domingo, 22-12-2024
Según la tesis más común en los Estados Unidos, la derecha cubanoamericana ha definido la política estadounidense hacia Cuba a través de su cabildeo y poder político en las elecciones de la Florida. Este ensayo rechaza esa tesis, argumentando que «la política hacia Cuba ha sido de Estado con el objetivo de cambio de régimen y una estrategia de embargo/bloqueo desde 1959». El papel de la derecha cubanoamericana ha sido de instrumento útil, no de factor determinante para ella. En cada ocasión, cuando los gobiernos estadounidenses han intentado modificarla de manera importante, esta derecha no ha podido detener esos cambios. En efecto, solo ha tenido éxitos porque empujaban una puerta abierta por la política de Estado.
"En el siglo pasado el Caribe y el Golfo de México, como entidades diferenciadas, fueron disputados «preeminentemente [como espacios decisivos] en el dominio de las potencias marítimas». La relevancia adjudicada a la zona, a partir de su importancia en cuanto vías marítimas de comunicación, era fundamental para el comercio. En el caso de una hipótesis de guerra, el control de la cuenca del Caribe siempre fue y es una premisa prioritaria..."
“Las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos abarcan mucho más que las relaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos y sus respectivas políticas exteriores. A menudo se hace caso omiso de las relaciones entre cubanos y norteamericanos. Una comprensión más abarcadora de esas relaciones requiere un estudio de los lugares y circunstancias en que cubanos y norteamericanos las establecían, tanto en Cuba como en los Estados Unidos, de sus consecuencias para la historia de Cuba y de su influencia sobre las actitudes políticas, valores sociales y formas culturales cubanas…”
“Entre los múltiples problemas que requieren un examen con «ojos judiciales» (citando a Martí), se encuentra el establecimiento de la serie de intelectuales que elaboraron una visión cubana de los Estados Unidos hasta el fin de la dominación española en 1898. Sin pretensiones de un análisis exhaustivo, solo alcanzable en la extensión de una monografía, este artículo aspira a que estos criterios ayuden a vertebrar posibles ejes temáticos y a indicar cuáles personalidades importantes integran la serie que culmina en la obra de José Martí, a finales del siglo XIX…”
“Mientras los cubanos de la Isla continúan viendo a los afronorteamericanos a través de la corriente de información más amplia, pero de todos modos limitada, de los noticiarios y las fuentes familiares, los afronorteamericanos nacidos después del decenio de 1960 han pasado a imaginar a Cuba, si acaso lo hacen, a través del lente empañado de un sistema de dominio racial e ideológicamente más complejo. A fin de brindar posibilidades de reflexión sobre el futuro, este ensayo, basado en una investigación preliminar, proyecta ese presente sobre aspectos del pasado, sobre todo del siglo XIX…”
“Cuando Martí inicia su residencia en Nueva York, ya va cargado de concluyentes criterios acerca de los propios Estados Unidos, acerca de las repúblicas nuevas de la América Latina, y acerca, desde luego, de la relación entre ambos. Ya, desde entonces, tendrá en aquella ciudad el centro de sus actividades independentistas y de subsistencia personal durante casi catorce años, hasta que en 1895 salga, para incorporarse a través de República Dominicana, a la guerra reiniciada en Cuba el 24 de febrero de ese año, y morir en ella...”
“El propósito de este artículo es explicar los vínculos comunicativos, las conexiones y contactos entre fenómenos modélicos que ocurren en los Estados Unidos y que tienen una resultante artística en Cuba, en una coordenada cronotrópica diagramada por la conciencia innovadora de lo moderno en el plano de la artisticidad…”
“Durante sesenta años, Cuba fue una neocolonia dependiente de los Estados Unidos, y desde el siglo XIX hasta la actualidad los referentes culturales norteamericanos no solo han circulado y circulan con natural familiaridad entre los cubanos, sino que han sido interiorizados y sumados al complejo sistema de comportamiento cultural del etnos cubano --desde la música y el vestuario hasta la arquitectura-- y han constituido, desde entonces, una fuente cercana de apropiación e intercambio. Por ello resulta inexplicable la carencia de estudios sobre la huella norteamericana en la cultura cubana, asunto bastante ausente de las ciencias sociales en Cuba, salvo reflexiones eventuales carentes de sistematicidad. En las páginas que siguen, se resumen los resultados de una indagación realizada en este campo, con conciencia de lo mucho que aún queda por hacer.”
