. Primero deben crearse una cuenta de usuario (donde dice «Registrarse»), y luego entrar (donde dice «Acceder»), y así pueden bajarla completa, por ahora gratis.
Quiero aprovechar para hacer dos anuncios: Uno es que estamos preparando un número sobre Decolonialismo, un tema que sí está presente entre nosotros en el debate intelectual y cultural, pero de cuyas nociones y actualidad en el pensamiento contemporáneo tampoco estamos muy al tanto. En poco tiempo volveremos a reunirnos para presentar este número que ya está prácticamente terminado sobre la cuestión del pensamiento y de las prácticas decolonizadoras en las luchas y la cultura actuales.
En el mes de noviembre en este mismo salón hicimos un taller con la colaboración y el coauspicio de la UNEAC titulado «Contrapunteos del arte y la literatura», que duró tres días y giró en torno a tres temas que tienen que ver con las cuestiones actuales de la cultura y de la política cubanas. Recogimos todos los debates y los editamos en forma de libro. Estará disponible para el congreso de la UNEAC una edición digital y esperamos poder disponer de una impresa.
Muchísimas gracias a la UNEAC y a ustedes por estar aquí en esta tarde calurosa y africana.
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