“La revista Temas me ha pedido escribir un artículo, basado en mi experiencia, sobre la manera en que los visitantes estadounidenses ven a los cubanos y viceversa, pero manteniendo los temas políticos al margen y no en el centro. Mi primera reacción fue pensar que resultaría imposible. Los visitantes estadounidenses van a Cuba a ver lo prohibido. Violan la prohibición de viajar impuesta por su gobierno o, si no, viajan con permiso concedido por motivos relacionados con la política interior o exterior de los Estados Unidos. En la mayor parte de los casos, llegan buscando un sistema distinto que abrazar o que condenar. ¿Acaso pueden examinarse sus impresiones de una forma no política?...”
“Este ensayo tiene, forzosamente, un alcance limitado. No constituye una investigación rigurosa, sino inspirada más bien en el deseo de acentuar que de demostrar. Se trata de abordar la presencia cultural norteamericana en Cuba después del triunfo de la Revolución, y no de estudiar, en sentido estricto, la relación cultural bilateral en tanto canal de dos vías que el propio concepto supone. Un trabajo integral en estos dominios tendría que considerar, pues, la influencia de la cultura cubana en los Estados Unidos --no menos real-- que desde luego preexiste al establecimiento allí de una comunidad cubana después de 1959…”
“Cuando el presidente Clinton firmó, en octubre de 1995, las nuevas regulaciones sobre los viajes a Cuba --que incluían a estudiantes acogidos a programas patrocinados por las universidades como una nueva categoría de ciudadanos norteamericanos que podían optar por licencias para viajar a Cuba--, comencé a explorar casi inmediatamente la posibilidad de llevar a ese país a un grupo de estudiantes de Bates College durante nuestro período académico corto en mayo. Junto con una profesora del Departamento de Español, diseñé un curso interdisciplinario titulado “La Revolución cubana: problemas y perspectivas”, en el cual los estudiantes matriculados podían obtener créditos válidos para historia o español…”
¿Cómo analizaba la CIA y la «comunidad de inteligencia» del gobierno de los Estados Unidos las posibilidades y las realidades de las insurgencias en América Latina entre los años 40 y 80? ¿Cuál fue la visión de esos analistas sobre las acciones de Cuba y la URSS relacionadas con esas insurgencias? Esta compilación ofrece veintitrés documentos de estimación y pronóstico, que fueron clasificados como «secreto» o «alto secreto», ahora desclasificados, dirigidos originalmente para el uso exclusivo de la Casa Blanca y los altos funcionarios del gobierno. Por lo general, los analistas asesoraron acertadamente sobre la política de Cuba frente a insurgencias latinoamericanas; algunos textos reflejaban muy bien la perspectiva de La Habana. Hubo errores también. El peor fue sistemáticamente subestimar los factores internos que propulsaban acciones revolucionarias en cada país; el énfasis siempre fueron los factores externos, Cuba principalmente. Durante las presidencias de Richard Nixon y la segunda de Ronald Reagan, los analistas contrarrestaron la influencia de los «halcones». Sin embargo, bajo la presidencia de John F. Kennedy, impulsaron la gama de sanciones a Cuba, entre otras, terrorismo de Estado, y bajo la primera presidencia de Reagan estimularon una confrontación en Centroamérica y con Cuba, al exagerar el impacto de las acciones de esta. Aun así, a través del tiempo la labor de los analistas fue profesional, cercana a la evidencia, y dispuestos a corregir errores pasados.
El trabajo presente hurga, a raíz del asesinato de George Floyd y la ola de protestas contra la violencia racial, en la práctica misma del Lynch y las ejecuciones públicas, cuestión que en los Estados Unidos tiene siglos de asentamiento a tal punto de hablarse al día de hoy de más de cuatro mil linchamientos de negros entre la Reconstrucción y la Segunda Guerra Mundial, etapa conocida como la «Terror lynchings». Centraremos nuestro estudio en una serie de textos que se produjeron en Cuba entre finales del siglo xix y principios del xx, que buscaban darles una explicación a los linchamientos norteamericanos y, a su vez, dar su propia valoración al respecto. Esto nos permitirá conocer la percepción que se tenía del lynching, así como la visión general que se tenía del modelo de nación estadounidense. Para, a partir de allí, poder cuestionarnos y negar ciertos discursos que aún perviven en las mentalidades contemporáneas.
“Hasta 1959 los estudios referidos a Cuba —y América Latina en general— eran limitados en su número y en los temas que abordaban. Solo después del triunfo de la Revolución cubana comienza a aparecer una numerosa producción sobre asuntos latinoamericanos, y los estudios del área se identifican con la profesión de latinoamericanista. Los estudios sobre México, Argentina, Colombia o Brasil, han estado influidos, a nivel internacional fundamentalmente, por los académicos de esos respectivos países. Este no es el caso de Cuba. La comunidad académica de los cubanos que residen fuera de Cuba ha tenido mayor peso en la obra escrita sobre el tema. Solo en los últimos diez años los estudiosos cubanos residentes en la Isla comienzan a participar en la producción académica a nivel internacional, justo en momentos en que estudiar o analizar a Cuba se torna altamente controversial. Incluso hoy, es necesario apuntar que todavía estos no preponderan en este campo; en otras palabras, no determinan lo que se discute internacionalmente…”
¿Conocen los norteamericanos a Cuba, con independencia de su posición hacia la Isla, si es que la tienen? ¿En qué medida la imagen de Cuba se corresponde con la realidad y, sobre todo, con la que los cubanos tienen de sí mismos? Los estereotipos, las diferencias idiomático-culturales, el etnocentrismo, la Guerra fría, los medios de difusión y la escasez de contactos directos entre ambos pueblos, generan un conjunto de percepciones sobre la realidad cubana que en unos casos obliteran los verdaderos problemas, y en otros convierten en problemas cosas que para los cubanos —o por lo menos para la mayoría de ellos— pueden, simplemente, no serlo. Este artículo constituye una tentativa de analizar y discutir los resortes de la imagen de Cuba en los medios de difusión norteamericanos como entidades públicas para la manufactura del consenso.
“Puede que sean pertinentes algunas observaciones generales sobre el tema de la historiografía en el contexto más amplio de los estudios cubanos. Primeramente, el campo de los estudios cubanos, como la propia Revolución cubana, está sometido a un proceso de rectificación propio. Más que una rectificación hay una redención: al fin nos hemos librado del término oneroso y poco elegante de «cubanología». Es posible ver también la rectificación en la inclusión de la historia para evaluar «el estado de los estudios cubanos». No siempre ha sido así. Para que el significado no pase inadvertido e inapreciado, tal vez sería de utilidad revisar brevemente estos hechos en un contexto más amplio. Casi desde el inicio, los estudios cubanos —la «cubanología»— partieron del supuesto central, pero nunca plenamente explícito, de que el estudio de Cuba era, de hecho, principalmente el estudio de la Revolución cubana. Nunca ha sido evidente dónde encaja la historia en el plan más amplio de los estudios cubanos, cómo lo hace o si lo hace siquiera…”
“Los estudios académicos sobre Cuba se dinamizan en la década del 90. Estos giran esencialmente en torno a problemas internos de la sociedad cubana, tanto en el orden económico, como político, social e ideológico. Ello ocurre en la misma medida que discurren dos procesos dialécticamente entrelazados: de un lado, la profundización de la crisis económica que desemboca en el llamado Período especial en tiempo de paz; y de otro, la reafirmación de la identidad socialista de la Revolución cubana, de su proyecto de liberación e independencia. En ese empeño, se avanzan pasos orientados a remontar la coyuntura crítica y a la sobrevivencia revolucionaria cubana como proceso histórico y como nación. Entretanto, las reflexiones directas e indirectas del tema cubano que miran adentro desde el exterior se acumulan en diversos y variados espacios geográficos, en el «norte» y en el «sur», aunque mantienen su gravitación especial en los Estados Unidos, cuya política invariablemente hostil hacia la Isla descansa a menudo en percepciones similares o cercanas a las que prevalecen en esos estudios…”
““La nación se ha hecho de inmigrantes”, escribe Martí sobre los Estados Unidos en 1886. Fue testigo de la más contundente oleada migratoria de trabajadores al Nuevo Mundo, y también palpó las contradicciones económicas y sociales de esa inmigración. Esa oleada comenzó despacio con el albor de las industrias del Norte antes de la guerra civil norteamericana y se convirtió en un verdadero estruendo una vez afianzado el destino económico norteamericano con la derrota del Sur agricultor por el Norte industrial. La mano de obra inmigrante consolidó la transformación de la economía norteamericana y Martí observó las contradicciones de esa etapa de la acumulación del capital industrial…”
“El último lustro de los años 80 y a inicio de los 90, el debate en Cuba y en los Estados Unidos sobre el tema de los estudios cubanos fuera de la Isla —la llamada cubanología o el trabajo de los «cubanistas», como se identifican o autodenominan— tomó especial significado y llamó la atención de numerosos especialistas de las ciencias sociales. La polémica partía de la propia definición a emplear y llegaba hasta el cuestionamiento de esos estudios. Las preguntas eran y siguen siendo múltiples: ¿Qué término usar? ¿A quiénes incluir? ¿Cuál es la objetividad de dichos estudios? ¿Realizan aportes a la comprensión de la realidad nacional? ¿En qué consisten sus principales insuficiencias? ¿Cuál es su significado político-ideológico? ¿Son un mero producto de la Guerra fría? ¿Qué relación guardan con la política de los Estados Unidos hacia Cuba? ¿Hasta qué punto son conocidos en el país? En este breve ensayo se pretende hacer un bosquejo de puntos centrales en la perspectiva del debate en y desde Cuba…”
“Los analistas políticos y los medios de comunicación de los países capitalistas desarrollados comenzaron a dividir desde los años 80 a los militantes comunistas en liberales y ortodoxos. Como todo esquema que pontifica los extremos, este pierde sustancia cuando se aplica mecánicamente a otra realidad, pues deja fuera del análisis a los revolucionarios comprometidos con la realización consecuente de los ideales socialistas, que en Cuba son la fuerza decisiva de la nación. El esquema sirve, sin embargo, para impulsar una política, cuyo objetivo final es fracturar a la Revolución e introducir elementos de confusión en la perspectiva cultural cubana…”
Existe una tendencia significativa de la actualidad de los Estados Unidos: el redescubrimiento de la comunidad. En la Fundación Kettering, no gubernamental y no partidista, que tradicionalmente se dedica a la investigación cooperativa, cuyas prácticas resuelven problemas concretos, las comunidades que se estudian son grupos de personas de un determinado lugar, que se unen para intercambiar lo que promueve su bienestar colectivo.
Este trabajo está basado en el libro Crónica de un fracaso imperial: la política de la administración Eisenhower hacia Cuba en 1958 y el derrocamiento de la dictadura de Batista, que resultó finalista en el Concurso Casa de las Américas de 1998 (Categoría Ensayo) y está en proceso de edición por la Editorial de Ciencias Sociales. En su preparación el autor se basó en la reciente publicación de varias colecciones de documentos norteamericanos desclasificados, entre ellos el tomo correspondiente a las relaciones con Cuba entre 1958 y 1960, publicado por el Departamento de Estado en 1991.
“En 1900, el Congreso de los Estados Unidos promulgó la Ley Foraker y estableció oficialmente el gobierno colonial en Puerto Rico. Con arreglo a esta ley, se le asignó a un Consejo Ejecutivo la tarea de organizar la revisión completa de las instituciones políticas y judiciales del país, promover el desarrollo capitalista e implantar un nuevo constructo ideológico, que los funcionarios estadounidenses llamarían «norteamericanización»…”
“La Guerra fría, como expresión de la confrontación entre dos grandes bloques, ha concluido. Nos encontramos en un período de transición y cambio caracterizado por la prioridad de la geoeconomía y la integración de megabloques. La globalización y la conformación de nuevos centros de poder a partir de ella, refuerzan la tendencia hacia el multipolarismo, al tiempo que surgen corrientes contradictorias que dificultan lo que podría ser un nuevo diseño global. En el terreno de la seguridad se desarrolla un nuevo ambiente caracterizado por la complejidad. La periferia pierde su importancia y valor estratégico, e irrumpen conflictos que estuvieron ocultos durante la confrontación Este-Oeste. Las contradicciones se han trasladado al eje Norte-Sur…”
“Una de las repetidas «verdades» que circula, por lo menos por esta orilla floridana del Estrecho, es que Cuba nunca fue «país de emigración». La historia de la emigración cubana, desde el siglo XIX hasta el presente, se percibe como una manifestación de las condiciones o trastornos políticos en la Isla, que obligaron a personas a abandonar el país y crearon una serie de «destierros» o «exilios», como usualmente nos referimos a esas emigraciones. Esa interpretación de la historia migratoria cubana como una serie de «destierros» con móviles políticos, tiene una cierta base en la realidad objetiva, sobre todo si nos limitamos al flujo más importante: el que se ha encaminado a los Estados Unidos…”
“Desde el punto de vista histórico, la «transición democrática» se ha comportado de manera coherente con los intereses del capitalismo; es un proyecto político y económico complejo, rico en experiencias nacionales y en bibliografía documental y analítica. El presente trabajo pretende incorporar algunas reflexiones acerca de la «transición democrática» como proyecto político, en general, y como variante que se promueve contra la Revolución cubana, fundamentalmente desde los Estados Unidos…”
“A principios del decenio de los años 90, a medida que el tema de la inmigración hacia los Estados Unidos se politizó, en los medios de difusión, la política y los círculos semiacadémicos comenzaron a difundirse cifras extravagantes. Estas afirmaciones se concentraban en la inmigración ilegal procedente de América Latina (en especial de México y América Central), el Caribe (Haití y República Dominicana) y Asia (China). Tras una exhaustiva investigación de los datos disponibles, un grupo de expertos del Consejo Nacional de Investigaciones (NRC), concluyó, en 1997, que cada año penetran en territorio de los Estados Unidos entre 200 000 y 400 000 nuevos inmigrantes ilegales. El grupo calcula que en la actualidad la población total de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos oscila entre dos y cuatro millones de personas…”
“A propuesta de los Estados Unidos, en la XXIII Cumbre de los países más industrializados del mundo (G7), realizada en Denver, en 1997, se definieron las políticas que regirán el Nuevo orden mundial bajo la hegemonía de ese país. Los líderes del G7 y Rusia se comprometieron a combatir la inmigración ilegal [sic] en sus fronteras, y a intercambiar tecnología e información de inteligencia para luchar contra ese fenómeno. El párrafo dedicado a la inmigración indocumentada se incluyó en el capítulo «Delincuencia transnacional organizada», del Informe de los Ministros de Relaciones Exteriores de este grupo…”
“La migración circular (también llamada migración de trasbordo, golondrina o de puertas giratorias) es un rasgo cada vez más común de los traslados internacionales de población. Aunque los movimientos de ida-y-vuelta han caracterizado desde hace bastante tiempo a muchos flujos de migrantes, la magnitud actual de la circulación no tiene precedentes. El constante cruce de fronteras en ambos sentidos ha sido bien estudiado en el caso de los migrantes recientes de México, América Central y el Caribe a los Estados Unidos. Entre otros factores, la proximidad geográfica a Norteamérica de países como México, la República Dominicana, Puerto Rico y El Salvador facilita la migración circular…”
“El Caribe ha tenido una amplia presencia como emisor de migrantes. República Dominicana, Puerto Rico y Cuba han ocupado lugares de significación, tanto por los volúmenes de sus flujos migratorios, como por sus cualidades, en particular, a partir de inicios de la década de los 60. La migración cubana se distingue quizás por sus condicionantes históricas, económicas y geopolíticas. Este no es un fenómeno nuevo ni específico del siglo pasado, aunque adquiere rasgos diferentes con el proceso iniciado con el triunfo de la Revolución, y después de más de cuarenta años continúa presente. No obstante, según las cifras que aporta en el contexto de los grandes flujos migratorios, el caso cubano no clasifica entre los primeros lugares en el mundo…”
“En este artículo definimos el Sistema interamericano como el conjunto de procesos e instituciones multilaterales del continente, conformado por el proceso de las Cumbres de las Américas, el sistema institucional de la OEA y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así como por una serie de instituciones y foros colaterales de mayor o menor peso. Todo análisis realista de ese sistema deberá partir de un hecho evidente: se trata de un conjunto desequilibrado, dado el papel hegemónico de los Estados Unidos —acentuado durante los años 90—, lo que determina el mantenimiento de su carácter esencial de instrumento de la política exterior norteamericana hacia América Latina y el Caribe.
“Hoy en día, la mayor parte de los análisis que podrían tenerse como serios y que justifican el uso del término «imperio», en relación con los Estados Unidos, en realidad apenas parten de una analogía, implícita o explícita, con la Roma imperial. Pero una analogía no es una teoría. Resulta sorprendente la ausencia de enfoques serios desde la perspectiva de la economía política o de algún patrón de determinación histórica que pudieran explicar el surgimiento y reproducción del actual imperio norteamericano, así como las dimensiones de la opresión y explotación estructurales que de él derivan…”
“La Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos no denomina a su visión como imperial; ni a su política, imperialista; ni tampoco a la nueva república, imperio. Pero algunos sí lo han hecho, y solo un puñado son de izquierda. Algunos funcionarios de la administración utilizan una discreta frase idiomática, que reconoce y al mismo tiempo niega esta visión imperial, e insisten en que existe una gran diferencia entre ser imperial y ser imperialista. Para cualquier lector agudo es evidente que ser imperial es algo aceptable, mientras que la noción de imperialismo apunta hacia algo más oscuro…”
“El imperialismo es una parte integrante de la economía-mundo capitalista. Siempre ha estado ahí. En este momento estamos padeciendo una forma particularmente agresiva y atroz de imperialismo, que ya está incluso dispuesto a proclamar su naturaleza imperialista. ¿Cómo es posible? ¿Por qué habría de hacerlo? La respuesta que ofrece la mayor parte de la gente es la fuerza de los Estados Unidos. Y la que yo voy a dar, en una palabra, es su debilidad.
El investigador y académico Jorge I. Domínguez reseña el libro Diplomacia imperial y revolución. Estados Unidos ante la Revolución cubana 1959-1960: Del reconocimiento reticente hasta la ruptura ominosa, del profesor y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray.
“Los Estados Unidos siempre aspiraron a apoderarse de Cuba. Y esa ambición –de la cual fue precursor Thomas Jefferson y quizá hasta Benjamin Franklin– caracterizó la trayectoria de casi todos los presidentes norteamericanos durante el siglo XIX. Ya entrado el XX, no faltaban elementos en ciertos círculos que aún sostenían tal pretensión, pero sin muchas esperanzas de lograrlo. Lo que necesita aún ciertos esclarecimientos es el conjunto de causas que expliquen tan tozuda línea política y diplomática por hacerse de Cuba, incorporándola como un Estado más de la Unión…”
Este comentario se enfoca en dos textos centrales para profundizar en la temática vinculada con el Caribe, sobre todo en una coyuntura mundial de reformulación geopolítica y geoeconómica, caracterizada por la hegemonía estadounidense, y en la ruta hacia la construcción de una nueva arquitectura global. Se trata de El Caribe: región, frontera y relaciones internacionales, libro coordinado por Johanna von Grafenstein Gareis y Laura Muñoz Matta y La ayuda militar como negocio: Estados Unidos y el Caribe, de Humberto García Muñiz y Gloria Vega Rodríguez. Ambas obras aportan enfoques multifacéticos que se complementan en el tratamiento de la problemática caribeña.
Este ensayo presenta una breve actualización de las principales tendencias que caracterizan el consumo, el tráfico y la producción de drogas ilegales en todo el planeta, e intenta demostrar el lugar relativamente secundario que ocupan las treinta y tres naciones independientes o formalmente independientes de América Latina y el Caribe en la producción y el tráfico de las principales drogas ilegales naturales y sintéticas. Asimismo, muestra cómo, al calor de la “seguridad nacional” e imperial norteamericana, las tres últimas administraciones estadounidenses han convertido a algunas naciones del hemisferio occidental en el principal escenario de la “guerra contra las drogas”.
“La relación militar entre los Estados Unidos y América Latina está cambiando rápidamente, a medida que la «guerra contra el terrorismo» va remplazando a la Guerra fría y la «guerra contra las drogas», como la misión principal de los programas de asistencia estadounidense hacia la región. El alcance de la ayuda militar dentro del hemisferio aumenta en forma sostenida. Los Estados Unidos continúan fomentando prácticas, programas y doctrinas militares tendientes a eliminar la línea divisoria entre las funciones civiles y las militares…”
(Reseña de Who are We? The Challenges to America’s National Identity, de Samuel P. Huntington) “Samuel Huntington es uno de los politólogos más importantes de los Estados Unidos de los últimos cuarenta años. Su obra Who are We? The Challenges to America’s National Identity será muy discutida. Podrá quizás incidir en el actual debate en los Estados Unidos sobre política migratoria. Este libro le recuerda a cualquier lector la gran capacidad de Huntington de plantear excelentes preguntas y proceder con erudición y claridad a contestarlas…
Se examina la diversidad de modos de dominación imperial y, en especial, la de los imperialismos que han asolado en el período señalado. Se enfatiza en las semejanzas y diferencias entre el imperialismo colonial europeo y el intervencionista de los Estados Unidos hasta la cuarta década del siglo xx. Se intenta distinguir una vez más entre los imperialismos hasta la Segunda guerra mundial y el imperialismo hegemónico, o hegemonía, desde entonces.
En las últimas dos décadas, participantes e investigadores del tema de las sanciones han construido una narrativa alrededor de las sanciones económicas y que, en gran medida, contradice la realidad. La noción de “sanciones inteligentes” sugiere que se trata de medidas construidas con gran esmero para asegurar que las poblaciones vulnerables no sean objeto del extenso y catastrófico alcance de los daños según se han manifestado en el caso de Iraq. En esta narrativa, todo daño sobre cualquier población vulnerable es mínimo y ciertamente inintencionado. Sin embargo, la realidad es bastante diferente. La práctica común para los Estados Unidos, en alguna medida para otras naciones, e incluso para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es elaborar medidas económicas dirigidas a los sistemas que son fundamentales para el funcionamiento de cualquier sociedad o economía moderna: el acceso a las transacciones bancarias internacionales, las importaciones, el sector energético, la producción industrial y la infraestructura del país. A pesar de la retórica, esa es la realidad.
John Womack (Oklahoma, 1937), autor del ya célebre Zapata y la Revolución mexicana, es sin dudas uno de los más eminentes historiadores de América Latina en los Estados Unidos. Por más de treinta años ha estado a cargo de la principal cátedra de Historia Latinoamericana en la Universidad de Harvard. En esta entrevista, realizada el 15 de febrero de 2007 en Cambridge, Massachussets, reflexiona sobre los usos y abusos de la historia, sobre la relación entre Historia, nación y Estado, y sobre el estudio de la historia latinoamericana en los Estados Unidos.
Reseña crítica de tres libros que se acercan a los gobiernos y la sociedad estadounidenses: El precio de la lealtad. George W. Bush, la Casa Blanca y la educación de Paul O´Neill, de Ron Suskind (Editorial Península, Barcelona, 2004); Ensayo histórico sobre la Ley de las Naciones, de Daniel Patrick Moynihan (Grupo Editor Latinoamericano; Buenos Aires, 1994); y Tradición vs. innovación. Buscar el equilibrio en la era de la globalización, de Thomas L. Friedman (Atlántida, Buenos Aires, 1999).
El autor conviene en que Miami nos ofrece un laboratorio en el que se puede estudiar el futuro de los Estados Unidos. Las diferencias económicas y demográficas, de clase y luchas políticas que tienen lugar allí constituyen un microcosmos de las transiciones actuales que ocurren a lo largo de la nación.
El trabajo se concentra en las consecuencias de la Guerra Civil para el desarrollo de los Estados Unidos. Se analizan aspectos fundamentales de esa cuestión y sobre todo se destacan las insuficiencias de las interpretaciones más corrientes de los problemas desde una perspectiva marxista leninista. Se hace referencia a la trascendencia de ese conflicto para las relaciones cubano-norteamericanas.
En el presente artículo se examinan dos asuntos: las razones por las cuales el gobierno de los Estados Unidos apoyó en forma encubierta a la contrarrevolución cubana y por qué esa política se tornó contraproducente. El gobierno toleró y, en algunos casos, pagó a los emigrados contrarrevolucionarios debido a que, a raíz de la invasión de Bahía de Cochinos, en abril de 1961, los dirigentes políticos norteamericanos no habían ideado otra política factible para derrocar el régimen comunista de Fidel Castro. Los exiliados cubanos llenaron este vacío político.
En 2013 Contra el Yanqui cumplió cien años. Julio César Gandarilla (Manzanillo/1888-La Habana/1924), que aparece en la historia combatiendo contra las fuerzas coaligadas de los anexionistas, protectoristas y plattistas, resulta el más elevado exponente del pensamiento antimperialista que produjo Cuba durante las dos primeras décadas del siglo pasado, nutrido raigalmente en las fuentes de las ideas martianas, socialistas y del antimperialismo latinoamericano.
(Reseña crítica de Cuba in the American Imagination. Metaphor and the Imperial Ethos, de Louis A. Pérez Jr., The University of Carolina Press, Chapel Hill, 2008) “El libro Cuba in the American Imagination. Metaphor and the Imperial Ethos, de Louis A. Pérez Jr. es una de esas obras que coronan con éxito un enorme esfuerzo investigativo, y sientan cátedra en una región del conocimiento sumamente compleja, que vincula asuntos como el de la nacionalidad, la nación y la identidad cubanas, la receptividad y conflictividad con la cultura y la política estadounidenses…”
Reseña del libro The World As It Is (El mundo tal cual es), de Ben Rhodes, publicado en Londres, en 2018, por The Bodley Head. El texto de Rhodes, ex asesor de Barack Obama, contiene sus memorias políticas en las que presenta una perspectiva sobre Cuba muy diferente a las de los anteriores funcionarios estadounidenses.
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